7. Chica imaginaria

Previo: 6. Nosotros, la gente

Sábado, 1 de marzo de 2014, 7:56 AM

'Inténtalo de nuevo, Zar', digo. Estamos en el estudio de grabación. Zar está ante un micrófono (pero no en la cabina de voces; lo único que faltaba es que, digamos, Frank hiciera una visita sorpresa y borrara por completo al pobre Zar).

Usando la cuenta de SoundCloud de Zar, descargamos una copia de 'Yoda', la abrimos en Soundforge, le recortamos la barra instrumental de apertura, la hicimos un bucle y le subimos el sonido por todo un tono completo.

Por supuesto, el resultado final no suena muy bien: el cambio de tono sin acelerar siempre produce una especie de 'vibración' que es desagradable (además de ser muy 'inorgánica'). Pero servirá de muestra suficiente para ilustrar mi punto. Presiono play y Zar (que sostiene unos auriculares sobre una oreja) espera a que termine el solo de guitarra antes de empezar a gritar:

Yoda, you gotta take it easy

Yoda, try watching TV

I know that you can fight and maim and kill

But Yoda, take a major chill pill

Try watching Kill Bill

Hacemos tres tomas y luego gesticulo el ‘corte’. Elijo el mejor y Zar viene a la pantalla donde me observa colocarla con el bucle recortado en Acid Pro. (Para que suenen en coordinación.)

'¿Qué te parece esto?' le pregunto, entregándole los auriculares. (No he dado pie con bola para poder oír la música en los monitores de arriba, es decir, los 'altavoces'. Debe haber un interruptor en alguna parte, ¡pero no doy con el!) se los pone y presiono play. Una pequeña sonrisa se asoma en su rostro.

'¡Oye, no está mal!' Grita, porque tiene los auriculares puestos, baja la voz al quitárselos. 'Capto tu punto sobre eso de 'gritar en un tono más alto'. Hay una gran diferencia entre cantar para uno mismo versus para una sala llena de gente – o para una grabación.'

'Sí. Esa sensación de 'estar cantando sentado con unos amigos alrededor' que le gusta presentar tanto a los artistas es muy engañoso. Tienes que elegir una tonalidad que sea adecuada para la voz completa y practicar cantando en esa tonalidad.'

‘Así que acabaste escribiendo toda una canción en la tonalidad equivocada. Eso fue gran parte del por qué en el concierto en vivo resultó tan dificil acoplar los sonidos. Lo que la mayoría de la gente no se da cuenta es que la amplitud vocal se expande con el volumen. En este caso, en realidad tenías margen de sobra.’ Apunto a la pantalla. ‘Por ejemplo, echa un vistazo a esta primera versión. Estabas tan preocupado por alcanzar las notas altas que acabaste saliéndote de tono – aquí, aquí y aquí’, digo, señalando las imagen de las ondas. Le doy los auriculares a Zar y hace una mueca poco después que presioné play. Cuando se los quita, añado: 'En otras palabras, no solo alcanzaste las notas, las superaste. Una vez que te relajaste y dejaste de sobre esforzarte, cesaste de excederte.’'¡Gracias, compa! Eso ayuda mucho. Tendremos que volver a grabar toda la canción. Probablemente el resto de nuestras música también. Habrá que transponerlo todo.'

‘Miren a estos dos.’ Zar y yo nos damos vuelta y vemos a Justine, a medio camino en la escalera, una sonrisa irónica en el rostro. Viste un juego de camiseta deportiva y pantalón atlético, con el cabello recogido en un moño grueso.

‘Hola Juss’, dice Zar.

‘Veo que encontraste el estudio’, añado.

‘Bugsy me mostró el camino. Además – podía escuchar a alguien gritando '¡Yoda!' a lo lejos’, dice riendo. ‘Oye, ¡este estudio es increíble!’

‘Sí, lo es. Me costó acostumbrarme.’

Justine se une a nosotros. Está recién duchada y huele a jabón. Creo que esta es la primera vez que la veo sin maquillaje y me pregunto por qué se molesta con él; su piel es suave e impecable, sus labios carnosos realmente no necesitan el lápiz labial rojo intenso que suele usar, y sus ojos luminosos siguen siendo impactantes incluso con las leves ojeras que ahora lucen.

‘¿A qué se dedica el dueño de esta casa? ¿Es músico profesional?’

'No, solo un aficionado', respondo. Antes de que pueda hacer más preguntas, decido cambiar de tema: ‘¿Qué tal un desayuno, mi gente?’

'No quisieramos imponer...'

‘Boberías. Vengan. Voy a preparar algo. Cereal, tostadas, tocino y huevos si quieren, café, té…’ Me dirijo hacia las escaleras y los demás me siguen.


8:18 AM

Estoy en el fregadero. Zar está sentado en la mesa del comedor despachándose con Weetbix, la mirada perdida en la distancia. Justine, que también parece embelesada en sus pensamientos, está frente a él masticando un trozo de tostada. Se sienta con las piernas cruzadas en la silla y veo que los largos dedos de sus pies coinciden con los de sus manos. Por fortuna, tanto ella como su hermano han rechazado mi oferta de un desayuno cocinado (no suelo comer mucho por la mañana).

Reflexiono sobre el hecho de que Justine es, en muchos aspectos, bastante diferente a mi primera impresión; mi atracción se basa principalmente en una imagen creada en mi mente. La verdadera Justine es una criatura mucho más compleja: es la mujer de ojos cansados sentada aquí en una postura propia de adolescente. Como todos nosotros, parece tener tanto sus demonios como sus sueños: es una 'obra en progreso'.

Justine termina su tostada y trae la vajilla al lavaplatos, pero yo la tomó.

‘Voy a asearme y a recoger mis cosas.’ Se detiene y me toca el brazo. ‘Gracias.’ No puedo evitar mirar las migajas de tostada en su mejilla.

Una vez que se ha ido, Zar también me trae su tazón. ‘Voy a ir a recoger también, colega. Escucha, de veras lamento mucho lo de anoche.’

‘No te preocupes. Borrón y cuenta nueva, ¿eh? Le pasa a cualquiera.’ Eso último es mentira, por supuesto. Nunca he pasado por algo así, pero se me hace que es lo correcto decir dada la situación. Zar me da un apretón de mano y una palmada en el hombro.

‘Gracias, colega.’ Comienza a alejarse pero se detiene abruptamente. ‘¿Te gusta mi hermana, eh?’

‘¡Vaya! ¡Ni que fuera transparente!’

‘Habría que ser ciego para no darse cuenta, empezando por como la miras, ‘mano.’

‘Tendré que dejar de hacerlo entonces.’

‘No lo digo de mala manera. Lo noto, eso es todo.’

‘¿Tu hermana también?’

‘¿Qué tú crees? En fin, no la lastimes.’

‘No me imagino que tendré la oportunidad, socio.’

‘¡No seas tonto! Me arrastró a cenar contigo, ¿no? Me lo soltó al último momento.’

‘No obstante... mi vida es un lío. Estoy hecho un desastre. Hay muchas cosas que no le he contado. No estoy seguro de que le harían gracia si lo supiera.’

‘No eres otro McCrae, ¿verdad?’ Zar frunce el ceño.

‘¡Más nunca!’

Entonces no veo el problema. En cuanto a lo del 'desastre' – ¡bienvenido al club!’


8:42 AM

Me despido de Justine y Zar, agitando la mano mientras me quedo viendo su coche alejarse por mi calle. La sra. Chew está en su jardín.

‘¡Buenos días, sr. Pikkeljig!’

‘¡Buenos días, sra. Chew!’

‘¿Tus amigos se quedan a dormir, ah?’

‘Sí – nunca beba y conduzca, Sra. Chew.’

‘Ah – buena regla. Mi esposo perdió su licencia el año pasado. ¡Ay! ¡No podía! Ya la recuperó ahora, lah. De todos modos, él está en Malasia – por trabajo, pues.’

‘Veo. Bueno, ¡que tenga un buen día!

Me apuro a entrar. La mención del esposo de la sra. Chew me ha recordado el correo electrónico de D1: ¡Necesito encontrar mi anillo! Subo corriendo las escaleras y empiezo a rebuscar en mi maleta, lo cual es una tontería porque no hubo oportunidad de haberlo puesto allí. Entonces recuerdo el 'jean' que llevaba puesto, salto al vestidor, encuentro el que tiene la etiqueta 's'iveL' y reviso los bolsillos. No es hasta que lo saco del perchero y lo sostengo al derecho que mis dedos lo encuentran, al fondo en el bolsillo delantero izquierdo. No estoy seguro del por qué, pero suspiro aliviado. Creo que tiene que ver con mi plan: necesito que D1 pueda seguir adelante como si nada si alguna vez voy a romper con este destino y labrarme uno diferente.

Decido devolver el anillo al bolsillo – después de todo, allí estuvo seguro. Llegado el momento, lo recupero e imprimo donde D1.


10:15 AM

'¡Hola, tío!' Estoy ante la pantalla, usando Skype. Veo que es de noche en su parte del mundo; está en su terraza como de costumbre e hilachos de humo de un espiral para mosquitos se enroscan a su alrededor como serpientes fantasmales.

'¡Hola, Dan! ¡Qué bueno verte, colega! ¿Cómo estuvo esa cena?'

'Digamos que no salió como lo planeé.'

‘¡Qué lástima! Lamento oírlo. ¿Qué pasó? ¿Quemaste los pimientos? ¿O es que la despampanante Justine está saliendo con alguien? No me digas que todavía está con ese psicópata corporativo, Ian McCrae.’

‘¿Estabas al tanto?’

‘Me ocupo de enterarme sobre mis abogados. Me hablaron muy bien sobre Branka Markovic, pero casi cambio de bufete cuando supe los antecedentes del socio gerencial.’

‘Por suerte Justine ya no está con él.’

‘Menos mal. Oí que lo había largado antes de Navidad. Esperaba que siguiera siendo así.’

‘Al parecer estás más enterado que yo.’

‘No creo, he estado desconectado desde hace meses. Cuéntame: ¿qué echó a perder tu cena?’

‘Bueno, digamos que empezó a irse al carajo cuando su hermano se desmayó por una combinación de alcohol y fármacos no recetados.’

‘Oh, ya veo. ¿Se jodió la cena, eh?’

‘Más o menos.’

'Nunca conocí al chico. Está en una banda, ¿no?'

‘Sí – ‘The People’.’

‘Hmm. Hablando de música, sabes que puedes usar el estudio para eso si quieres. Pero mantenlo en secreto: cuando obtuve la aprobación para un '’estudio en el sótano’' no dije que era para grabación de sonido. Los consejos locales se ponen nerviosos cuando se trata de eso.'

‘Okey. Me lo preguntaba’.

'¿Recuerdas cómo manejar los tableros? Si no, he instalado versiones actualizadas de nuestros viejos favoritos: Acid Pro y Soundforge. Deberías dar pie con bola con esos, creo. No requieren el uso de los paneles, todo es '’virtual’'.' Frank pausa. ‘Entonces, ¿en qué acabó todo, ‘mano? ¿Todavía está interesada?’

'Ay Frank, ¿cómo voy a saber? Además, todavía estoy casado con Kylie y no he tenido la oportunidad de decírselo a Justine. Creo justo mantener distancia hasta que eso se resuelva.'

'No seas necio. Estás separado. Con eso basta. El divorcio puede tardar años. No pierdas el tiempo, hijo mío. Dile la verdad y aprovecha mientras el viento sopla a tu favor.'

‘Necesitaré encontrar el momento adecuado…’

‘¡Bue’! Allá tú.' Parece intuir que traigo otra cosa entre manos. ‘¿Tenías algo más en mente, sobrino?’

‘Pues sí – un detalle. El otro día mencionaste algo sobre un 'reflejo de agarre en adultos'. ¿A qué te referías?'

'Tomé prestada una frase del otro Dan Djurdjevic, ¿lo conoces, el fanático de las artes marciales?'

'Sí. Se me hace que sólo sabe hablar mierda.’

‘De hecho. Pero uno de sus artículos sí me llamó la atención. En él describe la tendencia de las personas a querer 'aferrarse a lo que tienen' – incluso si les resulta nocivo. Estaba hablando de un agarre físico, pero he notado que lo mismo aplica metafóricamente.'

‘¿Cómo así?’

‘Específicamente, que nos aferramos a patrones de conducta dignos de burros. Los encontramos reconfortantes incluso cuando tienen un efecto funesto; preferimos eso a la incertidumbre del cambio.’

‘Como yo con Kylie, Brad y Dixon’, digo con ironía.

‘O como yo – incontables veces en mi vida. Y compadre, no somos los únicos. Es todo el mundo. Søren Kierkegaard lo expresó bien: de un momento a otro; generalmente tenemos libertad absoluta de elegir. Sin embargo, esa libertad nos llena de ansiedad. Así que preferimos imaginar que no tenemos elección, que estamos atrapados en el patrón al que nos hemos acostumbrado, el 'status quo', como lo llamó. Es por eso que los niños con padres abusivos acaban con parejas también abusivas. La familiaridad del patrón es reconfortante.’

‘Entonces, ¿cómo se rompe el patrón?’ Pregunto.

Frank ríe. ‘Díme tú – ¡ya lo has hecho! ¿Qué crees que se necesita?’

'¿Un plan?'

'Supongo. Eso te ayudará a determinar qué statu quo heredarás – qué universo aparecerá una vez lanzadado los dados. Pero dime: ¿qué se necesita más que nada?'

‘No sé...’ Pienso por un momento. ‘¿Valor?’

‘Exactamente. Y de seguro que estarás de acuerdo, es algo que nadie puede darte. Tienes que encontrarlo dentro de tí: el valor para elegir el cambio sobre lo previsible.’

Cavilo esto. Tiene toda la razón. Tengo el plan. Probablemente siempre he tenido algún tipo de plan. Hasta ahora, meramente me ha faltado el valor.

Pase lo que pase, caigo en cuenta que acabo de tener otra discusión abstracta y filosófica con mi tío. Por algún motivo, nunca llegamos a lo concreto (por ejemplo, ¿cómo exactamente es que funcionan sus impresoras?).

Pero entonces, tal vez es que los detalles no son realmente tan importantes.


Lunes, 3 de marzo de 2014, 8:15 AM

‘Buenos días, Silvio.’

‘¡Hola, jefe! ¿Qué tal la trasnochada?’

‘Como te podrás imaginar, toda una 'pijamada'. Lo de ‘trasnochada' le cae que ni pintado porque nadie durmió gran cosa, salvo un cierto baterista.’

‘Eso oí. Zar llamó y me contó que Juss pasó la mayor parte del sábado en la cama .’

‘Incluso yo me sentí algo agotado. Una noche loca, sin duda. ¿Volviste bien a casa?’

‘Sí, Juss me llevó. Todo bien.’

‘Espero que Zar se haya disculpado.’

‘Lo hizo. Siempre lo hace. Por ahora será amable. Hasta la próxima.’

‘Parece que es problemático.’

‘Ajá.’

‘¿Podrías abundar?’

‘No debiera. Tendrá que venir de Justine.’

‘Bueno, supongo que no debiera meter el hocico donde no cabe.’ Me avergüenzo un tanto por haber fisgoneado. Al mismo tiempo, estoy bastante impresionado con Silvio; lo sigo creyendo un chismoso, pero no lo es. Estoy a punto de irme cuando dice:

‘Zar me contó que le mostraste el estudio. Que le explicaste todo el asunto de 'cantar en la tonalidad equivocada'. Incluso que grabaron un poco.’

‘Sí. Fue buena forma de romper el hielo por la mañana, ya sabes.’

‘¡Qué envidia el no haber estado!’

‘Para la próxima, socio.’

‘¿Conque va a haber una próxima?’

‘Claro. ¿Por qué no?’ Me pregunto si Silvio está captando mi intención otra vez, pero me responde con:

‘Eres un tipo valiente.’ Vuelve a su pantalla y toma un sorbo de café.

‘Con suerte, iré llegando’, respondo.

‘Por cierto,’ dice, ‘Susan, la asistente del sr. McCrae, te estaba buscando.’

‘¡Carajo! Probablemente sobre el partido de baloncesto. ¡Qué joder!’

‘¿Me lo dices?’

‘Supongo que tendremos que hacer de tripas corazones.’ Silvio asiente acongojado.

Entro en mi oficina, suelto el maletín, cuelgo mi chaqueta en el armario y enciendo mi computadora. Una vez que carga, abro Outlook y espero por mis mensajes. Veo que se descarga uno de Duffield Construction, así que agarro mi teléfono y llamo a Silvio:

‘Oye, hermano– ¿puedes traerme de nuevo el archivo de Duffield?’

‘Claro, jefe.’

Cuelgo y espero a que se descarguen los otros mensajes. Hay bastante spam, algunas noticias (cometí el error de suscribirme a unos cuantos sitios de la red y estoy recibiendo demasiadas actualizaciones) y hacia el final hay uno de Susan Markham (la asistente del jefe).

Y otro, de Justine. Lo abro:

Quería agradecerte de nuevo el ser tan comprensivo, servicial y amable respecto al desastre durante la cena del viernes. ¡Estoy profundamente apenada al respecto! Por favor, déjame invitarte a almorzar hoy.

Ni se te ocurra decir que no. (¡Tengo la sensación de que buscarás una excusa factible!) Hay algunas cosas que me urgen explicarte. 

Espero que sirva para aclarar todo.

Juss

xxx

'Intenta encontrar cómo salir de esa, jefe.'

‘¡Por Dios, Silvio! ¿No tocas en la puerta? ¡Eres como una especie de ninja!’

‘Lo siento. Soy un fisgón incorregible. No puedo evitarlo. Es uno de mis defectos de carácter.’

‘¿Esa es tu excusa?’

‘Es la mejor que tengo. Además, ¿me quieres decir que nunca husmeas?’

‘Bueno…’

‘¡Ajá! ¿Y cuándo fue la última vez que lo hiciste?’

‘No es asunto tuyo. Y deja de cambiar el tema.’

‘Entonces vas a acceder, ¿no?’

‘¡Lárgate!’

‘Porque no creo que tengas opción.’

‘¡Fuera de aquí!’ Intento darle con el plano del expediente que me acaba de dar, pero lo esquiva y sale del despacho riendo. Puede que no sea un chismoso, pero mantener las apariencias profesionales va a ser un problema, como sospechaba.

Vuelvo al mensaje. Silvio tiene razón, por supuesto. Antes de decidir cómo responder, abro el de Susan Markham. Sí, efectivamente se refiere al baloncesto: hay algo sobre reunirse en las Canchas Deportivas de Docklands a las 6:00 pm el jueves. No está lejos de donde Silvio y yo almorzamos la semana pasada, así que tengo idea de cómo llegar.

Hay algo más en el correo sobre la revista Lawyers Weekly, pero no parece importante – lo revisaré en otro momento.

Cambio la imagen, vuelvo al correo de Justine y medito un poco más. Sé que dije que mi enamoramiento estaba disminuyendo. También que hice propósito de mantenerme distante. Pero no puedo evitar que mi corazón esté latiendo tan rápido que me estoy mareando otra vez. Las tres pequeñas 'x' no ayudan.


12:40 PM

Fui por mi cuenta al Shark Fin Inn en Little Bourke Street: Justine tenía que ver a un cliente y me dijo que iría directamente desde allí al restaurante.

Recuerdo al Peking Palace mientras me acerco a su exterior. Como el resto de Little Bourke, parece haber sido construido en lo que había sido un callejón, aunque uno que se ha vuelto 'respetable' – especialmente en este extremo de la calle. El restaurante está ubicado en un edificio de color rojo intenso, en forma de bloque, con letras doradas desvaídas, letreros de neón envejecidos y una zaguán oscuro a la entrada.

Dentro, lo encuentro bien iluminado, con un techo color crema que contrasta con la alfombra roja. Hay patrones intrincados en las paredes y las pesadas columnas interiores están revestidas de azulejos verdes para dar la apariencia de cañas gruesas de bambú.

Veo a Justine de inmediato – me hace señas para que me acerque a una mesa con vista a la calle, donde la luz de verano se filtra através de la vegetación en la acera. Si sufrió algún efecto por la trasnochada del fin de semana, no lo muestra.

‘¡Dan, qué gusto verte!’ ¿Te gusta el yum cha?’

‘Mucho – ¿cómo supiste?’ Me acomodo en la silla frente a ella.

‘Bueno, tenía la esperanza que sí. Solía ir al Crystal Jade para el yum cha, que está un poco más cerca del trabajo. Pero pararon de servirlo hasta junio por alguna razón. De todos modos, la comida aquí es igual de buena – y la decoración es más bonita.’

‘Es encantador.’

‘¿Me dejas ordenar?’

‘Confío en ti implícitamente.’

Justine llama a un camarero. Él empuja un carrito de cestas de mimbre humeantes y Justine las examina, selecciona algunas y el camarero las coloca en la mesa. Se me contrae el corazón al ver que uno de los platos del menú son patas de pollo. Normalmente no soy tiquismiquis, pero esto me parece un tanto repugnante. Tendré que intentar disimularlo. Creo que empezaré con uno de los bollos de carne de cerdo en papel de arroz; me parece lo suficientemente normal cómo para sacarme las patas de gallina de la mente.

‘Me alegra tanto que hayas aceptado almorzar conmigo’, dice Justine. Ha tomado uno de las patas con sus largos dedos y está tirando suavemente de la piel con los dientes. No sé cómo lo logra, pero hace el comer con las manos lucir elegante.

Un camarero se detiene en nuestra mesa y, sin mediar palabra, llena nuestras tazas de té. Estoy absorto tratando de despegar el papel de arroz del dorso de mi 'bao' de cerdo.

‘¿Sabes que el papel es comestible?’ Justine dice. ‘No me molesto en quitarlo. Total, todo acaba en el estómago, como solía decir papá.’ Está chupando la pata de pollo y trato de no mirar.

‘Tus padres…’ digo, en un esfuerzo por distraerme, ‘escuché de Silvio que fallecieron hace muchos años, ¿te importa que pregunte sobre ellos?’ 

‘No, para nada’, dice Justine, agitando una mano pegajosa por residuos de la pata. ‘Esa historia es muy antigua. Quiero decir, todavía me entristece. Pero aprendes a vivir con ello. Recuerdas los momentos felices. ¿Como tú con tu tío? ¿O estoy metiendo la pata?’

‘De ninguna manera. Cuéntame más sobre tus padres.’

‘Decidieron ir a Sídney por carretera. Una especie de viaje de paseo. Zar llegó tarde a la familia y en esta ocasión lo dejaron conmigo – ya yo estaba en la uni. En fin, nunca regresaron. Chocaron de frente catastróficamente con un camión, en algún punto de la Carretera del Pacífico.’

‘Lo siento mucho.’

‘La vida cambió en un instante.’

‘Te convertiste en mamá.’

‘Supongo que sí. La diferencia de edades es tanta. Tenía diecisiete años cuando nació – veintiuno cuando nuestros padres murieron.’

‘Lo que hiciste es bastante especial, ¿sabes?’ 

‘No creo. Es lo que cualquiera habría hecho.’

‘No todos.’ Da fin al tema con un gesto de la mano.

‘¿Qué se supone que debía hacer? La familia de mi padre estaba en Inglaterra, la familia de mi madre estaba en San Francisco y Taiwán… aquí solo estábamos Zar y yo. Hubo que arreglárselas.’ Parece haberse afectado, así que decido cambiar el tema.

‘Hace rato que estoy curioso sobre el origen de sus nombres. Hay algo tan…’

‘¿Literario en ellos?’ Justine se ríe.

‘¡Sí!’

‘Bueno, para empezar, mi padre era Thomas Shelley. Fue descendiente de Percy y Mary Shelley. Y también resultó autor, ¿tal vez lo conozcas?’ Sacudo la cabeza. ‘Estudió en Oxford con Martin Amis y algunos otros, pero no alcanzo la misma aclamación crítica y éxito.’

‘¿Qué escribió?’

‘A ver: 'La sombra del crepúsculo'?' '¿Noches de la luna'? '¿Raza de cosecha'?’ Sacudo la cabeza.

‘Lo siento.’ Sonrío afligido y ella ríe.

‘¿Por qué? No tuvieron gran aceptación. Todavía estoy esperando a que un día los ‘descubran’. ¡Entonces podré recostarme a gozar el gastar los cheques de regalías de autor!’

‘Esperemos que sí.’

‘En fin, dada la obsesión de mi padre por la palabra escrita, supongo que era inevitable que Zar y yo acabaríamos nombrados en honor a personajes literarios – en este caso, de las novelas en inglés favoritas de mi padre – el 'Cuarteto de Alejandría'.’

‘Ah, por supuesto – de Lawrence Durrell. No puedo imaginar por qué no se me había ocurrido antes: Justine, Balthazar, Mountolive y Clea.’

‘¿Los conoces?’

‘Por supuesto que sí. Ojalá no te importe que lo diga, pero menos mal que tus padres no tuvieran dos hijos más – Clea podría estar bien, ¡pero le ronca llamarse Mountolive!’ Justine se ríe ante esto.

‘No, no había planes para más. Resulta que fue coincidencia – mi verdadero nombre es Jìng Yí y el de Zar es Bǎo Jiā. Mi madre siempre dijo que si papá nos ponía el apellido, ella nos daría nuestros nombres. Papá notó la similitud entre mi nombre y 'Justine'. Cuando Zar nació, le insistió a mamá para que eligiera algo similar a 'Balthazar'. El resto es historia.’

‘Ah – conque eso fue lo que pasó. ¿Dónde se conocieron tus padres?’

‘Aquí en Australia. En Perth, por cierto. Mi madre vino a estudiar música. Mi padre fortuitamente era profesor en la UWA. Se casaron y luego se mudaron aquí cuando papá ganó una beca de investigación en la Universidad de Melbourne. Y se mantuvo escribiendo por su cuenta.’

‘Mi esperanza es convertirme en escritor algún día.’

‘¿Eh? Pensé que lo tuyo era la música.’

‘No. Solo un pasatiempo. Mera diversión casual. Mas bien es cosa de Frank. Mejor dicho, era cosa de Frank.’

‘Lo siento: Su muerte evidentemente todavía te resulta sensible.’

‘Un poco.’ Nos quedamos en silencio por un instante, durante el cual me siento obligado a fingir tristeza. Elijo uno de los patas de pollo y me animo a probarla. Parece no haber algo de carne en absoluto sobre los huesos.

‘Todo está en la piel. No seas tímido: tienes que usar los dientes para quitarlo. Y puedes chupar la médula.’ Mientras dice esto, lo demuestra y empiezo a experimentar un sofoco nuevamente. Afortunadamente, Justine cambia de tema, aparentemente distraída, preguntando: ‘Entonces, ¿qué te gusta escribir?’

‘Pues, estoy escribiendo mi biografía como una especie de diario. Concurrentemente. Ha sido divertido. Casi todos los días o cada dos días. Intento recordar exactamente lo que pasó, luego escribo de 2 a 3,000 palabras.’

‘¿En serio? ¿Cuándo empezaste?’

‘Justo antes de Navidad. A la muerte de tío Frank.’

‘Vaya.’

‘Conocernos fue la tercera o cuarta cosa que escribí, por cierto.’ Me pregunto por qué lo dije y me lo recrimino mentalmente.

‘Entonces, ¿estás logrando mantenerte al día con eso, incluso con tu mudanza y todo lo demás?’

‘¡Solo a duras penas!’ Río. ‘¿Y tú? Con un padre literario, una madre y un hermano musicales, tú también debes andar metida en las artes.’

‘Me encanta pintar. Hice una carrera pre-jurídica bastante extraña: bellas artes. Pero cuando mamá y papá murieron, todo eso se desvaneció. Tuve que ganarme la vida. Lo llamamos zé rèn. Es un sentido de deber, el tipo que los padres sienten hacia sus hijos pequeños, o los hijos hacia sus padres ancianos.’

‘Obviamente todavía lo sientes hacia tu hermano.’

‘Los hábitos viejos son difíciles de romper. A veces siento que todos estamos en una especie de rueda para conejillos de indias: condenados a seguir corriendo en el mismo sitio.’

'Presos en un patrón.'

‘Exactamente.’

‘Pero Zar es lo suficientemente mayorcito – no es tu responsabilidad.’

‘No puedo evitar sentir que sí lo es.’ Justine mira su plato. ‘Digamos que está pasando por un mal momento, por decirlo así. Necesito verlo parado hecho y derecho.’

‘¿Por qué?’

‘¿Quién más queda?.’

‘¿Te importa si pregunto qué le pasa?’ Justine ríe.

‘¿Aparte de ser un típico miembro de la ‘juventud inconforme’ o ‘rebelde sin causa’? ¿Sin contar con su ‘temperamento artístico’? Bueno, el diagnóstico oficial es depresión clínica.’

‘Ah, veo.’

‘La mayoría de la gente piensa que la depresión clínica se manifiesta como 'tristeza'. En el caso de Zar no es así. Claro, tiene episodios de quedarse tirado, hecho un guiñapo, lamentándose. Pero en general, su depresión se expresa como ira. Se desquita con la gente: conmigo, sus amigos…’

‘¿Y qué está haciendo al respecto?’

‘El problema es que, hasta hace poco, Zar no aceptaba que tenía un problema. Un caso típico de negación.’

‘Hacerse la vista gorda…’

‘Sí, exactamente. Por supuesto, pronto comenzó a automedicarse: inicialmente con alcohol y, en los últimos años, con drogas.’

‘¡Jum! Ya veo por dónde va esto.’

‘¡Sí que 'jum'! Le gustan los tranquilizantes– probablemente porque su depresión se manifiesta como ira. Empezó con lo que pudiera conseguir. Luego, en los últimos meses, se volvió adicto a la heroína.’

‘¿En serio? ¿heroína? ¡Ese es un vicio caro! ¿Quién estaba pagando por eso?’

‘Preferiría no entrar en eso. Digamos que no fui yo, y que no iba a durar.’

‘¿Y qué hiciste?’

‘Tan pronto me enteré, lo llevé a nuestro médico de cabecera. Últimamente le ha recetado tabletas de codeína, de esas que se pueden romper en pedacitos. Se supone que está dejándolo poco a poco, reduciendo la dosis. Y lo está logrando. Pero da tres pasos adelante y luego uno hacia atrás. Para ayudar a romper el ciclo, el médico también le recetó Valium. Y ha estado probando con diferentes antidepresivos. Pensándolo bien, ha habido gran mejoría estas últimas semanas. He visto un cambio grande en él. Empezó TAFE. Está tocando con la banda de nuevo – ese concierto reciente, por ejemplo.’

‘Suena prometedor, Justine.’

Ayuda a mantenerlo ocupado – y distraído. Por eso pensé que sería genial llevarlo a tu casa; podía sentirlo tambaleándose. Fue mi idea de una especie de 'intervención', supongo.’ Justine parece de repente darse cuenta de la connotación y se sonroja. Es la primera vez que veo su cara ponerse roja. ‘No quise decir que te estuviera 'usando' o algo por el estilo. Más bien que… bueno… Zar parecía tan emocionado, tan entusiasta. Pensé…’ 

‘¿Que podría distraerlo un poco?’

‘Lo siento mucho, Dan. Eso sonó horrible.’

‘No – nada de eso. Tuvo todo el sentido del mundo. Zar estaba interesado en lo de la ingeniería de sonido. Lo mencionaste cuando sugeriste venir con una pizza. ¿Quién iba a saber que terminaría duplicando su dosis de todo y luego añadiendo algo nuevo a la mezcla? Supongo que esa pastilla fue la que terminó dejándolo fuera de combate.’

‘Sí. Ese día acababa de recoger la receta. La ha probado en casa desde entonces y ha tenido un efecto similar: no tan fuerte, por supuesto, sin la mezcla de las otras cosas, pero bastante potente por su cuenta. Se queda dormido unos treinta minutos después de tomarla.’ Me habla sin levantar la mirada. ‘Espero que no estés enojado. Parece tan... oportunista de mi parte. Eres nuevo en la ciudad y en la firma...’

‘Escucha, no seas tonta.’ Es mi turno de poner mi mano sobre la suya. ‘Valió la pena intentarlo. Y me dio gusto poder ayudar. A fin de cuentas, todo salió bien, ¿verdad?’ Decido retirar mi mano.

‘Me mortifica contarte todo esto. Apenas nos conocemos.’

‘No te preocupes por eso. Me alegro que me lo hayas contado. De todos modos, ya lo sospechaba. Y me siento honrado de que hayas decidido confiar en mí.’ 

Justine encoge los hombros y encurva una esquina de sus labios. ‘No tenía muchas opciones: o te lo contaba todo, o te dejaba pensando que éramos un manada de locos.’

‘La adicción a las drogas es solo otra de esas ruedas de conejillo. Todos tenemos una. No me toca juzgar la de los demás.’ Quiero decirle que mi rueda particular es mucho más grande y complicada de lo que ella podría imaginar, pero ¿por dónde empezaría?

Terminamos nuestra comida con un intercambio de bromas amistosas. Supongo que debería sentirme bien por todo esto: una colega se ha confiado en mí. Me he hecho de una amiga y quizás incluso le haya proporcionado algún tipo de solución para lo de su hermano. Pero a fin de cuentas, no puedo evitar sentirme vagamente desalentado por lo que Justine me ha contado. Sé que no debería importarme, pero ahora veo que ella sólo vino a mi casa a cenar como parte de una ‘intervención’.

Supongo que eso afecta más al ego que a cualquier otra cosa. Y dado mis planes, nada de eso debería importar a largo plazo.

El problema es que no estoy del todo seguro de que sea sólo ego. Tal vez una parte de mí está empezando a preocuparse por alguien, alguien que resulta no ser la ‘chica imaginaria’ de la que he estado enamorado hasta ahora.


Jueves, 6 de marzo de 2014, 6:59 AM

‘Tío Frank, ¿estás ahí?’ Una vez más estoy mirando una pantalla en blanco – la transmisión de video parece bastante pobre.

‘Sí, estoy aquí, compa. Yo te veo. Supongo que no puedes verme, ¿verdad?’

‘No – nada aún.’

‘Espera un momento. ¿Cómo se ve ahora?’ Veo al temporizador en la pantalla indicando que algo se está cargando. De repente, Frank aparece, frunciendo el ceño y mirando el teclado.

‘Sí, ya te veo.’

‘Ah, bien. Debo haber apagado el video sin querer.’ A menudo me pregunto cómo Frank ha podido navegar la era electrónica. Ha logrado maravillas con sus inventos, sin embargo, rutinariamente mete la pata de las formas más tontas al utilizar software básico – es difícil reconciliar ambas cosas. Se recuesta en su silla y se ve bañado por la luz dorada de la tarde. ‘¿Cómo van las cosas? ¿Sigues viendo a la encantadora Justine?’

'Eh – no, no seriamente. Bueno sí, almorzamos juntos el lunes, pero sólo sirvió para confirmar las cosas: se me hace que sólo ‘me quiere de amigo'.’

‘¿Qué te hizo pensar eso?’

‘Bueno… Parece que venir a cenar no fue más que una 'intervención' conveniente para los problemas con drogas de su hermano. Verás, fui a uno de sus conciertos y terminé ayudando con el sonido.’

‘Típico de tí.’

‘Y Justine notó que hice migas con Zar (así se llama el hermanito).’

‘¿Y pensó que serías una buena distracción?’

‘Ajá.’

‘Jum.’ Frank cavila esto durante un minuto. ‘Sabes, eso no necesariamente significa que no esté interesada.’

‘No, supongo que no. Pero nada de eso importa ahora de todos modos.’

‘¿Por qué?’

‘Bueno que lo preguntes. ¿Recuerdas cuando palmeaste esa silla junto a ti? ¿Cómo te caería si me diera la vuelta por allá? Bueno, no de inmediato, pero pronto. Tengo algunas cosas que terminar aquí, tal vez en un par de semanas.’

‘¡Diantre!… ¡Estoy anonadado! ¡Eso sería genial! Pero estoy algo sorprendido... Después de todo, acabas de empezar una nueva vida allí. Tienes un trabajo...’

‘Sí, pero es trabajo de abogado, tío. Me tiene hasta la punta de la coronilla. No sé qué inventaré en Río, pero de seguro que no sera el derecho. Encontraré algo – no importa lo que sea. Podría vender las dos casas aquí a nombre de Pikkeljig y todavía tengo la mayor parte del dinero que me dejaste... Podría invertir en... No lo sé. ¿Pero por qué seguir con algo que ya me apesta?’

‘¿Y qué tienes en mente, sobrino?’

‘Lo que realmente ansío es empezar a escribir: ensayos, artículos... ficción... Mis propios 'inventos'. Eso es lo que quisiera hacer. La ley y yo nunca encajamos bien. Para ser honesto, detesté la profesión desde siempre. Más que nada, odio trabajar para otros, sea alguien como Dixon o como McCrae.’

‘Parece que estás en el mismo barco que el noventa por ciento de los abogados que conozco...’ Hay una pausa mientras Frank respira profundo y se recuesta en su silla. Inclina la cabeza hacia atrás y puedo ver la barba en su mentón. Es curioso cómo solía ser de tono bronceado – ahora es completamente canosa. ‘Vale, primero: no te preocupes por lo del dinero. No hay necesidad de vender cosa alguna, tengo de sobra.’

‘Nunca me dijiste cómo ganaste tu dinero, tío.’

‘Inversiones.’

‘¿Pero de qué tipo?’

‘Bueno, supongo que la más grande fue cuando en 2003 vendí todo lo que tenía – y me refiero a todo, incluyendo la casa en Northbridge (¿la recuerdas?) – y lo invertí todo en acciones de Apple. Sólo por presentimiento. Por buen rato, no hubo movimiento. Para el 2005 habían subido algo, pero solo un poco. Y de repente, se disparó. A principios de la década de 2010 había obtenido un beneficio del 6,000%.’

‘¡Coño! ¡Y pensar que especulé que estabas imprimiendo dinero!’

‘¡No! No seas pendejo.’ Frank parece disgustarse. ‘Además, también me metí temprano en el Bitcoin, que parió una pequeña fortuna. Y uno que otro cosita más. En resumen, hay lo suficiente para tenernos felices a los dos.’

‘¡Rayos!…’

‘Lo segundo es que, si vendieras las casas, primero tendría que desmantelar el equipo. Eso no es fácil. 

Por último no me parece que querríamos perder las ubicaciones de impresión, ¿sabes a lo que me refiero? Es conveniente para viajar.’

‘Ah. Entiendo. Eso es un alivio, si te soy honesto. ¡Significa que puedo irme antes!’ Frank asiente y sonríe. No estoy seguro de cómo abordar el segundo (y más importante) tema que tengo en mente. Después de un rato, simplemente digo: ‘¿Puedo preguntarte algo más, algo completamente diferente?’

‘Dispara.’ El tío Frank se mece suavemente sobre las patas traseras de su silla. Ha abierto una botella de cerveza y me pregunto si eso es bueno para su corazón.’

‘¿Sabes que he estado haciendo copias de mí mismo, tal como dijiste?

‘Sí, vi tus grabaciones en la red. Apuesto a que todavía no has ido al médico...’

‘Todavía no, pero lo haré pronto – lo prometo. De todos modos, lo que quería saber es, ¿por qué es tan importante para nosotros tener una copia reciente? Quiero decir, ¿no sería mejor imprimir una versión más joven de mí? A propósito, después de que murieras, ¿por qué no me hiciste imprimir la versión más joven de ti? ¿Por qué tuve que ir a la versión más reciente? Estarías más joven, más saludable, más en forma, más fuerte...’

Frank reflexiona sobre esto por un momento. ‘Siempre vas directo a la médula con tus preguntas filosóficas, ¿sabes?’

‘¡Vamos! ¡Como si todo este asunto no las provocara a cada vuelta!’ Frank ríe y toma un sorbo de su cerveza. Puedo ver que la etiqueta dice 'Brahma'. (Si mal no recuerdo, en el folclor hindú Brahma es el padre de Manu, es decir, de la humanidad. También es conocido como Vaagish – el Señor del Sonido.)

‘Bueno… Para responder a tu pregunta, se reduce a una palabra: recuerdos.’

‘¿Recuerdos?’ 

‘Sí, camarada. Eso es lo que te hace ser quien eres. Si tu ‘alma’ vive en algún lugar, entonces es en tus recuerdos. Piénsalo: entraste en la cabina en Perth. Luego saliste y te encontraste en Melbourne. Sin interrupciones en tus recuerdos, ¿verdad?’ 

‘Sí, correcto.’

‘Se tiene una sóla oportunidad de vivir, y esa oportunidad no es más que una larga lista de recuerdos. Eso es lo que te hace una sola persona, incluso cuando cada molécula y átomo está siendo reemplazado constantemente hasta que nada queda del 'original'. Eso es todo lo que te separa del olvido: recuerdos a los que puedes añadir. Es la razón por la que nos desesperamos al ver a nuestros seres queridos padecer de Alzheimer. ¿Recuerdas lo que le pasó a Baba Vera? Puede que no mueran, pero pierden su alma, pierden quiénes son. Así que, como verás, no me importa si mi cuerpo se está volviendo viejo y desgastado. Prefiero este cuerpo a uno más nuevo cualquier día, porque ese cuerpo más nuevo necesariamente eliminaría recuerdos que ya he hecho, restaría de mi línea en el tiempo y, por lo tanto, me quitaría parte de mi vida. Y recuerda: las memorias que se añaden al final son tan importantes como las primeras, tal vez incluso más. Cada nueva línea que se añade a mi rostro se basa en lo que ha pasado antes. Significa que me estoy enriqueciendo: en experiencia – en vida. ¿Por qué querría perder eso?’

‘Pero, ¿qué tal el hecho de que podrías… No sé... ¿rejuvenecerte?’

‘Tanto que te preocupaba borrarte antes. Bueno, déjame decirte, eso es precisamente lo que sucede cuando borras recuerdos. Cuanto más pierdes, menos el 'tú más joven' es la misma persona. Alguien sería más joven, pero cuanto más atrás vayas, menos esa persona eres tú. Básicamente, tus recuerdos son lo que te conectan con tu yo impreso. De lo contrario, solo estarías creando a otra persona.’

‘Estoy empezando a entender por qué quieres que haga copias con frecuencia...’

‘¡Qué bien! Considera el que pudieras seguir volviendo al mismo instante una y otra vez. Pero si no tienes absolutamente ningún recuerdo de que lo has hecho cien veces antes, eso no sería una vida. Eso sería como el Día de la Marmota sin la previsión de lo que va a suceder ese día. Sería como no tener la capacidad de retener la memoria a corto plazo. Acabarías con una multitud de vidas paralelas mientras solo estás consciente de una de ellas en cualquier momento dado. Y se podría argumentar que nos sobraría, porque ya tenemos eso en lo que se llama el 'multiverso'. No, lo que queremos es una sola línea en el tiempo. Eso es lo que es la vida.’

‘Vale, creo ya entenderlo...’ 

‘Por cierto: es la misma razón por la que no queremos imprimir copias de nosotros mismos. Crear otra línea en el tiempo no añadiría algo a la que ya tenemos. Y sólo complicaría las cosas enormemente...’


5:43 PM 

Ha sido un largo día en la oficina y estoy apresurándome por la calle Bourke camino a las canchas deportivas de Docklands. He convencido a Silvio de que deberíamos correr hasta allí para calentar. Al llegar a un semáforo, me detengo a revisar mi teléfono. Tengo la corazonada que he perdido un correo electrónico de D1. Me conecto a mi cuenta de correo electrónico a través de la red móvil y mi sospecha se confirma. No suena feliz:

Hola D2

¡Vaya, qué difícil es dar contigo!

Trato por Skype a cada rato y nunca estás en línea. Incluso cuando estabas, sonaba y se cortaba. ¿Me estás evitando? Espero que no estés molesto por haberte tocado la pajita corta. Podría haberle pasado a cualquiera de los dos, ¿no? 

Escucha, parece que Kylie está empezando a olerse algo. Según mamá, le ha contado a Brad sobre nuestra 'promoción secreta' y este se meó de la risa. Creo que su comentario fue: '¡Bueno, muéstrame el dinero!' Kylie quedó completamente desconcertada. ¿Te conté que ya se ha gastado $2,000 para unirse al CACA? 

En fin: ¿cuándo se deposita ese primer cheque de pago? Eso bastaría para hacerla cambiar de opinión. Creo haber ya cerrado casi todo el trato aquí en KL. Podría estar regresando a casa bastante pronto. ¿Te acuerdas de Teresa Rosario? Ella está actuando a nombre de uno de los otros socios de la empresa conjunta. Nos llevamos muy bien y ha ayudado a suavizar las negociaciones con los subcontratistas. Tengo la sensación de que es buena suerte no tener mi anillo de boda. Nada, tengo ganas de hablar con alguien que realmente sepa lo que está pasando en nuestras vidas. ¿Puedes llamarme por Skype, amigo? Coño, incluso estoy pensando en llamar o enviarle un correo a Frank. Me estoy desesperando – y él ha estado sospechosamente callado. ¿Qué opinas?

D1

Admito que la última parte induce a mi corazón latir mucho más fuerte que cuando corría. El semáforo se torna verde y yo sigo escribiendo. Silvio está corriendo estático.

‘¿Qué pasa, jefe? Te ves preocupado.’ 

‘Ah – solo un asunto urgente del trabajo. Aguanta un segundo. No tardo.’ 

‘¿Quién es D1?’ Dice Silvio, mirando por encima de mi hombro. Aparto el teléfono y lo miro enojado.

‘¡Por el amor de Dios, so entrometido– ocúpate de tus propios asuntos!’ Escribo:

Lo siento, D1 

Desesperadamente ocupado en el trabajo. Saliendo temprano, volviendo tarde. El primer pago se transferirá mañana. Llama a Kylie y muéstrale el depósito en línea después de las 6:00 pm más o menos. 

No aparecerá en tu cuenta de inmediato, pero el registro de la transferencia debería estar allí. No, repito, NO llames a Frank. Confía en mí – se dará cuenta de lo que hemos hecho (y ambos sabemos que no lo aprobaría). Te haré una videollamada esta noche, ¿vale? 8:00 pm hora tuya. 

D2

‘Jefe, el semáforo ha cambiado dos veces y vamos a llegar tarde.’ 

‘Lo siento, Silvio. Todo listo.’ Cierro la tapa, guardo el teléfono en mi bolsillo y reanudamos la carrera. Llegaremos un par de minutos tarde como mucho.


6:04 PM

‘¡Ya me preguntaba cuándo iban a llegar!’ Ian está en la 'Cancha Exterior No. 2' según lo acordado. Está tirando desde la línea de tres puntos. He estado observándolo desde que entramos y ha encestado cuatro canastos seguidos.

Justine está en la línea lateral estirándose usando la postura del perro y luciendo afligida.

‘¡Lo siento, Ian, tenía que mandarle un mensaje de última hora a un cliente!’ Digo entre bocanadas de aire.

‘¡Ah, ahora sí, ese es el tipo de excusa que me gusta escuchar!’ Lanza otro triple. Me siento un poco mareado y me pregunto cómo voy a sobrevivir el partido. ‘Bueno, al grano,’ dice Ian. ‘¡A dividirnos! Joven Silvio: jugarás conmigo. Trata de seguirme el ritmo, ¿vale? Vamos contra Dan y Justine. ¡Demostremos que la combinación de edad y juventud es la fórmula ganadora!’ Justine me mira y hace su gesto de alzar la vista y tornarse bizca por la exasperación. Ian me pasa el balón. ‘Dale, novato. Empieza tú. Demuéstranos de lo que eres capaz.’

Intento driblear alrededor de Ian, pero me intercepta hábilmente, gira, hace un ‘layup’ y anota dos puntos. Me pasa el balón y lo intento de nuevo, esta vez pasándole a Justine que intenta atraparlo. Silvio intercepta, pero lo hace con la punta de los dedos y la pelota sale volando.

‘¡Ay!’ grita, sacudiendo sus dedos impactados. Ian alcanza al balón, gira, tira desde la línea de tres puntos y anota. Le ‘choca los cinco’ a un Silvio poco entusiasmado. Noto que Ian y Justine intercambian miradas furiosas. Me pregunto qué nos perdimos antes de llegar.


6:35 PM

Estamos a veinticinco puntos (Ian y Silvio) contra dos (Justine y yo). Estoy sudando la gota gorda, doblado y jadeando. Ian está haciendo una pequeña 'danza de victoria' después de otro tiro de tres puntos. Me recuerda al consabido tío de la novia, borracho en la recepción.

‘¿Estás bien, Dan? Te ves un poco pálido.’ Justine apoya su mano en la parte superior de mi espalda, tan empapada que mi camisa translúcida se pega a mi piel como envoltura plástica. Me cuesta respirar, sin mencionar que mi corazón se me quiere salir del pecho, el pulso me martillea las sienes y un zumbido suena cada vez más fuerte en mis oídos.

‘No me siento muy... bien. Probablemente… necesito un descanso,’ digo. Veo a Silvio corriendo hacia aquí.

‘Jefe, estás más pálido que un papel.’

‘Eh – ¿qué te pasa, Djurdjevic? ¿Has perdido tu condición física últimamente? Tienes que mantenerte entrenando, amigo mío. ¡Te has dejado ir!’ McCrae se inclina frente a mí, el rostro ladeado, sonriendo su sonrisa de mandíbula cuadrada.

El zumbido se vuelve tan fuerte que empieza a ahogar su voz. De repente, el mundo está girando – peligrosamente.

Despierto. Estoy tumbado del lado izquierdo con la cara sobre la cálida superficie de la cancha; puedo sentir granos de arena y grava contra mi mejilla y labios. Una hormiga entra en foco – corre, pasando al lado de una hoja de hierba que crece en una grieta que se extiende más allá de mi vista. Me pregunto dónde estoy. Puedo sentir la brisa fresca de la tarde envolviéndome. Se ve acentuada por el cálido aliento de alguien y un olor a perfume – Chanel No. 19. ¡Es Justine! Me regresa la memoria.

‘¡Está volviendo en sí!’

‘¡Ah, sólo lo hace para llamar la atención!’

‘¡Cállate, Ian! ¡Se ha lastimado!’

‘¡Bah – solo un rasguño! ¿Eh, Djurdjevic? ¡Tienes que volver al gimnasio, hijo mío! ¡Ponte las pilas!’

Siento sabor a sangre y me doy cuenta de que mi labio derecho está hinchándose. Siento el interior de mi boca con la lengua y noto que está lacerada. Empiezo a sentir irritación en la frente por el roce del pavimento, justo encima de mi ojo. Al parecer, me he ido de bruces.

‘¿No deberíamos llamar a una ambulancia?’ pregunta Silvio.

‘¡Ay, cálmate, gallina culeca! ¡Es un hombre hecho y derecho que meramente se ha caido! Vamos, Djurdjevic, ¡levántate! ¡Deja de hacer el ridículo!

‘Basta, Ian’, susurra Justine.

Empiezo a levantarme, preguntándome cuándo fue que McCrae empezó a llamarme por el apellido. Intento usar mi brazo derecho de apoyo, pero se colapsa mientras un dolor agudo me baja desde desde el hombro. Uso el otro brazo.

‘¡Ay!’ digo, mayormente para mí mismo, mientras sacudo el brazo. ‘Parece venirme del pecho…’ Palpeo mi pectoral superior derecho.

‘¡Oye, eso podría ser el corazón!’ dice Silvio.

‘¡No seas pendejo!’ se burla McCrae. ‘Su corazón está del otro lado.’ Sus palabras están tan saturadas de desprecio pueril que prácticamente gotean.

‘¡Dije que basta! ‘Ganaste' – como siempre. Déja ya el regodeo.’

‘No es otro de tus ‘perros realengos’. No te toca cobijar cuanto desamparado se te cruce.’

‘Das asco, Ian.’ Prácticamente le escupe las palabras. Ya estoy de pie, apoyándome en Silvio, quien me rodea con su brazo, observando la silueta de Justine encarando a nuestro patrón.

‘¿Qué? ¿Estás diciendo que estoy equivocado? Tu hermanito es un claro ejemplo. Tanto como el maricóncito que trajiste a la firma.’ Señala a Silvio sin mirarlo. ‘¿Y ahora vas a defender a un tipo que no puede jugar media hora de baloncesto? ¿Te doy asco?’ Un mosquito zumba en mi oído y le tiro un manotazo, dándome un golpe resonante – no solo me vuelve a sonar el oído, ahora también me pica el lóbulo.

‘Voy a decir esto una vez más – y solo una vez más. Mantente… Alejado… De… Mí… ¿Entendiste? No más llamadas telefónicas, no más correos electrónicos, no más 'encuentros fortuitos'.’ Justine enumera con los dedos.

‘¿Qué?’ Ian tiene los brazos levantados a los costados con la cadera ladeada. ‘¿En serio que ese yonqui no está agradecido por mi ayuda? Apuesto a que me está echando de menos ahora mismo. ¿A que maldice la hora en que decidiste terminar conmigo? ¡Tanto que le gustaba mi ‘ayuda financiera’! Pero no resulta sorpresa: cojea de la misma pata que la hermana, supongo.’

‘¡Vete a la mierda’ De repente, Justine le propina una bofetada – duro, en plena cara. Me estremezco. Sospecho que me habría tirado patas arriba: sus dedos y palmas largas están unidas a brazos igualmente largos y con buen tono muscular. Pero en McCrae parece tener poco efecto: se limita a enderezar su cara de frente, calmado, y comienza a reír. Más una risa contenida que una carcajada. ‘¡Mantente alejado de nosotros o presentaré una demanda por acoso a la velocidad del trueno’, sisea Justine.

Abruptamente, McCrae le agarra las muñecas. Ella se tensa y él la sacude violentamente. Luego acerca la cara a la de ella hasta que sus narices se tocan.

‘Vuelve a pegarme, y te juro que te lo devuelvo con creces. ¿Entendiste? En cuanto a tu amenaza de mierda– ¡dale, queridita! Se de más trapos sucios sobre tí de lo que puedes imaginar. Y tengo montónes más de dinero.’ La suelta de un empujón brusco, da la vuelta, escupe sobre el pavimento y le pasa de largo a Silvio. McCrae voltea mientras camina y se dirige a mí.

‘No sé qué te pasó, Djurdjevic. Pero me decepcionaste. Esmérate en que no vuelva a pasar, ¿entendiste? Y si quieres que tu carrera prospsere, búscate mejores amistades.’

Lo oigo escupir otro gargajo mientras se aleja hacia el crepúsculo que va cayendo.

‘¿Estás bien, Dan?’ Justine se me acerca. En la penumbra puedo ver que su labio inferior tiembla. También que sus ojos se están llenando de lágrimas, concluyo que de rabia, porque no parece estar a punto de desmoronarse.

‘Eh, estoy bien y mejorando. No tengo idea de lo que me pasó. Debo haberme desmayado. También me sucedió en Perth antes de irme.’

‘¿Te llevamos al médico?’

‘Jum.’ Me froto el labio y la mejilla. No me siento tan mal y el dolor en mi brazo ha disminuido. Tomo nota que debo ir al médico lo antes posible, pero por mi cuenta; para nada quiero revelarles a Justine y a Silvio que tengo situs inversus. Se me hace que sería demasiado para una noche. ‘No lo creo necesario. Estaré bien. Voy a buscar mi bolso e irme al tranvía.’

‘Ni a tiros’, dice Justine. ‘Vendrás a Caulfield conmigo. Podré echarle un buen vistazo a tu cara y llevarte más tarde. Silvio, ¿podrías irte a casa en el tren?’

‘Bueno, iba a ver si Ian quería compañía, pero supongo que mejor me voy’, ríe. Cuando le ve la cara a Justine, añade: ‘¡Ay vamos, ríete!’

‘No estoy de humor para gracias.’ Justine tiene los labios apretados y Silvio se encoge de hombros.

‘Vale, entiendo. Cuídate, Danno. Hasta mañana. No dejes que ese abusador te afecte, Juss. Es un cretino. Puede que haya ganado en baloncesto, pero te perdió, ¿verdad?’ Silvio mira su reloj, recoge su bolso, saluda en despedida y se desvanece en las sombras.

‘Vamos’, dice Justine, enlazando su brazo con el mío para llevarme a su coche. Quiero desesperadamente ser todo un machote y llegar por mi cuenta, pero tengo que admitir que todavía estoy bien aturdido.

Reflexiono que cabe mucho drama en unas meras par de semanas.


7:18 PM

Está casi oscuro cuando llegamos a la vereda de Justine en una calle tranquila y estrecha. Desde la calle apenas podía distinguir el tipo de casa que era; el follaje estaba tan crecido que casi ocultaba por completo la estructura, especialmente en el crepúsculo. Pero desde la vereda veo que es al estilo de una quinta de los años 30, una de esas construcciones de ladrillo doble, techos altos con tejas de terracota y una chimenea.

El aposento a las claras ha sido renovado; el exterior tiene un aire balinés, con una fila de palmas de areca australiana a lo largo de la cerca, suculentas en macetas a lo largo de la fachada y una pantalla de esteras cercando la parte trasera.

Se detiene justo fuera de la puerta principal y acciona el freno de mano. No hemos intercambiado una sola palabra durante todo el trayecto; es evidente que está furiosa. De todos modos, no tenía ganas de hablar. Pero al abrir la puerta dice:

‘¿Necesitas una mano?’ No espera la respuesta. En vez dice: ‘Quédate ahí’, y sale a abrir la puerta. Me desespero por no lucir como un debilucho, así que salgo del coche por mi cuenta. Al hacerlo, escucho la voz apagada de Justine gritando hacia el interior: ‘¡Zar, ven acá! ¡Ahora mismo!’

‘Estoy bien, estoy bien’, digo, pero ella corre a mi lado e insiste en que le ponga un brazo alrededor de los hombros. El mundo me sigue dando vueltas, pero creo que ahora se debe a una leve contusión cerebral al golpearme la cabeza, no por el desmayo. Eso explicaría la repentina náusea que siento.

‘¡BALTHAZAR! ¡Dije que necesito tu AYUDA!’ Grita, casi reventándome el tímpano. ‘Juro que es como si todavía fuera un adolescente. ¡Bitongo!’, murmura. ‘Es mi culpa, por supuesto.’ Estamos entrando por el pasillo que da a la sala. El interior ha sido renovado también, con una estética algo ecléctica: muebles de vinilo retro de los años sesenta, estanterías blancas de IKEA, una alfombra de piel de vaca algo incongruente sobre un suelo de madera clara y pulida, estantes y estantes de libros (una colección de tomos de la editorial Penguin grande y uniforme).

Y en todas partes, en cada pared, pinturas que supongo son de Justine: muchos retratos (principalmente al óleo, parece) con pinceladas gruesas y en capas (hay uno de un Zar bebé sentado dentro de una caja de cartón, otro al estilo impresionista de su versión adolescente sentado en una mesa de comedor, con el mentón apoyado en el puño) – algunos paisajes de con arbustos a espátula – otros abstractos, de colores vivos. También hay algunos bastante fortuitos (y absurdos, sino cómicos) de arte post-postmodernista (no sé cuál es cuál, pero estoy pensando en 'Stuckism', 'Thinkism', 'Funism', etc.). A simple vista, todos parecen interesantes; si no me sintiera tan mal, estaría estudiándolos con detenimiento.

Justine me acomoda en una silla de los años sesenta justo cuando aparece Zar, con el cabello enmarañado y los ojos cansados.

‘Por el amor de Dios, ¿dónde estabas?’

‘Sesteando un rato. ¿Qué carajo te pasa, Juss? ¡Ah…! ¡Hola, Dan! ¡Oye, ¿qué te pasa, compa?!’

‘¡Se ha demayado, eso es lo que ha pasado! Me habría venido bien tu ayuda justo ahora... ¡Y por el amor de Dios, mira esta casa!’ Supongo que se refiere a los platos apilados en el fregadero, derrames de líquidos, las migajas, trozos de mantequilla y otros sobras dejadas en las mesas, y la ropa regada por el pasillo.

‘No sabía que tendríamos visita...’

‘¿Por qué no limpias tus cagadas por ti mismo, para variar?’ Su labio tiembla mientras tira las llaves del coche sobre la mesa del comedor. ‘Lo siento, Dan’, dice, algo distraída.

‘Por nada. Supongo que no habrá un cubo por ahí ¿verdad? Siento un poco de nauseas...’ Las palabras tienen un efecto casi instantáneo: tanto Zar como Justine empiezan a entrar en pánico. Estoy mirando al suelo calculando cuánto de la alfombra de piel de vaca se salvará de que la embarre. Empiezo a tambalearme al escuchar los pasos de Zar corriendo, luego deslizando mientras frena, por el pasillo (supongo que hacia la lavandería) y de regreso.

‘¡Aquí tienes!’

Me lo lanza y lo agarro con ambas manos, luego vomito explosivamente en arcadas sucesivas. Incluso después de que los espasmos comienzan a disminuir, decido que probablemente sea más sensato dejar mi cabeza en el cubo, escuchando el eco de mis tos y arcadas secas. Noto una línea de residuos de jabón; evidentemente, lo usan para remojar ropa.

‘Algo no anda bien. Creo que tendremos que llevarte al hospital’, dice Justine. Levanto la mano.

‘Contusión~’, digo, sacando la cara del cubo (la primera parte de la palabra sonó hueca). ‘Sólo una pequeña contusión cerebral. Combínalo con deshidratación y eso es lo que tengo. No es gran cosa. En serio, hablo por experiencia. Solía jugar al rugby. Me han pasado cosas mucho peores, créeme. Me siento mejor ahora .’ Le devuelvo el cubo a Zar, quien lo lleva a la lavandería.

Justine se sienta frente a mí y empieza a quitarse las zapatillas. Algunos mechones de su cola de caballo han empezado a soltarse. Frunce el ceño profundamente y sus ojos aún se llenan de lágrimas. Se quita el otro zapato y lo lanza al suelo, luego se recuesta en la silla, tanto como el confort lo permite (estas sillas retro nunca fueron muy cómodas, son un poco como la ropa de poliéster que solían usar para entonces, puede que estuvieran de moda, pero no eran realmente funcionales).

Zar regresa con el cubo recién enjuagado y lo pone junto a mí.

‘Gracias, viejo. Debería estar bien ahora. Me siento mucho mejor.’ Escucho un profundo suspiro de Justine, quien se levanta y agacha para recoger sus zapatos y calcetines regados, luego desaparece de la vista.

‘¿Entonces qué coño te pasó, amigo?’ pregunta Zar.

‘No sé. Se me fue la mano y me desmayé. Me fui de boca como buen pendejo.’

‘¿En la mierda de juego de baloncesto que tuvieron con el hijueputa de Ian McCrae?’

‘El mismo. No se portó muy empático al respecto. Sobre todo –’ Justine está de pie en el pasillo y me hace señal que cierre la boca. ‘… en cuanto a mi falta de resistencia.’

‘No soy médico, socio, pero desmayarse - eso es bastante inusual. ¿Cuánto tiempo jugaste?’

‘No mucho. Creo que estoy anémico o algo similar. Me pasó en Perth justo antes de irme. Necesito consultarlo. No obstante, debo estar bien. Los doctores y el RPH no le dieron mucha importancia.’ (N. del T.: RPH se refiere al Royal Perth Hospital.)

En ese momento, Justine aparece con un poco de Dettol diluido, algodón y algunas curitas. ‘Zar, hazte útil y dale al hombre una bolsa de hielo para el labio.’ Tan pronto lo dice, Zar se levanta de un salto y va a la cocina.

‘¿Las arvejas congeladas sirven?’

‘Dije bolsa de hielo, tonto – la suave al costado de la puerta.’

‘No – no la veo… ¡Ah, ahí está!’

‘Sufre de ceguera doméstica’, explica Justine. Me limpia los raspones con el Dettol, y me arde. Lo hace con una especie de determinación sombría. ‘La mayoría de los hombres que conozco parecen tener esa condición. ¿Y tú?’

‘Me temo que sí.’

‘Me lo imaginé. Inclina un poco la cabeza hacia adelante.’ Limpia un poco más y luego se aparta. ‘No voy a tapar los rasponazos. Sanarán más rápido si los dejo al descubierto.’ Zar extiende la bolsa de hielo, que ella toma y me empuja a las manos. Me la aplico en el labio mientras Justine se deshace del algodón y el Dettol. Zar está de pie junto a mi silla, encorvado, con las manos en los bolsillos, una esquina de sus labios curvada hacia arriba. Se parece exactamente a Justine en este momento. Se oye un grifo goteando. ‘¿Qué vamos a cenar?’ la oigo decir. ‘Supongo que no tienes ganas de comer, ¿eh Dan?’ Su voz sube de volumen mientras regresa a la sala. ‘Pero tengo un hambre feroz. ¿Pizza, Zar?’

‘Me parece bien.’

‘Odio cocinar’, dice con total naturalidad. ‘Especialmente en una noche como esta. ¿Llamas a Cielo, por favor?’ le dice a su hermano. ‘Pide la de prosciutto, cordero mediterráneo y Gorgonzola. Lo que sobre podemos comerlo después.’ Se vuelve hacia mí y añade: ‘Hacen una pizza gourmet increible. ¿Cómo te estás sintiendo? ¿Mejor?’ Justine parece haberse animado un poco, pero sospecho que es más que un poco forzado.

‘Sorprendentemente contento’, digo.

‘Déjame ver ese labio’, ella aparta la bolsa de hielo, luego la regresa. ‘Sobrevivirás.’


8:43 PM

Justine está acurrucada en el sofá, con una copa de vino tinto en la mano. Zar está frente a mí, sus párpados están empezando a cerrarse y su cabeza a caer. Las cajas de pizza vacías o parcialmente vacías y sus restos están esparcidos sobre la mesa de centro . Me sorprende todo lo que es capaz de comer una chica delgada como Justine.

‘Zar, cariño, ¿has tomado tu Avanza, verdad?’

‘¿Eh?’ Zar levanta la vista, pero hay un atraso antes de abrir sus ojos. Justine suspira profundo.

‘Ves’, me dice, ‘así es la cosa. Un minuto bien, al siguiente tengo que llevarlo al dormitorio. O al baño y luego al dormitorio – lo que me toca hacer ahora. Y él apenas se acuerda al día siguiente. La última hora queda borrada casi completa.’ Deja su copa y va hacia su hermano, ayudándolo a levantarse con suavidad. ‘Vamos.’ La palabra lleva la inflexión del esfuerzo para levantarlo. Me pregunto si debiera levantarme para ayudar – de verdad que me siento mucho mejor. Incluso he comido un poco de pizza y estoy disfrutando de mi propia copa de vino tinto. ‘Por aquí, cariño’, dice ella, llevándolo.

Una vez que se ha ido, me levanto y empiezo a recoger las cajas de la mesa de centro. Junto las rebanadas sobrantes de pizza en un recipiente plástico que encontré debajo del fregadero y luego pongo las cajas de cartón vacías junto al basurero.

Apilo la vajilla en el lavaplatos, que ya está bastante lleno. (Admito que tengo una compulsión con poner a lavar aunque haya muy poco en la máquina, cosa que a Kylie la encabrona.) Después de eso, empiezo a limpiar las topes y mostradores. Veo a lo qué se refiere Justine con lo del reguero.

Oigo una puerta cerrarse suavemente y Justine regresa a la cocina.

‘¡Ay – por favor, no hagas eso! Lo recogeré más tarde. De veras.’

‘Nah – me siento mucho mejor. Siéntate y termina tu vino.’ Encoge sus hombros y se deja caer en el sofá, entrelazando las piernas y abrazándolas como una adolescente. Cuando levanto la vista del fregadero, noto que me está mirando. Algo me hace decir:

‘Tú y tu hermano son muy unidos.’

‘Jum. Querrás decir demasiado unidos, ¿verdad?

‘No, sinceramente lo digo con toda aprobación. Creo que es algo realmente especial. Yo ni siquiera tengo hermanos. A las claras, Zar te adora. Y eres tan cariñosa con él. Definitivamente no estaba insinuando algo, al estilo de Ian.’ Al mencionarlo el rostro de Justine se oscurece.

‘Te digo, todavía estoy tan... inmensamente... encabronada’ Pausa para tomar una bocanada de su vino, vaciando la copa. ‘Temo que dentro de poco tendrás que pasar la noche aquí. Perdóname. Es probable que estaré completamente borracha en corto plazo.’

‘¿Quién te culpa? Entonces, ¿cuáles son tus planes? ¿Vas a someterle un caso por acoso?’

‘Ya lo oiste. Sería una batalla campal y no estoy segura de ganar. De hecho, creo que me enterraría.’

‘Dijo saber algo ‘sucio’ sobre ti. ¿Es cierto?’ Justine respira hondo.

‘Sí, es cierto. Sólo que no sé hasta qué punto.’ Pongo algunos platos en uno de los gabinetes altos donde noté que los guarda. Hablo sin darme la vuelta:

‘¿Te importa si te pregunto qué podría ser? Obviamente no me debes respuesta si no quieres’, añado.

Justine reflexiona un momento mientras vacía lo que queda de vino en su copa. Finalmente, se estira perezosamente y bosteza largo y tendido. ‘Jum. Lo siento, Dano. Preferiría no hacerlo. Al menos no esta noche. Estoy demasiado cansada y es muy tarde. Para colmo, estoy bastante segura que no te caeré muy bien cuando te enteres.’

‘Lo dudo mucho. Además, acabas de decir ‘cuando’ - no ‘si’. Da la impresión que crees que eventualmente saldrá a la luz.’

‘A menos, por supuesto, que acceda al chantaje de Ian.’

‘Lo cual no vas a hacer.’

‘Exactamente’, dice, de forma ligeramente enredada, y toma otro trago. ‘Me estoy preguntando si puedo contar con Branka. Ella dirige nuestra División de Propiedades prácticamente independiente de Ian. Y no tenemos mucho que ver con la suya de Litigios. Debería poder escudarme. Por otro lado, Ian no ha desistido desde que lo dejé a principios de diciembre. Es un acosador, un obsesivo y no está acostumbrado a perder.’ Sus ojos se nublan mientras su mente divaga. Me gustaría saber más sobre el papel de Ian en la adicción de Zar, pero no quiero cambiar el tema todavía. En vez de eso, digo:

‘Entonces háblame al respecto. Elaboraremos un plan juntos. Dos mentes legales son mejor que una, ¿no?’ Justine piensa en eso por un momento y suspira.

‘¡Ay Dan! Si fueras cualquier otra persona. ¿Pero cómo se supone que le cuente mis secretos 'oscuros y siniestros' a alguien que es básicamente la reencarnación de Danny Kaye?’

‘¡Oye, ese es mi héroe!’

‘¡No me digas!’ Justine comienza a reírse a carcajadas. Ríe hasta que empieza a atragantarse y toser. La observo con cierta seriedad, mientras seco las últimas ollas en el estante. Sigue riendo mientras termina de vaciar la copa. Hay una mancha roja de vino en sus labios. ‘¡Epa! – falta me hacía. Calma los nervios. Solía hacer eso, cuando era más joven ¿sabes? Valentía de borracho.’ Sospecho que eso último tiene que ver con sus ojos ligeramente desenfocados.

‘Eres un espécimen bastante único. Nada como te creí al principio. Y nada como pensaba, hasta ahora. Tengo que admitir, proyectas una imagen pública impresionante: totalmente confiada, un aplomo sólido, diciendo lo perfectamente atinado en el momento justo.’

‘Esa es mi ‘cara profesional’. Perfeccionada a lo largo de muchos años. Es una fachada, pero no perfecta, si me entiendes.’

‘Claro. Eres tú, pero no totalmente.’

‘Sí.’ Su cuerpo está oscilando levemente. ‘Nosotros los chinos lo llamamos wú-wéi. Nada hay que hacer, pero todo acaba hecho. Es una especie de manipulación, pero benigna.’ Parpadea lentamente. Se nota que está cansada – y un poco ebria.

‘Pero entonces das la vuelta y me cuentas todo tipo de detalles personales sobre tus padres y hermano – tus pasiones y sueños.’

‘Esa parte no fue wú-wéi. Te lo conté porque... quise hacerlo.’

‘Bueno – , entonces al menos sé algo sobre ti, ¿no? Pero aún no tenía un perfil claro. Sólo un montón de datos. Y esta noche – brota la verdadera Justine.’ Al decirlo, noto que su cuerpo sigue su leve oscilación, mientras sigue abrazando sus rodillas.

‘¡Ajá! Dime entonces, ¿quién soy, Sherlock?’

‘No estoy del todo seguro. Pero te frustras. Te enojas. Pierdes la calma. Hay grietas en tu armadura. Eres humana.’

‘Sí.’ Veo que, más que una nota, está borracha. ‘Soy eso. Y una manipuladora. También mentirosa, al menos por omisión. Y ahora... Estoy oficialmente ajumada.’ Me mira con párpados caidos. ‘¿Y tú qué? ¿Tú, con tu fachada de Walter Mitty?’

‘¿Qué quieres decir?’ Regreso a la sala y me acomodo frente a ella en la incómoda silla de los sesenta.

‘Tu sabes – en un momento dado, torpe. Al próximo, tomando el control, organizando las cosas: en el concierto, en casa, en el trabajo. Branka dice que tu reputación legal es sólida como una piedra. Y que dominaste totalmente la entrevista. Llegas acá, y actúas como un chiquillo tímido. Conducta tan diferente como... qué sé yo, Danny Kaye en ‘El bufón del rey’. ¿Recuerdas cuando la bruja lo hechizó, y se convierte en un espadachín increíble?’ Mueve un brazo como si estuviera esgrimiendo. ‘Luego, cuando pasa el hechizo, es un payaso torpe.’ Eso último también es acompañado por gesticulaciones de brazos que terminan con una cara digna de el cuadro ‘El grito’, o tal vez a McCaulay Culkin en ‘Mi pobre angelito'. ‘¿Entonces, cuál es el verdadero Dan?’

‘Un poco de ambos, supongo. No ayuda que, dicho sea de paso, me pongas nervioso.’ Cuando oye esto, se ríe.

‘Tengo que admitir haber disfrutado oír eso. Significa que te gusto.’

‘Ja-ja’, río entristecido. ‘Bueno, es oficial: soy transparente para todo mundo, así que ¿por qué no incluirte?’ Justine ríe, sus manos juntas. Es una borracha alegre.

‘Me encantan tus detalles, como…’ gesticula mientras intenta recordar. ‘Ah sí – indagar en Google sobre mí y Zar para luego jugar la carta de que ‘me encantan las bandas de pub’. Piensas rápido, pero eres un pésimo mentiroso.’ Me siento sonrojar.

Culpable de todos los cargos, su Señoría.’ Creo que, aún curda, nota que estoy algo resentido por el último comentario, así que añade, más sobriamente:

‘Yo hice lo mismo, ¿sabes? Te busqué en Google. ¿Adivina qué encontré? Cero. Nothing. Rien. No tienes perfil de Facebook, ni de Linkedin, no tienes cuentas de Pinterest, Tumblr, MySpace, Google+, Instagram, Twitter – nada. Y una búsqueda general en Google resulta inútil: hay otro Dan Djurdjevic que aparece por todos lados. ¿Quién se imaginaba?’

‘¿Me buscaste en Google?’

‘Dije que basta con lo de actuar como Walter Mitty, ¿recuerdas? Bruscamente se levanta (tambaleando), se inclina, me rodea el cuello y me besa en los labios. Sabe a vino y algo de ajo de la pizza. Está inestable y casi se cae sobre mi cara. Imbécil que soy, suelto un:

‘¡Ay!’

‘No seas quejica.’ Y me besa de nuevo, esta vez con suavidad. Mientras se aparta, dice en voz baja: ‘Te vas a arrepentir de conocerme, ¿lo sabes, verdad?’

‘Se me hace que la cosa es al revés’, respondo. Pero no me está escuchando. Recorre el pasillo y regresa con una sábana, edredón y almohada.

‘Para su sofá, señorito. No soy tan fácil. Al menos, no quiero serlo. Además, estoy demasiado ajumada. Buenas noches.’

La observo trastabillar fuera de mi vista y me pregunto qué acaba de pasar. Desearía que quedara algo del vino barato en la botella, ya que dudo que pueda dormir. Cómo voy a llegar al trabajo es otra historia. Supongo que lo resolveremos por la mañana.


Viernes, 7 de marzo de 2014, 6:51 AM

Despierto a una luz lechosa que se infiltra en mi entorno desacostumbrado. Miro alrededor, confundido, luego recuerdo dónde estoy. Doy vuelta en el sofá, que se hunde y chirría (como lo ha hecho toda la noche). Me duele la espalda.

Suena un golpe entre los gabinetes de la cocina y me doy cuenta que esto es lo que debe haberme despertado. Cuando me yergo, veo a Zar sacando un plato hondo para sus Weetbix.

‘Ah, hola, compadre. ¿Dormiste bien?’

‘Como un tronco’, respondo. He estado dando vueltas toda la noche, sin poder dormir hasta alrededor de las 3:00 am. Mis ojos se sienten como si tuvieran arena dentro mientras miro mi reloj. ‘Vaya – voy a tener que ponerme las pilas – tengo que ir a casa y alimentar a Bugsy. ¡Vaya que va a estar furioso!’

‘¿Los gatos son así?’

‘¡Créelo que sí, socio! Se enfurruñan como loco. ¿Justine se ha levantado?’ Salto del sofá, casi enredándome los pies con el edredón. Llevo puesta una de las camisetas de Zar y uno de sus pantalones cortos, ambos me quedan un poco pequeños.

‘Esa es ella en la ducha.’ Ahora que lo menciona, se escucha el agua corriendo. ‘Estaba un poco desaliñada cuando se levantó. Deduzco por el vino que tuvieron la gran noche – apenas recuerdo.’

‘Jum. Tomé una copa. Tu hermana el resto.’

‘¡Diantre! Normalmente no bebe mucho. ¿Qué pasó en el partido de baloncesto? No la había visto tan encojonada en mucho tiempo. Ni siquiera después del concierto en el Espy.’ Tomo otro plato hondo del gabinete y lo lleno de Weetbix. La leche ya está sobre el mostrador, así que me sirvo. Zar abre una gaveta y me pasa una cuchara.

‘Gracias’, digo. ‘El tal Ian le puso a hervir la sangre. Entre otras cosas, no mostró mucha empatía por haberme desmayado. Tuvieron una pelea, supongo que podría decirse así.’ Decido ‘pintar con brocha gruesa’ al contar lo sucedido: Justine obviamente no quiere que Zar sepa los detalles de las amenazas de McCrae.

Nada nuevo en eso . Es encantador al principio. Se pinta como un amigo íntimo. Pero después de un tiempo empieza a criticar y a atacarte. Todo parece molestarle. Luego comienza a menospreciarte y eventualmente a ponerte nombretes. Juss se lo aguantó unos tres meses. Luego cada vez que se pasaba de la raya, ella lo largaba, ¿sabes? Pero él volvía con flores y haciéndose el arrepentido. Se aparecía con cosas: regalos caros... dinero... Hasta que un día Juss se entera que ha vuelto con su mujer. Eso fue la gota que colmó el vaso. Parece no querer entender que la cosa ha terminado rotundamente.’

‘Ya veo.’ Oigo la ducha apagarse en el baño.

‘¿Y cómo te fue en el sofá?’ Lo señala y levanta las cejas.

‘¿Supusiste que estaría en otro lugar?’ Sonrío.

‘Eh, no es asunto mío.’ Me siento en un taburete junto a él en el nicho del desayuno.

‘¿Cómo se ve mi cara esta mañana?’ pregunto. Zar echa un vistazo, luego me gira la barbilla suavemente con su pulgar e índice. 

‘Bastante bien. Todavía parece que alguien te dio una soberana paliza. Pero la hinchazón ha disminuido bastante.’

‘Jum – gracias. Creo.’ Tendré que encontrar un espejo para verlo por mí mismo.

En ese momento, Justine sale del baño envuelta en una gruesa toalla blanca. Una nube de vapor la sigue y se derrama por el pasillo como hielo seco en una discoteca. Apaga la brillante luz y el extractor y entra en la cocina, da un coletazo con la cabeza y su cabello mojado cae a un lado sobre el hombro. Comienza desenredarlo con los dedos.

‘¿Salimos por la puerta en quince? ¡Tengo que llevarte a casa, Dano! ¡No puedes ir a trabajar luciendo así!’ Está sonriendo, pero puedo ver las ojeras bajo sus ojos. Da un paso adelante y nos da a Zar y a mí un beso en la frente. Irradia calor después de la ducha. Huele a champú y jabón. Mientras desaparece en su dormitorio, Zar se vuelve hacia mí y dice:

‘Todavía no entiendo por qué estabas en el sofá.’


9:05 AM

Finalmente llego a mi oficina, guardo mi chaqueta y maletín, me dejo caer en mi silla y respiro aliviado. Más vale tarde que nunca.

Justine me dejó en casa alrededor de las 7:55 am. Sonrío al recordar cómo, mientras abría la puerta del coche, me dijo:

‘¿Oye, no se te olvida algo?’ Me haló hacia ella y me dio otro beso en los labios. 'Te veo en el trabajo,' dijo, luego se alejó por mi calle. He estado en las nubes desde entonces.

Por supuesto, Bugsy me esperaba ansiosamente en la cocina cuando llegué; maulló continuamente hasta que terminé de preparar su comida, luego se puso a comer en silencio. Incluso cuando tienen prisa, los gatos parecen estar relajados. Pensé que me había librado de todo castigo hasta que retrocedí y casi resbalo en el meado y caca de gato. (Sí, ya sé que en realidad no me estaba castigando – los gatos no son vengativos en absoluto – es que sufren de ansiedad por separación.)

Arriba, en mi dormitorio, inspeccioné los daños: no eran tan graves. Mi labio estaba casi como nuevo. Pero el impacto en mi arco superciliar había causado que apareciera un leve 'ojo morado' – junto con otros moretones en mi mejilla. El rasguño en mi frente todavía se veía fresco. Si acaso, reflexioné, probablemente me veía peor por el cansancio, principalmente por la falta de sueño.

Fui al baño, me afeité aprisa, me vestí con un traje nuevo y salí corriendo hacia el tranvía de Lygon Street.


9:15 AM

Ahora que estoy aquí, me pregunto por Silvio; no estaba cuando llegué hace unos minutos y todavía no se le ve por ningún lado. Cabe saber si todo está bien.

De repente me acuerdo de D1: ¡Se suponía que debía hacerle una videollamada ayer! Abro mi cuenta de correo electrónico en mi teléfono y veo un mensaje esperando por mí, fechado a la 1:30 am de esta mañana:

Compadre, esto se está volviendo molesto.

¿Dónde estás?

Veo que la transferencia se realizó, pero para convencer a Kylie voy a tener que esperar hasta que el dinero se deposite. Supongo que eso será mañana (hoy para ti).

Parece que algo grande está sucediendo en casa, así que realmente necesitamos hablar.

D1

Escribo rápidamente:

Lo siento D1 – Tuve otro desmayo. Esta vez ocurrió mientras jugaba al baloncesto con el jefe nuevo. Me caí y me golpeé bastante. Contusión cerebral etc. Dormí en el sofá de un colega anoche y acabo de regresar al trabajo.

¿Has sentido los mismos síntomas? ¿Episodios de mareos más frecuentes? Estoy empezando a pensar que esto es lo mismo que aquejó a Frank.

Te veré esta noche en Skype, ¿de acuerdo?

D2

Estoy cerrando la funda de mi teléfono cuando veo que se abre la puerta de la sala de conferencias. Branka, Jennifer, Silvio e Ian salen. Si me dejara llevar sólo por la expresión de Ian, diría que la reunión había sido un éxito. Si acaso, su expresión es una mezcla de satisfacción y confianza, como después de un trabajo bien hecho.

En cambio, Branka frunce el ceño. Desde aquí, parece tener la respiración acelerada: no exactamente hiperventilando, pero su pecho sube y baja casi igual de rápido.

La expresión de Jennifer es imposible de leer.

Silvio, por otro lado, parece totalmente abatido. Camina hacia su escritorio con la mirada fija en el piso. Dado que se sienta a solo unos metros de mi oficina, me cuesta pensar que no me ha visto recostado en mi silla tratando de llamar su atención. Branka se apresura a salir, aparentemente hacia el merendero, mientras Jennifer se queda un rato charlando en voz baja con Ian. De repente, la oigo decir 'adiós' y se dirige hacia el vestíbulo del ascensor, dejándolo solo. Este da una palmada, sonríe ampliamente y se dirige directamente a mi despacho. No me molesto en ocultar el hecho de que he estado observando. En su lugar, sonrío y saludo. Me hace lo mismo.

Al entrar en mi oficina, hace algo inusual: cierra la puerta.

‘Y bien, ¿cómo está nuestro herido hoy?’ Sonríe de oreja a oreja. La pregunta suena sincera, si bien algo burlona.

‘Ah – muy bien, Ian. Una tormenta en vaso de agua. Parece posible que tenga algún problema de deficiencia de hierro. Me hace propenso a desmayos.’

‘Probablemente sea todo. Por supuesto, la falta de condición física no ayuda’, dice. Sigue sonriéndome sin parpadear.

‘Cierto.’

‘Y de nada sirve dar tantas excusas, Dan. Si hay algo que he aprendido en todos mis años es que a la gente no le importan las excusas. Solo les importa los resultados, ya sea en el trabajo o en el juego. ¿No te parece?’

‘Sí – me he dado cuenta.’ Ian se acerca, arrastra una silla y se sienta. Da un resoplido, se inclina hacia adelante sobre los codos y dice:

‘Oye, lamento si ayer parecí un tanto irritado. Después de tu colapso y todo el drama que lo acompañó.’

‘Tengo recuerdos confusos de todo eso. Como puedes ver, me rompí un tanto la crisma.’

‘Ah, sí. Claro. No se puede fingir eso, ¿eh? Bueno, el caso es que tengo una mecha corta. Mi punto débil es que no tolero la debilidad, ni en mí mismo ni en los demás. En eso, nunca he sido un hipócrita.’

‘Queda claro que exiges mucho de tí.’

‘Exactamente. Imagino que estabas teniendo un mal día. Todos tenemos días malos, ¿verdad?’

‘Supongo que sí.’ Ian se inclina y me da una palmadita juguetona en el hombro. ‘Me alegro que hayamos tenido esta charla y que no haya resentimientos. Odiaría que hubiera alguna... tensión... entre nosotros. ¿Sabes a lo que me refiero?’ Asiento. ‘La vida laboral se vuelve tan... difícil... cuando las personas no pueden llevarse bien, integrarse como en un equipo, todos poniendo de su parte. Hombre, mujer, heterosexual o gay. Hablando de gay…’ baja un poco la voz, ‘Ha sido necesario tener una charla con tu asistente sobre algunos problemas, en particular sobre su conducta de trabajo, pero también su profesionalismo en general. Creo que lo hemos solucionado. Pero tendremos que estar muy atentos en adelante para asegurarnos que se mantenga por buen camino. ¿Entiendes? Me avisarás si lo ves holgazaneando, ¿verdad?’

‘Por supuesto’, miento.

‘¡Perfecto!’ Ian se levanta y dirige a la puerta, donde se detiene, con la mano en la perilla. ‘Imagino que tu tardanza hoy tuvo algo que ver con…’ señala mi ojo y ceja y yo asiento. ‘Eso es razonable. Has sido puntual desde que empezaste, me dicen. Por supuesto, aquí seguimos un horario. La hora de llegada es a las 8:00 am, como ya sabes.’ No puedo evitar acordarme que en mi entrevista estaban contentos con que llegara a las 8:30 am.

‘Lo tendré muy en cuenta’, digo. Ian sonríe ampliamente y asiente. Parece estar girando la perilla de la puerta, pero se detiene y da la vuelta para mirarme de nuevo.

‘Probablemente no debería mencionarlo, pero el viejo adagio de: ‘Dime con quién andas y te diré quién eres’ puede ser trillado, pero aún sirve como buen consejo. Por ejemplo, este bufete: hay gente que están en vía de acabar en la calle o al borde de ello, como tu asistente personal, y aquellas que tienen un futuro brillante con nosotros. Si fuera yo, me aseguraría de asociarme con esos últimos.’

‘Me gusta mantener las cosas profesionales, Ian’, digo sin comprometerme.

‘Me refiero, los almuerzos con colegas no es mal visto. Pero me inclinaría a minimizar el contacto con algunas personas, por el bien de mi carrera.’ Se acerca a mi escritorio y vuelve a bajar la voz. ‘Por ejemplo, Jennifer me dice que te vio regresar del almuerzo con Justine el otro día.’

‘Ah sí – cierto. Ayudé a la banda de su hermano en su concierto.’ Si Ian me escuchó, lo ignora. En cambio, dice:

‘He llegado a conocerla bastante bien y digamos que no es lo que aparenta.’

‘¿Quieres decir que no es abogada?’ Le estoy tomando el pelo, pero trato de disimularlo. A juzgar por su respuesta, no creo que haya captado mi sarcasmo.

‘¡Por supuesto que es abogada! Es su ‘ocupación’ anterior la que me preocupa.’ Suspira profundamente. ‘Verás, he intentado ayudarla con sus problemas – y con la desafortunada adicción a la heroína de su hermano – pero terminó siendo una tarea ingrata y estéril.’ Se acerca aún más y se inclina, apoyando una mano en mi escritorio. Su voz apenas supera un susurro – puedo oler su aliento a café. Lo que estoy a punto de decirte no es de conocimiento público y me gustaría que siguiera así, ¿entiendes? Nadie más en esta firma lo sabe y solo te lo estoy diciendo a ti, porque te veo potencial. Así que estoy tratando de cuidarte, ¿vale?’

Asiento. 

‘El hecho es que Justine pasó la mayor parte de su carrera universitaria trabajando como ‘escort’.’ Hace una pausa para que eso penetre. ‘Cabe preguntarse: ¿es el tipo de persona con la que quiero codearme?’ Percibe el choc en mi rostro y añade, ‘Eso pensé.’ Me guiña un ojo, abre la puerta y se larga.