13. El fin del mundo

 Previo: 12. Envuélveme en tus brazos

Esta novela fue escrita casi por completo durante ‘tiempo robado’: tiempo robado entre tandas de lavado, entre revolver la pasta y entre pasar la aspiradora por diferentes habitaciones. Se lo robé a mi perro (pobre Timmy), a las comidas, a entrenar en el gimnasio y a la televisión, las películas y la lectura; en general, al tiempo de ocio. Sobre todo se lo robé al sueño: promedié cuatro horas por noche durante casi los tres meses completos de este proyecto.


Pero esa no es toda la historia. Para entender la génesis de este proyecto, tengo que llevarte de vuelta a los años ochenta, durante el apogeo de los ‘Hunters and Collectors’.

Me volví fan de los susodichos bastante tarde en su trayectoria. Fue en 1986 cuando escuché por primera vez su canción ‘Say Goodbye’ y debo decir que me resultó inquietante: la línea de bajo contundente y la batería resultaban perturbadores, y la voz angustiada de Mark Seymour parecía atravesar mi carne, agarrarme la columna vertebral y remecerla. Sería cierto decir que en ese entonces no me gustaba nada esa canción (aunque ahora me encanta).

A pesar de no gustarme, logró dejarme hipnotizado. Supe que debía estar pendiente a esta banda.

Para 1989, los ‘Hunnas’ (como los apodaron) habían lanzado un álbum que tendría un profundo efecto sobre mí. A menudo escuchaba a ‘Ghost Nation’ mientras entrenaba en ‘The Cage’ (N. del T.: ‘La jaula’) – la antigua ‘sala de entrenamiento intensivo con pesas’ del gimnasio de la Universidad de Australia Occidental. Para entonces pesaba veinte kilogramos más que ahora y entrenaba en ‘powerlifting’ con bastante seriedad. (N. del T.: también conocido como ‘levantamiento de potencia’ entre sus practicantes.)

(Aunque era, por mucho, el más enclenque tolerado en ‘The Cage‘’.)

Los habituales del gimnasio solían sintonizar el radio transistor barato de ‘The Cage’ en estaciones que tocaban música ‘alternativa’ (RTR y JJJ). (N. del T.: RTR y JJJ se refiere a dos radioemisoras de Perth, estado de Western Australia.) En aquel entonces, lo ‘alternativo’ consistía en ‘grunge’ y ‘metal’. Supongo que los chicos creían que algo más ‘alegre’ o ‘comercial’ no serviría para incentivar el esfuerzo para efectuar esa ‘sentadilla’ adicional con 224 kilos.

Por suerte al menos otra banda ‘alternativa’ fue muy prominente en esas estaciones: los ‘Hunnas’. Como resultado, ‘Ghost Nation’ es un álbum que he llegado a asociar profundamente con ese gimnasio: sus superficies sucias, equipos rotos y oxidados, el olor a hierro y décadas de sudor seco, las constantes maldiciones y gruñidos, telarañas de escupitajos, ventiladores rotos, agujeros de puños en paneles de pared viejos y una sobredosis general de testosterona.

Por supuesto, los tres mayores éxitos del álbum fueron los que recibieron más difusión: ‘Blind Eye’, ‘When the River Runs Dry’ y ‘The Way You Live’. De los tres, el último fue el que más me impactó. Me pareció ofrecer una verdadera perla de sabiduría: sólo tú puedes cambiar la forma en que vives.


Para 1991 me había convertido en fiscal y abogado general del gobierno con una cantidad de trabajo agotador. Las leyes tienden a hacerle eso a sus novicios: intentan por todos los medios desgastarte justo cuando comienzas.

Concomitantemente, Star Trek: la Nueva Generación se había vuelto muy popular en la tele. Las tramas a menudo se centraban en el Holodeck y la Sala de Transporte. Inevitablemente empecé a preguntarme qué pasaría si pudiera duplicarme para gestionar todo mi trabajo.

Esos pensamientos ociosos, combinados con mis recuerdos del álbum ‘Ghost Nation’, me dieron el germen de una idea: una sátira al estilo de Mitty donde alguien lograba ‘cambiar la forma en que vivía’ mediante el uso de una especie de dispositivo ‘transportador‘’.

Supongo que me atraía el concepto de ‘cambiarte a ti mismo’ – física y mentalmente – inherente en el proceso de ‘reimpresión’ que concebía.


Por supuesto, en aquel entonces las computadoras personales estaban en sus inicios. Tenía acceso a una computadora con Windows 1.1 en el trabajo. No era exactamente sofisticada. La única tecnología que permitía la transferencia de información a distancia era la máquina de fax. Me planteé si sería posible enviar data electrónica por fax de un lugar a otro e ‘imprimirlo’ como un sólido (mi incipiente idea de la impresión 3D).

Así que, durante mis vacaciones de Navidad en 1991 escribí, sin mucha reflexión, una historieta en la que un joven abogado presenciaba a su tío atragantarse y morir en una barbacoa el día de Navidad. La idea central era, por supuesto, que se lograría ‘reimprimir’ al tío. Aunque estaba escrito de manera muy diferente a la escena en mi novela actual (no tengo ya copia), los eventos eran más o menos parecidos.

Lamentablemente, aún tenía mucho que aprender sobre los fundamentos de la narración: recuerdo que mi borrador estaba muy cargado de prosa y muy ligero de diálogo. En fin, un desastre. Así que pospuse el desarrollo del concepto, a la espera de un poco más de preparación. De todos modos, no tenía tiempo para andar escribiendo (¡no es que me sobre tanto más hoy!).

En aquel entonces, la historia iba a titularse ‘El hombre del fax’.


Saltemos hasta finales de 1999 y principios del 2000. Estaba terminando mis cursos de noche en ingeniería de sonido y pasando mucho rato con mi cuñado Jed, un músico talentoso (me apresuro a añadir que es más como Frank que como Zar, así que no se imaginen que él sirvió de modelo para este último). Incluso mezclé algo de su música. Luego empecé a experimentar con la mía.

Por supuesto, ya el internet había llegado de lleno y el antiguo título ‘Fax Man’ era claramente caduco (aparte de aburrido). Así que empecé a escribir la historia de nuevo bajo su título actual: ‘La imagen especular del sonido’.

Fue entonces cuando escribí la primera mitad del Capítulo 1 (‘Ojo Ciego’) – hasta el final de la escena donde Dan, Brad y Justine almuerzan en el ficticio ‘Palacio de Peking’.

La narración de esa parte del capítulo permanece en gran medida inalterada desde entonces, así que si notas un cambio de estilo después de eso, entenderás por qué: la primera parte fue escrita quince años antes (cuando tenía aproximadamente la misma edad que mi alter ego en la novela).

La diferencia principal era el nombre: en aquel entonces bauticé a mi protagonista ‘Martín’, como homenaje a uno de mis mejores amigos, que me parecía el tipo de persona al que el personaje evolucionaría después de su transformación (aunque no se le parecía al principio).

Luego el proyecto cayó en suspenso; la inercia y la dejadez hicieron que el escrito permaneciera sin cambios, archivado en un disco duro durante unos ocho años.


Durante mi ‘pausa literaria’, la canción ‘Good Enough for You’ – y todos sus diversos remixes - resultó de mi experimentación musical, la cual incluí en mi EP de 2002 ‘Edge of Forever’. Estas pistas siempre fueron destinadas a ser parte de la trama de ‘The Mirror Image of Sound’: los componentes del EP enviados por ‘The People’ a ‘Fungus Records’. En efecto, había imaginado esto todos esos años atrás.

En 2004 escribí y grabé ‘Yoda’, que también estaba destinada a acompañar la novela (es decir, como la canción inicial que llamó la atención de mi alter ego y de la compañía discográfica).


Algo abruptamente, en la Nochebuena de 2008 decidí convertir ‘The Mirror Image of Sound’ en un blog. Supongo que pensé que serviría para obligarme a escribir regularmente. Más importante aún, había imaginado el proyecto como un ejercicio multimedia en línea y en ‘en vivo’ (completo con archivos de sonido accesibles) y parecía que la tecnología finalmente estaba alcanzando mi visión (aunque sólo ha resultado cierto en los últimos años).

A finales de 2008 fue cuando también decidí usar mi nombre para el protagonista, me di cuenta que la gente inevitablemente asumiría que el personaje era yo de todos modos: un abogado de Perth con interés en la ingeniería de sonido.

Bromas del destino, mi otro blog (de no-ficción) despegó de manera espectacular y no tenía tiempo suficiente para dedicarle a ‘La imagen especular del sonido’. Sólo logré terminar el primer capítulo (‘Blind Eye’) y escribir las dos primeras unidades del segundo (‘The Way you Live’). Eso fue a principios de enero de 2009. Entonces todo volvió a pausarse otra vez.


Para Nochebuena del 2013 decidí que basta ya. Así que traje la trama hasta el presente. Decidí ir en contra de todas las convenciones literarias de evitar fechas, asuntos de actualidad, etc. En cambio, arroparía la narrativa con el manto del presente: iba a ser una novela sobre el 2014. El que los ‘Hunters and Collectors’ se reunieran para su última gira justo cuando estaba reiniciando este proyecto fue pura coincidencia.

Así que hice una ‘promesa de meñique’ conmigo mismo: iba a terminar la novela para el 1 de abril de 2014.


Lo que vino después fue la locura y el caos de intentar escribir una novela en un plazo ridículamente corto y fuera de horario. Lo único que tenía claro era que quería los títulos de mis doce canciones favoritas de ‘Hunters and Collectors’ para los encabezados. Los organicé de la manera que parecía ajustarse al arco narrativo que tenía en mente, y me puse en marcha.

Para este epílogo he utilizado algunos otros títulos de canciones de los ‘Hunters and Collectors’, a saber: el décimo tercero en mi lista de canciones favoritas (‘Edge of Nowhere’),  un título del álbum de los Hunnas de 1984 ‘The Jaws of Life’ (‘Holding Down a D’) y uno del último álbum de estudio ‘Juggernaut’ (‘True Believers’).


Admito que he tenido momentos de crisis, de desesperación absoluta y con frecuencia la sensación de hallarme en un callejón sin salida. Se hizo aún más difícil por mi decisión de escribir – y publicar – ‘en vivo’, con poco tiempo para revisar y editar. En esencia, la trama quedaba fija después de estrenarse: no había vuelta atrás.

Pero cada vez que sentía que estaba arrinconado literariamente recordaba las palabras de Tom Robbins: 'ponte las ventosas para escalar y escribe hasta trepar fuera'. (N. del T.: Se refiere al novelista norteamericano Thomas Eugene Robbins.)

Así que heme aquí. Una novela de 140,000 palabras terminada en tres meses. Todo escrito fuera de horario, en ‘tiempo robado’.

Esto significa que la novela fue escrita después de trabajar hasta diez horas al día, de haberle dedicado tiempo a mi esposa e hijos (aunque no a mi pobre perrito, Timmy), de haber cumplido con mis quehaceres domésticos, de haber dado clases semanales de artes marciales y haber concluido mi propio entrenamiento.

Aparte del tiempo robado al sueño estaba el que  pasaba en el autobús, el baño, en aviones y aeropuertos, en habitaciones de hotel y en cafés. Escribía en cualquier lugar, en cualquier momento, en cualquier sitio, con cualquier cosa: portátil, tableta, teléfono inteligente o incluso una servilleta.

¿Y qué he aprendido?

He aprendido que cuando se trata de escribir no puedes ‘esperar a estar de humor’. Ni ‘a que llegue la inspiración’. Sólo tienes que escribir.

Créeme : no importa cuán frustrado, bloqueado, falto de inspiración, cansado y generalmente mal te sientas, el resultado será más o menos similar. Sí, puede que te lleve un poco más de tiempo y se sienta un poco más como si te estuvieran arrancando una muela. Pero estarás escribiendo. Y el resultado será indistinto de tu ‘versión inspirada’. En otras palabras: puedes creerte endiosado ante la fluidez conque brota tu prosa cuando se te prende la musa, pero la página ni lo nota, ni le importa un bledo.

Y no digas que no tienes tiempo – ‘roba’ cada ‘momento libre’ que tengas.

Eso es lo que he aprendido.

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