6. Nosotros, la gente
Sentado en mi escritorio, es justo decir que me siento miserable. Así he estado desde el sábado por la noche.
Tan pronto vi a Justine e Ian, supe que tenía que inventar la forma de salir del Espy lo antes posible. Para empezar, mi corazón parecía que iba a reventarme el pecho, como si tuviera algún bicho extraterrestre incubándose dentro. También estaba bastante mareado.
Silvio notó mi malestar y preguntó si estaba bien.
‘Sí, socio, es que me estoy poniendo viejo. No estoy acostumbrado a andar de juerga. Además, mis tímpanos se han llevado una tunda.’ Hice un gesto de taparme el oído izquierdo. Seguíamos teniendo que gritar para ser escuchados, incluso sin música, y estaba perdiendo la voz: hoy por hoy siempre acabo ronco en estas situaciones. Para mayor fastidio, también empiezo a soltar gallos de voz de forma impredecible. ‘¡Silvio!’ grité, inclinándome hacia él, ‘¡Voy a cerrar la noche! ¡Quedé en encontrarme con unos amigos [gallo] en la mañana, así que tengo que estar en pie [gallo] temprano!’
‘¡Pero a la banda le queda otro set!’
‘Estarás bien. Toma los controles – ya sabes qué hacer.’ Le di una palmadita en la espalda, me tomó la mano mientras me levantaba. ‘¡Nos vemos el lunes, mi viejo!’ Grité, tratando de parecer lo más relajado y amable posible.
Crucé el escenario y me abrí paso entre la multitud, dirigiéndome directamente hacia Branka, que estaba enfrascada en lo que parecía ser un cónclave conspirativo con Jennifer Caldwell. Cesaron de hablar a medida que me acercaba y me saludaron con sonrisas.
‘No sé qué hiciste, ¡pero el sonido mejoró mucho! ¡No habías dicho que te gustaba la música!’
‘Ah, un poco’, dije. De súbito extendí mi mano para estrechar la de Branka. Frunció el ceño, barrió mi brazo del medio, se inclinó hacia mí y me dio un beso en ambas mejillas, seguido de un corto abrazo.
‘¿Ya te vas?’ preguntó.
‘Temo que sí. ¿Me creerías que tengo que madrugar? Voy a reunirme con unos viejos amigos para desayunar. No los he visto en años...’
‘¡Ay…!’ Inclinó la cabeza con las comisuras de la boca caídas, como un emoticono. ‘¿Seguro que no puedes quedarte un rato más?’
‘¡No, en [gallo] serio! Me convierto en un ogro si no duermo bien.’ dije. (Eso de necesitar dormir bien era en gran parte mentira: como es probable se deduzca de lo que he contado, duermo bastante poco.) Le estreché la mano a Jennifer y dije adiós con la mano a ambas mujeres mientras me retiraba. Branka me detuvo.
‘¿Te despediste de Justine?’
‘¡No, no la he visto por ningun lado!’ Los ojos de Branka parpadearon momentáneamente, oteando la esquina donde la vi por última vez con Ian, fingí no darme cuenta. ‘¿Le das un adiós de mi parte, por favor? ¡Nos vemos el lunes, chicas!’
Así que aquí estoy el lunes. Silvio no ha mencionado más el asunto de Ian y Justine, y creo que es prudente dejarlo así, aunque me abruman tantos pensamientos y emociones encontradas que, si pudiera transmitir lo que bulle en mi cabeza, estoy seguro que lo que se oiría sería pura estática.
En contraste, Silvio sigue emocionado sobre el concierto. Cuando entré, fue efusivo en sus elogios sobre mi ayuda con los ecualizadores. Me recuerda a mi yo más joven, en aquellos días en que. experimentábamos Frank de yo.
Me han asignado una serie de trabajos nuevos y, en una reunión, he recibido un resumen y orientación al respecto. Algunos son bastante complejos. Eh, bueno: estos trabajos me ayudarán a mantener la mente ocupada en cosas más útiles, en vez de en una obsesión sin sentido.
Suspiro y abro el archivo que le había pedido a Silvio. Pero casi de inmediato mi mirada se pierde por la ventana hacia el sol brumoso. Desde esta altura, los coches parecen hormigas apresuradas y el ruido del tráfico es un suave ronroneo. La altura da una sensación de perspectiva. Igual lo hace el tiempo. En resumen, ahora tengo claro haber sido un imbécil total.
No estoy seguro qué me hizo asumir que Justine no tenía compromisos. Para el caso, tampoco soy soltero. (Por lo menos, la cosa es nebulosa). Debería haber adivinado que Justine estaría saliendo con alguien apropiadamente guapo, carismático, influyente y rico. Ian cumple con todos los requisitos. (Incluso en mi caso ‘se ganó mi aprecio con un ‘hola’’).
Y es evidente que Justine es una maestra de la diplomacia. Maneja cada situación social con aplomo. He confundido esto con algún tipo de ‘interés personal’. Objetivamente, no puedo imaginar por qué pensé que podría estar en su ‘radar romántico’ – soy solo un tipo con que se ha cruzado al azar, nervioso (aunque decente) que conoció en Perth y con quien ahora trabaja. ‘Se amable con el pobre hombre; parece hacerle falta’, es probablemente lo que está pensando.
Hablando en metáfora: si Justine fuera la princesa mítica custodiada por un dragón, yo no sería más que otro de los cientos de esqueletos de pretendientes regados por el camino hacia su torre. (Y, respetando a Anita Sarkeesian, el dragón sería su mascota, no su captor.) Veo claro que cualquier caballero que logre llegar hasta ella – ni hablar de lograr conquistarla con sus encantos– tendría que tener el tipo de intelecto, buen aspecto, carisma y destreza física (sin contar la riqueza y el poder) que yo nunca tendré.
Ahora me parece obvio que estaría saliendo con alguien como Ian McCrae.
Así que realmente no sé por qué me sorprendió tanto ver que eran ‘una pareja’. Debió ser la diferencia de edad: supongo que imaginé que Ian estaría casado, con hijos adolescentes, una casa grande en los suburbios, un retiro en el campo, cuotas de escuela privada que pagar y vacaciones familiares en Europa que organizar (en las que toma fotografías bebiendo vino con su glamorosa esposa en Provenza, enseñando a sus hijos a esquiar en los Alpes suizos, o llevando a toda su familia a navegar en un yate por el Egeo).
‘¡Hola, Dan!’
Me sobresalto y doy vuelta de la ventana. Justine está de pie en mi puerta con una taza humeante de algo – café, té, lo que sea – no lo sé.
‘¡Ah, hola Justine!’
‘Te fuiste el sábado por la noche sin siquiera despedirte.’
‘¡Discúlpame por eso! ¡No vi dónde estabas! Tenía que llegar a casa. Iba a ver mis amigos al otro día, ya sabes.’ Rio nerviosamente.
‘¿Y qué? ¿Cómo fue?’
‘Eh, ¿qué cosa?’
‘Ver a tus amigos, por supuesto. Branka dijo que desayunaste con ellos.’
‘¡Ah! ¡Ah eso! Fue... genial. De verdad maravilloso. Un viejo amigo de escuela superior. Está casado ahora. Tiene hijos. Está planeando un viaje a Europa: Provenza, Suiza, el Egeo... ‘ mi voz se apaga mientras sigo murmurando. Juro que no recuerdo qué más dije.
‘Bueno’, da un paso o dos dentro de mi oficina y baja la voz. ‘Debo decirte algo: me impresionó mucho lo que hiciste en el concierto. Me di cuenta que Zar estaba fuera de sí después del primer set. No sabía qué hacer. Parece que al pobre Silvio le cayó una lluvia de recriminaciones, ¡mi hermanito tiene bastante mal genio cuando está estresado! En eso llegaste tú y lo arreglaste todo’, chasquea los dedos, ‘¡así de fácil!’
‘Eh, no fue gran cosa. Solo ajusté el ecualizador, ya sabes… Hice algunas panorámicas, moví algunos faders... El SM 57 no es realmente bueno para voces... Ese tipo de cosas...’ Estoy divagando. Hago eso cuando me pongo nervioso (creo que eso ya es bien sabido). Justine es tan diplomática que finge no darse cuenta.
‘Sea lo que sea, tienes a los chicos creyendo que usaste algún tipo de magia negra. ¡No tenía idea de que te interesara la ingeniería de sonido! ¿Tocas algún instrumento?’ Toma un sorbo de su jarro. Algo fuera de caracter, me suena más a una chupada estertorea.
‘No, no en serio. Quiero decir, solía hacerlo. Un poco. Con mi tío. Verás, él estudió ingeniería de sonido, y solía trabajar con él...’
‘¡Ah, tu misterioso tío otra vez! ¡Obviamente era un hombre de muchos talentos! Como, a las claras, también lo es usted.’ Gesticula con mano y brazo hacia mí; una sonrisa curvea una de las comisuras de sus labios. Normalmente aprecio los halagos, en este caso me hace sentir incómodo. ‘Ahora: ¿qué es eso que escuché sobre tu propio estudio de grabación? ¿Es verdad?’ Ella adentra aún más en mi oficina, toma una de las dos sillas para invitados y se acomoda en ella con gracia de pantera. ‘¡Tienes a Zar embulladísimo con eso, te lo aseguro.’
‘Sí... Es cierto.’ Trago en seco. Había olvidado lo que le había dicho a la banda. A la luz del día, se me hace una inmensa falta de discreción; estoy bastante seguro que Frank mantuvo la existencia de sus estudios en secreto total, y por muy buenas razones (la falta de permisos de construcción es lo más obvio). Empiezo a sentir gotas de sudor acumulándose en mi cuero cabelludo al darme cuenta de que mi jactancia me ha llevado peligrosamente cerca de un risco.
‘¿En serio? ¿Dónde?’ Los ojos de Justine están muy abiertos, llenos de asombro.
‘Eh, es sólo un estudio casero. Nada del otro mundo. Mi amigo tiene uno en la casa en la que me estoy quedando. Está en el sótano. Ni siquiera lo he encendido. Probablemente no debería haberlo mencionado...’ Río nerviosamente. ‘Quiero decir, puede que ni siquiera funcione...’
‘Seguro que sí. ¿Te importaría mucho si los chicos vinieran y al menos hablaran contigo? Están de veras entusiasmados. Desesperados, en realidad.’ Justine tiene un gesto en el que alza la vista mientras se pone bizca cuando quiere indicar exasperación; lo he notado varias veces. ‘Creo que de verdad tienen talento. El problema es que no saben lo que están haciendo – en absoluto.’
‘Bueno, supongo... Quiero decir, podríamos charlar...’
‘¿Podrías? Porque has dejado una fuerte impresión en ellos’, dice. Deja su jarra en mi estante y suspira profundamente. ‘Sabes, Zar no ha hecho más que concentrarse en su ‘carrera’ musical desde que terminó la secundaria. Durante dos años pasa casi todo el día practicando. Toca tres instrumentos, pero como no puede encontrar quien toque la batería como él quisiera, lo hace él. Con todo, a pesar de todos sus esfuerzos, parece que no está logrando avanzar en absoluto. No me sorprende, está a la deriva. Los conciertos se planifican y luego se cancelan. O son desastres, como casi resulta el del sábado. Se inclina hacia mí y enfatiza: ‘Tengo la sensación de que necesita alguien que lo oriente un poco, no sólo en el aspecto del mercadeo, sino también en la propia producción musical. El problema es que sencillamente no quiere escuchar. La noche del sábado fue la primera vez que lo vi ceder ante alguien; normalmente cree que lo sabe todo.’ Nuevamente se recuesta en la silla. ‘La banda ha estado al borde de separarse muchas veces. Me sorprende que Bart y Seb lo soporten, la verdad.’
‘Eh, no sé si soy capaz de contribuir en algo...’
‘Ay. Te estoy haciendo sentir incómodo.’
‘No, no. ¡Para nada!’
‘No olvides’, levanta un dedo y una ceja, ‘nosotras las mujeres captamos los pequeños detalles. Se me hace que estoy excediéndome en la confianza. Mi mayor defecto. Intentaré ser más respetuosa – discúlpame. Me voy con mi música a otra parte.’ Comienza a erguirse.
‘No, no seas tonta.’ Le hago señal de que se siente. ‘Solo... bueno... No quiero hacerles ilusiones. Soy abogado, no ingeniero de sonido. Y siento que se me ha ido la mano. Presumiendo, ya sabes. Nunca deja de meterme en problemas. Son más que bienvenidos a darse la vuelta.’
‘¿Seguro?’
‘Sí, estoy seguro.’ Sonrio, pero también trago en seco. No tengo idea en qué me estoy metiendo. Fue el comentario de ‘excediendo en confianza’ lo que me ganó de todas, todas. En lo que a mí concierne, ella podría ser Derren Brown; soy masilla en sus manos. (N. del T.: Derren Brown es un mentalista, ilusionista y escritor británico.)
‘Eres muy amable.’ Pone su mano sobre la mía brevemente. No distingo si me está manipulando o no. Parece ser tan genuina. Tengo que seguir repitiéndome de no dejarme llevar.
‘Mientras no esperen milagros...’
‘Te propongo algo: vives en Princes Hill, ¿verdad?’
‘Así es.’
‘Bueno, voy a recoger a Zar del TAFE en Carlton North el viernes por la noche a las 7:30 pm. ¿Qué tal si traemos pizza y pueden charlar un rato, tal vez orientarlo? De paso ver ese estudio tuyo. Yo también siento curiosidad por ver el ‘palacio’ en el que vives.’ Algo me hace pensar que ella no ha consultado esto con Zar en absoluto, pero me hallo diciendo:
‘No te molestes con la pizza. Nos prepararé peperonata. Son pimientos rellenos de arroz y carne molida. Lo hago a la manera balcánica – lo llamamos ‘punjene paprike’. Los invito a cenar.’
‘No querríamos ser molestia.’
‘Mira, de verdad, me encanta cocinar. No hay problema. Vengan. De aquí al viernes me da tiempo de sobra. Y sólo estamos Bugsy y yo.’
‘¿Quién es Bugsy?’
‘Mi gato.’
‘Ah, habías mencionado a a tu gato antes. ¿Lo trajiste de Perth?’
‘Sí. Pobre diablo. Tuvo que volar enjaulado. Ja, ja. Parece haberse recuperado.’ Por supuesto, no tengo idea de cómo viajan los gatos por avión. Para el caso, podría ser que van con las maletas y emergen para ser recogidos en la correa de equipaje, aunque lo dudo. Tengo que dejar el mentir tanto, sobre todo siendo tan malo al hacerlo.
‘Bueno, acepto tu amable invitación.’
En ese momento, Silvio aparece en la puerta. ‘Juss – Tengo a Ian al teléfono. Le dije que creía haber escuchado tu voz y lo puse en espera. ¿Le digo que estás aquí?’
‘No. Por favor, no... Dile que me fui hace unos minutos y no sabes adónde. No estoy para eso en este momento. ¿Es molestia?’
‘Por tí, lo que sea’, dice Silvio, sonríe y regresa a su escritorio, donde levanta el auricular, presiona un botón y comienza a hablar en voz baja.
‘Discúlpame por eso’, dice Justine en voz baja. ‘Es mejor que me vaya. El jefe y yo… Bueno, digamos que las cosas están un poco complicadas. No quiero echarte mis problemas encima.’ Sólo logro asentir en respuesta. Me toca la mano de nuevo y se levanta para irse. ‘Muchas gracias por tu amable invitación. Pero tocamos bases antes de eso, ¿sí?.’
‘Sin problema, Justine’, digo. Toma su jarra, se despide con la mano y se va.
Momentos después, Silvio entra en mi oficina. ‘¿Todo bien, jefe?’
‘Sí, claro. Oye Silvio, ¿puedes ponerme al tanto de lo que está pasando ahí?’
‘¿Te refieres a Justine y el Sr. McCrae?’
‘Sí, compa. Eso mismo.’
‘¿De veras quieres saberlo?’
‘Creo que es mejor que sí, por la sencilla razón de no querer meter la pata.’
‘Ah, buen punto. Bueno, ¿donde piensas almorzar?’
‘No sé, el viernes simplemente deambulé arriba y abajo por Bourke Street hasta que acabé comprando un sándwich.’
‘Conozco un pequeño café a la vuelta de la esquina. Almorcemos allí. Te diré lo que sé. Tú invitas.’
‘Trato hecho.’
1:05 PM
‘Primero que nada, tengo que decirte que debo tener mucho cuidado. El Sr. McCrae es mi patrono; tengo que tener cuidado con lo que digo.’
Silvio está usando su tenedor para jugar con su ensalada César mientras habla. Caminamos por Bourke Street hasta los Docklands, a un lugar llamado Watermark, que no era a donde Silvio quería ir, pero yo estoy invitando y este lugar resulta más propicio para conversar. Apenas hay clientes y estamos sentados en una mesa privilegiada junto a las enormes ventanas de cristal que dan a las turbias aguas del Yarra. Mientras escucho a Silvio, trato de ignorar el resplandor del mantel de lino blanco reluciente y el juego completo de cubiertos, pulidos como espejos.
Estamos en un restaurante, no un café, y los precios lo reflejan ($23 por una ensalada César – ¡$27 si se quiere añadir ‘pollo’!). No obstante, ofrece el nivel adecuado de privacidad – y sirve comida italiana. (Que me encanta– Silvio, de ascendencia Italiana, dice que es bastante auténtica).
‘Entendido, amigo – todo lo que me digas es un secreto de estado.’ Voy a pedir el linguini de mariscos. Silvio mete el tenedor en su boca e inmediatamente después continúa hablando.
‘También le debo a Juss. Ella me consiguió el trabajo.’ Dice, su voz ligeramente apagada.
‘Entiendo. Tienes lealtades divididas. Dicho eso, ¿de qué se trata el asunto con McCrae? Se le fue la mano en su insistencia con Justine el sábado. Zar parecía querer darle una tunda al tipo, aunque dudo seriamente que podría, el jefe no es un enclenque.’
‘No, no lo es.’ Silvio tensa un bíceps y luego duplica el diámetro con su otra mano en forma de copa para indicar musculatura. ‘Es un mulo, el McCrae.’
‘Ya lo creo.’
‘Se ve bien para ser un hombre mayor. No es mi tipo, pero me dejaría convencer.’
‘Hm.’ Por algún motivo, no se me había ocurrido que Silvio era gay. Claro, es de suponer que no lo anuncia a los cuatro vientos. ‘Por lo que vi el sábado, no valdría la pena, compañero.’
‘No. Y ahí está la cosa. Es todo una dulzura y amable recién lo conoces. Pero puede ser peligroso.’
‘¿Cómo así?’
‘Bueno, no es que se esfuerce por ser desagradable. Es más como si siempre se tratara de él. No creo que es su primera intención usar a la gente, pero si tiene que hacerlo, no parece preocuparle mucho. En el fondo, su problema principal es que es un mentiroso. Miente todo el tiempo. Nunca sabes dónde estás parado con él. Le encanta jugar con tu cabeza.’
‘¿Entonces Justine está enojada con él porque le mintió?’
‘¡Gol!’ dice Silvio, y me apunta con su tenedor. ‘Eso es exactamente lo que sucedió. Hizo saber que había dejado a su esposa y que todo había terminado. Antes, él y su esposa tenían toda la cosa de la ‘familia rica feliz’ – la casa en las colinas, los hijos casi adultos, membresía en el club campestre, una excelente cava de vinos – ya sabes, todo eso. Cuando me uní al bufete hace un año, todo era perfecto, como portada de revista.’
‘¿Y qué pasó?’
‘No sé. Ian llegó a la oficina un día y le anunció a algunas personas que él y su esposa se estaban separando. Por supuesto, todos los demás se enteraron antes que acabara el día. Creo que se había tirado una cana al aire. En fin, al mes ya estaba con Justine.’
‘¡Ah! ¿Y todavía están juntos?’
‘Bueno, aquí lo curioso: dijo que él y su esposa habían terminado, ¿verdad? Pero entonces – y no me cites, porque es sólo lo que he oído de segunda mano – Juss se entera que él y la señora han estado yendo a terapia. Pasaron un fin de semana juntos en su casa de campo.’
‘Ah. Ya veo.’
‘No, se pone peor. Ian lo niega. Le dijo que sólo estaban guardando apariencias durante las pascuas. Que era para complacer a sus padres. Pero Justine no se lo traga. En fin, ella le dio la patada y McCrae no lo acepta. Así que sigue hostigándola para que vuelva.’
‘¿Entonces eso fue lo que paso el viernes?’
‘Eso mismo, compañero. Sigue acosándola. La cosa no es fácil, porque es el jefe. La vida de Juss se ha convertido en un julepe: tratando de mantenerse alejada de McCrae. Es una chica tan dulce. La conozco desde que estaba en la secundaria. En ese entonces, estaba enchulado de Zar. Después de eso, nos hicimos amigos. Siempre estaba metido en su casa, que es la de Justine. Ella se ocupó de él. Eran ellos dos sólos. Pasaron el Niágara en bicicleta. Ella era como una muy joven madre soltera.’
‘¿Estás bromeando, verdad?’
‘No, me temo que no.’
‘¿Qué le pasó a los padres?’
‘Fallecieron en un accidente de tráfico. Allá para el 2000. Zar solo tenía cuatro años, Justine estaba en su segundo año en la universidad. Ella lo ha criado desde entonces.’
‘Dios Santo…’
‘Así mismo.’ Silvio mastica su ensalada y levanta las cejas. ‘Era como su mamá y papá. Lo hizo todo por su cuenta. Todavía se ocupa de él, aunque es algo niño bitongo. Por ejemplo, se cabreó conmigo de manera horrible en el concierto, formando una pataleta por el sonido. Te digo, me alegré tanto que aparecieras – me quitaste de la línea de fuego. Formó una algarabía por el estilo de: ‘La gente del Fungus Records está aquí y lo has arruinado todo.’ Silvio me lo relata haciendo el papel de Zar lloriqueando. ‘Es muy talentoso. Y puede ser un buen amigo; pero a veces se le olvida serlo. Entonces está lo de.. Ay, no voy a entrar en eso. Nada, que tiene problemas. Y Justine está tratando de... bueno, los está manejando.’
‘¿Y cómo van las cosas entre Ian y Justine? Los vi abrazándose el sábado.’
‘Aparentemente, otro ‘abrazo de despedida’. Pero no me cites. Justine dice que no puede confiar en él. Él le sigue suplicando otra oportunidad. La información privilegiada es que se ha mudado de vuelta con su esposa. Creo que no quiere divorciarse y perder la mitad de todo. Pero al mismo tiempo, está obsesionado con Juss. Caso triste, ¿no?’
‘No te equivocas.’
‘¿Puedo darte un consejo, Dan?’
‘Se me hace que no hay quien te detenga.’
‘Ten cuidado. Ten mucho, mucho cuidado. Tu podrías ser el mejor amigo de Ian McCrae, pero si te interpones en su camino, no dudará en aplastarte. Sé que lo ha hecho. Tiene el dinero y los medios. Si ve que estás detrás de Justine, no titubeará.’
‘¿Quién dijo que estaba detrás de Justine?’ Silvio para de comer y me mira con una sonrisa irónica.
‘Puedes intentar engañarte a ti mismo, mi socio, pero no puedes engañarme a mí.’
‘¡Oye, cuidado! Recuerda que soy tu jefe’, digo riendo. Me tiene calado. Aunque, pensándolo bien, siempre fui bastante transparente. Cuanto más hablo con Silvio, mejor me cae.
1:54 PM
Mientras caminamos de regreso a la oficina, le pregunto: ‘Oye Silvio, ¿tocas algún instrumento?’
‘Sí. Trompeta, trombón y corneta francesa – los tres. Viento. Esa es mi onda.’
‘¿Por qué no te has unido a la banda de Zar?’
‘Viento en una banda de pop-punk? ¿Estás bromeando?’
‘Te sorprenderías.’ Estoy incubando una idea. Los ‘Models’ y los ‘Saints’ lo tenían … sin contar a los ‘Hunters and Collectors’ (que no eran punk, pero aún así). ‘Si hacemos una sesión de grabación en mi casa, ¿vendrías?’
‘¿Te refieres a que ayudaría a grabar?’
‘Sí. Y tal vez incluso tocar, si necesitáramos instrumentos de viento.’
‘¡Por supuesto! No sé si a Zar le hará gracia esa última parte, pero disfruto lo de sonido.’
‘Vale entonces. Te mantendré al tanto.’
Estamos caminando por la rotonda del edificio McMahon y Silvio de repente dice: ‘Por cierto, ese reloj es fabuloso. ¿De dónde lo sacaste? He estado admirándolo durante el almuerzo.’ Señala la fascia con los números invertidos.
‘Es una larga historia, Silvio. Digamos que es una reliquia de mis días como ingeniero de sonido.’
‘¿Sabes dónde puedo conseguir uno? ¡Me encantan las cosas raras como esa!’
‘Estaré atento, a ver si lo vuelvo a ver, amigo.’ Hago una nota mental de hacerle una copia del reloj. Quizás para su próximo cumpleaños.
7:15 PM
Tiro mis llaves sobre el mostrador de cocina. Bugsy también salta sobre el, maullando. Tiene hambre y está irritado; he estado fuera demasiado tiempo y no lo dejaré salir de casa hasta que conozca bien su nuevo hogar.
Vierto unos galletitas para gatos y un poco de pescado enlatado en su plato hondo, aflojo mi corbata y bajo al estudio donde abro Outlook. Tengo que acordarme de configurar el programa pare que reenvíe los correos a mi teléfono; podría perderme alguno de D1.
No tarda en verse que está entrando un mensaje. Una vez termina de descargar, lo abro:
Hola D2.
Estoy en Kuala Lumpur, en mi habitación del hotel. Conecté a la red inalámbrica interna para poderte enviar este mensaje.
Oiga, compañero, tienes que tener más cuidado. No sabía que me ibas a enviar un SMS. Digamos que simple y sencillamente se formó Troya. Kylie agarró mi teléfono y se puso a husmear entre mis mensajes. Ni que decir que encontró el tuyo primero en la lista.
‘Estoy pensando en ti.’ ¿Qué carajo? ¡Viejo, quién le escribe semejante mierda a sí mismo!
No sé cómo, pero logré convencer a Kylie de que era un número equivocado, no una novia secreta. Menos mal que pude demostrar que no había alguien con tu número entre mis contactos. Y D2 no suena como un apodo de chica. (¡A menos que creas que R2D2 es hembra!) ¡Pero la próxima vez ten cuidado, por el amor de Dios!
De todos modos, pensé que te interesaría este mensaje que recibimos en el trabajo, de parte de Dixon. ¿Recuerdas cuándo salió con la regla que no podemos charlar en el trabajo? Bueno, alguien cometió el error de incluirlo en un intercambio de correos electrónicos en que se burlaban de él. Así que se antojó de ponerle fin a ese tipo de cosas. Hizo que Justin auditara todo nuestro uso de correo electrónico y, el mandamás maniático de siempre , produjo esta joyita de memorando:
Estimado personal
Por favor, tengan en cuenta: los correos electrónicos deben mantenerse al mínimo. Pueden interrumpir la atención del receptor y son una pérdida de tiempo del remitente, especialmente cuando son más de dos líneas de largos y consumen tiempo para escribirlos.
Sin embargo, la advertencia anterior se aplica igualmente a los correos electrónicos cortos, especialmente si se envían en rápida sucesión: un volumen de tales correos puede contrarrestar la brevedad. Por ejemplo, 20 correos electrónicos de una línea serán tan largos como un correo electrónico de 20 líneas. Excepto que si se abre tal correo, toma menos tiempo que abrir 20. Y responder a 20 correos electrónicos también es problemático.
Habiéndolo cavilado, puedo concluir que, de hecho, 20 correos electrónicos de una línea son probablemente mayor interrupción que un correo electrónico de 20 líneas.
Todo esto debe tenerse en mente para futura referencia, conducente a mayor productividad y para asegurar el mantenimiento de una moral constante.
Gracias.
Abraham Dixon
Contéstame sólo por correo electrónico mientras esté en KL; ¡las tarifas internacionales son un ojo de la cara! Hasta luego.
Ah – y ‘estoy pensando en ti.’ ¡So huevón!
D1
Apagué Outlook y estoy a punto de subir las escaleras. ‘Reglas de mi cocina’ comenzará pronto. Pero entonces miro hacia la cabina de voces y decido hacer algo fuera de lo común: abro ‘Profile Generator 3.2’ y comienzo el proceso de hacer una ‘copia de seguridad’ de mí mismo, como sugirió Frank. No sé por qué. Supongo que estoy empezando a hacerle caso. Quizás si lo hubiera hecho antes, mi vida sería más sencilla– y mejor.
Tiene en gran parte razón: puedes mudarte a Tombuctú si quieres. Pero si no cambias tú, no cambiarás tu vida. Vale, mis problemas aquí son diferentes en muchos aspectos. Sin embargo, en otros, no han cambiado un ápice: esta noche me iré a la cama con la mente turbulenta y el corazón atribulado. Esto no puede seguir...
Las cosas tienen que cambiar.
Jueves, 27 de febrero de 2014, 5:45 AM
Hace unos días, había un enlace entre mis entradas de Facebook a un artículo que hablaba sobre la tendencia a despertarse justo antes que suene el despertador.
Parece ser que es resultado de la presencia de hormonas del estrés. Supongo que no es sorpresa el que despierte mucho antes de tiempo. Esta mañana fue a las 5:30 am; aunque lo deseaba, no podía dormir más.
El resultado es que estoy en el sótano ante la computadora esperando a ver si hay algún mensaje. Eventualmente uno se descarga. Es de D1:
¡Hola D2!
Me alegra saber que estás bien. Tu jefe parece buena gente, lo diametral a Dixon. Es una pena que no hayas visto mucho a Justine, pero probablemente sea lo mejor: sabes por qué lo digo, sin entrar en detalles.
La estoy pasando genial en KL, aunque las horas de trabajo son largas.
Vaya, vaya – ¡En qué clase de lío se ha metido Brad!
¿Sabes por qué se han paralizado las negociaciones con los subcontratistas? Esencialmente, están negándose a cumplir con condiciones contractuales fundamentales, que CIQ ha utilizado durante años: ya sabes, como ‘Retrasos y extensiones de tiempo’, ‘Operación antes de la finalización’ y ‘Calidad de Material y Mano de Obra’.
¿Adivinas el por qué? ¡Porque Brad no las incluyó!
Lo llamé a su casa (todavía está bajo licencia por enfermedad) y le pregunté qué cojones había pasado (es mucho esfuerzo eliminar esas cláusulas del borrador de contrato que usamos en el bufete para que haya ocurrido ‘accidentalmente’, como bien sabes; hacerlo causa que la computadora desordene los saltos de sección y la numeración automática). Simplemente me dijo que: ‘No lo creí necesario.’ Parece que no encajaban en su ‘diagrama de flujo’. Cuando le dije que eran vitales, contestó [en tono pomposo] ’Permíteme disentir.’ Como dicen en el Caribe, ¡es un ‘ñame con corbata’!
Resumiendo, contra todo pronóstico, creo que aún puedo arreglar las cosas aquí utilizando como palanca la posibilidad de contratos futuros. Veremos: las negociaciones son difíciles porque hay que tener en cuenta factores culturales. (Tal como percibirse humillado al verse obligado a retractar). También están encabronados por la falta de respeto que Brad les ha mostrado. Tengo al frente una de sus cartas en la que los regaña por no estar al tanto sobre ‘El Derecho Común de la Reina’ (que el muy burro parece creer les obliga a cumplir con los términos contractuales que omitió en el acuerdo escrito) – y que estarían al tanto si ‘vivieran en un país donde se hablara inglés genuino’.
¡Parece que todavía tengo mucho que arreglar aquí, mi socio!
Hablando de nuestro mejor amigo, ¿sabes qué fue el diagnóstico de su condición a fin de cuentas? El bazo inflamado causado por un par de quistes. Estará fuera del trabajo durante varias semanas más, a pesar de que sólo fue cirugía ambulatoria.
Cambiando el tema, he estado pensando, amigo: no creo que me incomode hacer una videollamada por Skype. Intentémoslo. De verdad necesito a alguien con quien hablar y se me ocurrió: ‘Oye, ¿por qué no hablar conmigo mismo?’ ¡Espero ponernos al día pronto! – )
D1
Vale, sé lo que aparenta: que estoy mintiendo por omisión. Vaya, hablemos a calzón quitado: a las claras estoy mintiendo. ¡Parece que incluso he empezado a mentirme a mí mismo! ¿Cuán equivocado se puede estar?
De veras quisiera no hacerlo, pero no estoy seguro de tener otra opción. Me consta que D1 no ‘entendería’ lo que pienso y siento. Habría bronca. P.ej. el regaño por escribirle ‘estoy pensando en ti’. Sin duda, ni le pasó por la mente mi punto de vista.
Es decepcionante: me refiero, se pensaría que podría confiar en mí mismo, ¿no? Pero así son las cosas. Supongo que somos la suma de nuestras experiencias. Y D1 y yo dejamos de compartir nuestras experiencias directas hace más de una semana. Ahora somos la suma de diferentes partes. Nos parecemos a dos objetos que se alejan de un mismo punto: aunque sólo un pequeño ángulo separa nuestras trayectorias al partir, ya estamos a millas de distancia. Dentro de un mes, incluso estaremos fuera de alcance por radio. Mientras tanto, D1 cree factible podernos gritar instrucciones el uno al otro – y que se puede seguir así. (Al parecer ‘per sécula seculorum’.) Soy su ‘imagen especular’ – algo que sirve de contrafuerte para su vida dilapidada – y para poder desahogar sus frustraciones – ‘algo’ que no interrumpa sus monólogos.
Bueno, aquí lo irónico: Yo también necesito alguien con quien hablar. Y de lo que me urge hablar es del maldito asunto de mentir. Me está matando, y no porque tenga miedo de ser descubierto. Estoy harto de hacerlo. No es justo. No quiero mentirle a la sra. Chew, no quiero mentirle a Branka y no quiero mentirle a Silvio.
Sobre todo, no quiero mentirle a Justine.
Quiero meramente ser una 'persona normal'. Frank parece haberlo logrado. (Aunque con algunas limitaciones.) ¿Quién quita?, su nombre ahora es 'Samir', ¿y qué? Al menos no tiene que fingir que es soltero... ¿No es eso lo que hace Ian McCrae? ¿En qué soy diferente? Puedo intentar adornarlo con sutilezas filosóficas, pero los hechos son innegables: soy Dan Djurdjevic. También lo es D1. Somos la misma persona. Ambos estamos casados con Kylie. Ambos acordamos este subterfugio. Incluso hubo una promesa de meñique involucrada. Para los efectos, firmamos nuestros nombres con sangre en este contrato.
No soy tanto una copia como un triste fraude, una falsificación.
Hace una semana no hubiera podido imaginar que, si algo iba a echarle un jarro de agua fría a mi pasión por Justine, sería mi propia conciencia. El sábado por la noche salí del Espy sintiéndome miserable y todo giraba en torno a mí. Desde el almuerzo con Silvio, he estado miserable por mi culpa.
Ahora resulta obvio: no tengo derecho al afecto de Justine. No puedo ayudarla. Solo puedo causar daño. No puedo siquiera ser un amigo verdadero. Solo puedo ser un facsímil.
Así que estoy resignado a esto: tendré que mantenerme a distancia. Por la misma razón, he estado manteniendo la cabeza baja y enfocada en el trabajo durante estos días. Justine incluso cumplió su promesa de 'ponernos al día', invitandome a almorzar con ella y Branka, pero dije que tenía que terminar algo y no podía ir.
Mi problema inmediato es que Justine y su hermano vienen a cenar – ¡mañana por la noche! Esto no es exactamente consistente con 'mantener distancia’. Bueno, tendré que salir adelante lo mejor que pueda. He mordido un mojón y no queda más remedio que tragármelo (he empezando a entender las implicaciones del dicho de Deda Zdravko).
¿Y qué puedo hacer? Puedo darle algunos consejos al joven Zar. (En lo que sea capaz). Pero tendré que evitar prometer más ayuda. Quizás tendré que decir (otra mentira) que mi lapso cuidando la casa está por terminar– no sé. Cruzaré ese río cuando llegue a él. Sea lo que sea el resultado, lo de mañana no puede repetirse. Tiene que ser algo único. Asumiré el papel de anfitrión amable; veré qué consejos puedo ofrecer al joven músico bisoño; seré compañía agradable para Justine. Pero después de eso, dejaré que toda la conexión con estas personas se desvanezca. Hacer lo contrario sería injusto.
Incluso si, por algún milagro, Justine llegara a interesarse en mí, nadie debería tener una relación con una 'copia' – todos merecen el 'original' – igual merecen la verdad.
Hablando de 'copias', no puedo evitar sentirme resentido al respecto. ¿Por qué soy 'D2'? ¿Qué me hace 'prescindible'? Después de todo, soy tan 'Dan Djurdjevic' como el otro tipo. Sí, sí, lo sé, promesa de meñique y todo eso. Pero una promesa no cambia los hechos: Entré en ese cubículo y salí de inmediato. Fue impecable. No hubo ni siquiera una interrupción momentánea de mis pensamientos y recuerdos. La experiencia del otro fue idéntica. Entonces, ¿qué me convierte a mí en una 'copia' y a él en el 'original'?
Como si quisiera validar algún argumento, la pantalla se ennegrece al activarse el modo de ahorro de energía y quedo mirando mi rostro reflejado en el cristal oscurecido – indiscutiblemente estoy al revés.
Pero de repente se me ocurre que lo que estoy viendo es, de hecho, una imagen precisa; ¡si sostuvieras una foto de D1 al lado, serían indistinguibles! Por el contrario, cuando D1 se mira en el espejo, está viendo una imagen que invertida horizontalmente. Seguramente eso significa algo, ¿no? En otras palabras:
Todo esto de la imagen especular, ¿no es cuestión de perspectiva?
Tengo una idea y miro mi reloj. Son las 5:56 a.m. Sé que Río está catorce horas detrás de nosotros, así que allí son las 3:56 p.m. Quizás Frank está en casa. Decido abrir Skype y ver.
Parece una espera interminable en lo que carga el programa. Cuando sucede, hay otra espera para que se actualice la lista de ‘en línea’. Durante un lapso largo, su nombre (‘Samirinrio’) permanece gris. De hecho, tarda tanto que voy a cerrar el programa; debería estarme preparándo. Pero justo cuando toco el ratón, se torna verde y se eleva al tope de la lista. ¡Estoy de suerte!
Presiono el botón de llamada y escucho las notas musicales únicas de Skype, luego el largo tono de marcado. Parece tardarse demasiado: es de suponer que tío Frank se ha ido pero dejó su computadora encendida. De nuevo, considero cerrar.Pero de repente escucho un brusco ‘bip’ y Frank se conecta. Al principio, la pantalla continúa ennegrecida y sólo puedo escuchar es su voz.
‘¿Sobrino? ¿Estás ahí?’ Respondo mientras se activa la transmisión de video. Ya puedo verlo en su terraza.
‘Sí. Claro que sí, tío Frank. ¿Cómo anda la cosa?’ El sol le cae en ángulo agudo sobre el rostro y sostiene una mano en la frente para protegerse los ojos. La pantalla tiembla mientras Frank acomoda su tableta y la silla.
‘¡Mucho mejor! ¡Hola! ¿Cómo estás, viejo? ¡Espero que la estés pasando súper!’ Está descamisado y puedo ver la cicatriz en su pecho, aún rosada e inflamada; unos puntos negros visibles en los bordes.
‘Así mismo’, digo. (Me doy cuenta que cada vez que hablo con Frank, acabo imitando sus manerismos, como girar la cabeza en un movimiento corto hacia un lado al estar de acuerdo, a menudo con un guiño rápido; es un gesto muy australiano, que Frank hace a menudo.)
‘¡Bien hecho, muchachón! Lo que soy yo, tengo que tomarlo con calma, por orden médica. Ella dice que me he pasado de rosca últimamente y que debo decelerar. Pero ya me conoces: no puedo estar quieto. ¡Tú eres igual!’
‘¡Je, je! ¡Y bien que me conoces!’ Este comentario, hace que mi tío de repente se apague. Su risa se transforma a una sonrisa triste. ‘¿Estás bien, Frank?’
‘Mm.’ Suena como perro viejo suspirando mientras se estira sobre una alfombra junto al fuego. ‘¡Chico, cómo te he extrañado! He esperado tanto para poder reconectar: para lograr que las cosas sean como solían ser. Sabes, si no fuera porque el proceso de impresión podría estresar mi corazón, en cualquier momento me daba un vuelta a visitarte. Dale un mes y probablemente justo eso haré. De hecho, puedes apostar a que sí.’ Mientras lo dice, Frank parece limpiarse una lágrima del ojo. Sigue un silencio incómodo que perdura como el resplandor de una bombilla que se apaga. ‘¡Eh, no has llamado para ver el espectáculo de un viejo ponerse sentimental!’ Ríe. Su voz sigue un poco ahogada y todavía se está limpiando los ojos.
‘Tío, ¿te puedo preguntar algo?’
‘Ooh, suena serio. Adelante, pregúntame lo que quieras.’
‘¿Por qué no decirme simplemente... sobre esto... todo?’ Hago un gesto hacia la habitación. ‘¿Por qué no me llevaste contigo... en este... viaje?’
‘¿Te refieres a por qué te dejé casarte con Kylie? O (después de eso): ¿por qué no te dije que te divorciaras de ella? O (después de que descubriste la casa y la imprenta): ¿por qué no te dije que escaparas de tu matrimonio rancio, imprimiéndote en Melbourne?’ Sonríe mientras dice esto. Si no estuviera viendo su rostro, me preguntaría si se estaba enojando.
‘No, no. ¡Eso no es lo que quería decir en absoluto!’ Pauso momentáneamente y añado, en voz baja: ‘Bueno, tal vez sí es lo que quería decir. ¿Qué tendría de malo habérmelo dicho? Me habría ahorrado una tonelada de mierda.’
Frank suspira profundo, se acerca más a la cámara y dice: ‘Me has conocido toda tu vida, Dan. ¿Alguna vez te he dicho lo que debes hacer?’
‘Bueno…’
‘Sé honesto, realmente honesto contigo mismo. ¿Alguna vez he dicho: ‘¡Haz esto!’ o ‘¡Haz aquello!’? ¿Alguna vez te he impuesto una opinión?’
‘¡Siempre me has dado tu opinión!’
‘Ajá, sí. ¿Pero alguna vez he dicho cuál debiera ser tu opinión?’
Pienso por un momento. Recuerdo los diálogos nocturnos: sentados en su sala oscura de Northbridge frente al televisor silencioso de los ochenta; en su bote, meciéndose suavemente anclado en Rottnest; sentados frente a su vieja y torpe computadora de Windows 98; siempre lo mismo: Frank tenía opiniones firmes, pero eran exclusivamente suyas. Lo más que llegó a hacer fue darme perlas de sabiduría: verdades evidentes. Nunca las conectó con instrucciones o sugerencias específicas.
‘No,’ digo al fin. ‘Nunca me has dicho qué hacer.’
‘Entonces, ¿por qué empezar ahora?’
‘¿Para salvarme?’ Ante esta sugerencia, Frank comienza a reírse a carcajadas.
‘¡No me hagas eso, me vas a reventar los puntos!’ Después que se le pasa, dice, más en serio: ‘¡Bien sabes quien es la única persona que te puede salvar ... tú mismo!’
‘Si quieres cambiar tu vida, primero debes cambiar tú.’
‘Sí. Exactamente.’ Frank asiente. De repente pregunta: ‘¿Yo te dije eso?’
‘No. Lo acabo de inventar.’
‘¡Ah!’ Vuelve a reír. ‘Entonces, querido sobrino, ya sabes todo lo que yo sé. Lo demás’, dice agitando la mano, ‘es solo cuestión de detalles. Claro, podría haberte influenciado para que tomaras alguna acción en particular. Pero lo habrías estado haciendo para mí, no por ti mismo. Recuerda lo que cantaban los ‘Hunters and Collectors’: solo tú puedes cambiar la forma en que vives. ¡Y bien, eso hiciste!’ Vuelve a agitar la mano expresivamente frente a la cámara.
‘Eh – gracias, Frank. Mira, quedan par de cosas que necesito consultarte. Son importantes.’
‘¿Se relacionan a una chica en particular?’
‘Se podría decir que sí... pero hay más.’
‘¿Una cierta joven glamorosa llamada Justine?’
‘¿Cómo es que conoces a Justine?’
‘Era mi abogada, ¿recuerdas?’
‘Ehh... ¡Espera, espera! ¡Ella me dijo que nunca conoció a Pikkeljig!’
‘¡Ah!, ¡pero sí conoció a su asistente ‘Carl’, ¿verdad?’
‘¡Eres un zorro!’
‘En el momento en que mencionaste a los McMahon, me pregunté si te verías atraído por su considerable magnetismo. Te digo – si hubiera sido un par de décadas más joven…’
‘¡Frank!’
‘Sí, lo sé. Siempre parece ‘asqueroso’ cuando una persona mayor expresa su sexualidad. Créeme, llegarás aquí un día y te preguntarás por qué tanto alboroto. Mientras tanto, dime: ¿ya la has invitado a tu casa?’
‘De hecho, la invité para mañana en la noche - a cenar.’
‘¡Mira quién habla de ser zorro!’ Frank sonrie. ‘¿Qué vas a preparar?’
‘Pimientos rellenos.’
‘¿La receta de la Baba Vera?’
‘Sí. Bueno, mi variante.’
‘Siempre será la variante de alguien. ¡Eh! ¡Seguro que la receta de Baba Vera era una variante! De todos modos, buena elección. ¿De qué más querías hablarme?’
Eh, bueno, necesito tu consejo... Pero tendrá que esperar. Voy a llegar tarde al trabajo.’ Eso último es cierto. Miro mi reloj y me doy cuenta de que ya son las 6:45 de la mañana. Tengo que desayunar, ir al baño, afeitarme, vestirme...
‘Entonces, se quedó para la próxima’, dice Frank. ‘Estoy seguro que no necesitas mi consejo de todos modos. Parece que te las estás arreglando muy bien sin mí.’
‘De eso no estoy seguro...’
‘Confía en ti mismo. Has llegado hasta aquí, ¿no? No vendría a cenar si no le cayeras en gracia.’
‘Veremos... hablamos luego, tío Frank.’
‘Oye – antes que te vayas: ¿tomaste mi sugerencia y te hiciste una copia?’
‘Claro que sí.’
‘Eso debe ser la grabación que vi en la red. Buen chico. ¿Has visto a un médico?’
‘No – todavía no, Frank. ¡Recuerda, solo he estado aquí una semana más o menos!’
‘Está bien. Pero hazte otra copia hoy, ¿de acuerdo? Hazlo por mí. ¿Lo prometes?’
‘Lo prometo.’ Tomo nota de la ironía que Frank me pida que haga algo por él, pero no lo menciono. ‘Te veo luego, tío Frank.’ Hace su característico movimiento de ‘cabeza ladeada y guiño’, y la conexión termina.
Como siempre, había mucho más que quería conversar con Frank: la naturaleza de ser una ‘copia’ estaba primera en la lista. También la idea que mencionó sobre un ‘reflejo de agarre’ sicológico en los humanos. Tengo la sensación de entender a lo que se refería, que quiero ‘soltar’ los líos en mi vida. Pero hasta ahora no he dado con la manera de hacerlo; lo único que se me ha ocurrido es meterme los dedos en los oídos, cerrar los ojos y gritar: ‘¡La, la, la, la!’
Tiene que haber mejor forma de batir el cobre. Simultáneamente, me niego a ser una mera ‘copia’ que se puede botar en la basura. Me metí en este berenjenal– ahora tengo que ingeniámerlas para salir. ¿Pero cómo? Habemos dos donde debería haber sólo uno.
Quizás debí sincerarme con Frank; tal vez él entienda. Podría irme a vivir con él y dejarle a D1 su mierdero. Pero eso implica borrarme y hacer otra copia... Sencillamente no doy pie con bola. Y ahora mismo tengo que ir a trabajar.
Pero antes de eso, tengo una promesa que cumplir: Abro el Generador de Perfiles 3.2, selecciono la opción ‘grabar’ y luego me dirijo hacia el cubículo. Al menos puedo hacer esto por el tío Frank...
Viernes, 28 de febrero de 2014, 8:25 AM
Dicen que no se deberían abrir paraguas dentro de casa, algo relacionado con mala suerte.
Nunca he sido supersticioso y no pienso empezar ahora, así que presiono la pestaña de mi flamante sombrilla negra nueva. Se abre de golpe, regando gotas por toda mi escritorio y ventana.
‘¡Coño!’
‘¿Todo bien ahí dentro?’ pregunta Silvio.
‘Sí. Todo bien. Acabo de hacer una animalada. De nuevo.’ Me quedo fijo, mirando la cagazón acuosa con desánimo, entonces Silvio se aparece en mi puerta con una caja de pañuelos desechables
‘Tenía la sensación de que ibas a hacer esto cuando entraste.’
‘¡Ja! Como siempre, me tienes calado, Silvio.’
‘Ian te estaba buscando hace un minuto. Él está a la vuelta de la esquina charlando con Branka, así que espéralo pronto. Por cierto, aquí está el archivo de adquisición de Duffield.’
‘Ah, chévere. Gracias.’ Pongo mi paraguas en la esquina, coloco el archivo en mi mesa lateral y tomo la caja de pañuelos. ‘¿Cómo van las cosas contigo esta mañana?’
‘Bien, y mejorando.’ Da un paso atrás mientras limpio mi escritorio. Veo que mis notas escritas a mano están desfiguradas por las gotas. (Pero también noto que mi caligrafía es sorprendentemente buena. El problema es que no se parece a mi letra – al menos no exactamente.) Al cabo, Silvio pregunta:,’¿Necesitas ayuda?’
‘No. Todo bajo control.
‘Te quedaron algunas gotas en la ventana.’
‘¡Así es, compañero!’
‘¿Todo listo para la gran cena de esta noche?’
‘Sí.’ Dejo de limpiar. De repente me doy cuenta de lo grosero que estoy siendo. ‘¿Dime, tienes planes esta noche, Silvio?’
‘¿Qué – para esta noche?’
‘Sí, esta noche. ¿Por qué no te nos unes, compa?
‘¡Ay!, oye no estaba congraciándome para que me invitaras. Además, ¿no hay ya alguien de sobra?’ Levanta una ceja.
‘Eres un fresco.’ Limpio el cristal y noto una apertura en las nubes oscuras: un rayo amarillo apagado brilla desde el cielo hasta tierra, como la luz de una linterna gigante que va perdiendo carga. ‘Por favor, di que sí. Y por cierto, de verdad no quiero que sea una velada romántica.’
‘¡Pues deberías quererlo!’ Silvio sonrie burlón.
‘No, no debería.’ Lanzo el puñado de papel húmedo a mi cesta de basura, estilo baloncesto. Encesto a la perfección. Justo entonces aparece Ian McCrae detrás de él. Me pregunto cuánto tiempo ha estado parado allí.
‘¡Ey, buen tiro! ¿Juegas baloncesto?’
‘Buenos días, Ian. Hace rato que no. Jugaba en la secundaria, luego con un equipo en el centro deportivo local.’
‘Bueno, eso me da una idea... Pero primero’, se detiene para dejar pasar a Silvio, ‘quería darte las gracias por tu ayuda ayer.’
‘Eh, no fue gran cosa.’
‘¿Hablas en serio? Llevaste ese caso a todas luces sin tiempo para prepararte.
Ayer tomé unos tragos con el Registrador Hycklare – dijo que lo hiciste de maravilla, amigo mío. Estaba muy impresionado.’
‘Conocía la jurisprudencia. La mayoría de los precedentes que habría utilizado en Perth son victorianos también.’
‘Eres demasiado modesto. Creo recordar que consideraste colegiarte en algún momento.’
‘Sí, lo hice. En eso me distraje. Supongo que el conseguir atraer a CIQ como cliente de mi bufete me resultó una carnada irresistible.
‘Lástima que no se te dio. ¡Pero sirvió para traerte aquí, a beneficio nuestro!’
‘Muy amable.’
‘Para nada. Branka dice que avanzas a toda vela con tus trabajos asignados y tu facturación es muy sólida. ¡Bravo, compañero! Has validado mi confianza en ti. No es que tuviera dudas; soy buen juez de carácteres. Escucha, el día que quieras pasar a litigación, házmelo saber. De hecho, estamos pensando en contratar a un abogado interno. Se me hace que serías el hombre perfecto para ello.’
‘Diantre... muy bien, lo pensaré. Es que apenas he empezado a abrirme camino aquí...’
‘¡Ah! ¡Sin prisa!’ Ian levanta la mano. ‘¡Aún es temprano! Sólo te doy algo de validación: mirando al futuro. Y se ve brillante, mi socio.’ Me da esa sonrisa de mandíbula cuadrada y mirada firme otra vez, y siento la habitación encogerse. Puedo ver la atracción que ejerció (¿ejerce?) sobre Justine y no la culpo en absoluto. ‘Lo que me lleva a lo otro que pensé.’
‘¿Eh?’
‘Baloncesto. Dos contra dos. Tú, yo, Justine e invitamos, digamos... al joven Silvio. ¿Qué opinas?’
‘Eh, sí... ¿Por qué no?’
‘¿Te conviene a fines de la semana que viene? ¿Después del trabajo?’
‘Bueno, no tenía planes para entonces.’
‘Magnífico. Le diré a Susan que haga los arreglos. Dos chicos, dos chicas – va a ser genial.’
‘¿Dos chicas?’ Frunzo el ceño.
‘Ajá. Ya sabes...’ Ian hace un gesto con la cabeza hacia Silvio.
8:40 AM
Ian se ha ido y me asomo por la puerta de mi oficina.
‘¿Entonces qué, Silvio: vienes esta noche?’
‘Déjame revisar mi agenda social.’
‘Bueno ya de chistes. Recuerda: soy tu jefe.’
‘Muy cierto. ¿Pero qué me pongo?’
‘Estás dándole pie a los estereotipos de McCrae.’
‘¿Ah, te diste cuenta?’ Sonrie.
‘Digamos que no tardó mucho en mostrar el color de su plumaje – doble sentido incluido con toda mala intención. Como decimos los abogados, bastó ‘una pregunta más’.’
‘Mm. Decepcionante, pero nada inesperado.’
‘Está organizando un partido de baloncesto, dos sobre dos.’
‘Siempre y cuando sea sólo para baloncesto.’
Le frunzo el ceño a Silvio. ‘No tiene gracia, compañero. Escúchame: somos él, tú, yo y Justine.’ Su sonrisa se apaga.
‘¡A coger por el culo!’
‘No vuelvas con lo mismo.’
‘Lo siento.’
‘Bueno, ¿qué dices?’
‘¿Al baloncesto o a la cena?’
‘Ambos, so huevón.’
‘Bueno, difícilmente puedo negarme al baloncesto con mi patrón, ¿eh? A eso le dicen una ‘suicidio professional.’
‘Igual negarse a cenar con tu jefe. Además, querrás echar un vistazo al estudio.’
‘Bueno, ya que me estás torciendo el brazo. ¿A qué hora?’
‘Justine la fijó a las 7:30.’
‘¡Dale, entonces – allí estaré!’
7:10 PM
Tuve que irme a casa temprano del trabajo apresuradamente. Por suerte, McMahon es mucho más acequible que mi antiguo empleo en ese aspecto. Los pimientos rellenos que estoy preparando no siguen una receta complicada, pero llevan tiempo: alrededor de diez minutos en prepararlos y una hora y veinte minutos cocinándose.
Me había prometído que esta narrativa estaría ‘libre de recetas’, pero para ser concienzudo, aquí está mi variante de la receta de Baba Vera para ‘punjene paprike’:
Receta: pimientos rellenos (punjene paprike)
Ingredientes (para 4)
4 pimientos grandes rojos, amarillos o naranjas.
250 g de carne molida de res y cerdo (mezclada)
1/2 taza de arroz basmati (sin cocinar)
1 zanahoria, picada finamente
1 cebolla, finamente picada
Un diente de ajo pequeño, machacado.
Salsa
pasta de tomate
400 ml de sopa de tomate (Hecha previamente, según la receta que se prefiera.)
Otros
aceite (yo uso el de semilla de uva)
páprika roja molida
sal y pimienta
Preparación
Fríe las cebollas y las zanahorias en aceite a alta temperatura hasta que la cebolla comience a dorarse. Agrega la carne picada y el ajo y dora eso, luego añade el arroz, media taza de agua y un poco de sal, pimienta y paprika a gusto. Déjalo cocinar a fuego lento durante unos 20 minutos.
Mientras, corta la partes superiores de los pimientos y ahuécalos, teniendo cuidado de sacar todas las semillas. Guarda las tapas para servir como sello decorativo.
Una vez que la mezcla esté cocida, colócala en los pimientos y comprímela hasta llenarlos al tope, luego utiliza el tapón del pimiento para cerrarlo. Coloca los pimientos rellenos en una olla grande.
Agrega la sopa de tomate, un poco de pasta de tomate y media taza de agua. Agrega sal, pimienta y paprika al gusto. Lleva la sopa a hervir, luego reduce a fuego lento. Cubre y cocina a fuego lento por 1 hora más, dándole la vuelta con cuidado después de 30 minutos (no te preocupes si algunos de los contenidos se derraman, no importa).
Tenía intención de hacer un postre también, quizás algo típicamente balcánico (para complementar al punjene paprike). Pero me di cuenta de que no sé preparar postre balcánico alguno. Bueno, supongo que sí, pero ¿quién quiere comer knedle sa sljivama (rellenos de ciruela frita hechos con harina de patata) o šnenokle (porciones de merengue en natilla)? Además, no daba el tiempo para llamar a mi tía Zora (la prima de papá) en la Gold Coast para que me refrescara la memoria sobre la receta. Más al grano, ¿quién tiene tiempo para preparar ese tipo de cosas?
Así que, en su lugar, me detuve en Enoteca Sileno (una tienda especializada en comida italiana) en la calle Lygon, al regreso (total, me queda a sólo una cuadra de mi casa) y compré biscotti de almendra. Deberia ser más que suficiente.
Okey, ¿por dónde andan las cosas? Al presente, la comida se está cociendo a fuego lento, faltándole media hora. Acabo de darle vuelta a los pimientos y se ven apetitosos. La mesa está puesta. Estoy duchado y llevo una de las camisas de manga larga informales de Frank (una de Ted Baker en punto cuadrado) y unos jeans limpios y planchados. Me sobra tiempo. Voy a bajar al estudio un momento, a asegurarme que Outlook y Skype estén apagados. De paso, esconderé los accesos directos a ‘Profile Generator 3.2’ y al directorio de perfiles, por si acaso. Finalmente, voy a crear accesos directos en pantalla para el software de ingeniería de sonido que me consta Frank ha instalado en la máquina (les echaré un vistazo rápido, pero no me preocupa cuán diestro estoy; si juego bien mis cartas, jamás volveré a verlos).
Cuando llego a la computadora, hay un mensaje esperándome:
Hola D2
Intenté contactarte por Skype, pero no tuve suerte.
Escucha, hice algo de verdad, de verdad tarado. ¿Sabes cómo nos quitamos los anillos de boda cuando Kylie no anda cerca? Bueno, me cambiaron a otra habitación del hotel anoche y parece que perdí la mía. Pensé que la había puesto en la gaveta de la mesa de noche, pero el personal revisó y no estaba allí. He rebuscado todos mis bolsillos y todos mis efectos: no aparece.
Entré en un pánico terrible, ¡entonces me acordé que tú tienes el tuyo! ¡Problema resuelto! ¿Podrías hacernos el favor de hacer una copia y enviarlo a la casa de Wanneroo? No hay prisa porque no volveré de KL por un par de semanas.¡Confío en ti, mano!
D1
Trato de recordar cuándo vi por última vez mi alianza. No creo que lo tuviera puesto cuando me imprimí a Melbourne. ¡Ojalá no haya perdido el mío también! Respondo en el acto:
No te preocupes. Tengo prisa ahora, pero te lo resuelvo pronto – tranquilo.
Hablamos luego.
D2
Después de enviar el mensaje, cierro Outlook y Skype, elimino el acceso directo a Profile Generator 3.2 (puedo restaurarlo más tarde desde la ‘Cesta de Reciclaje’) y busco en la lista de programas el software de ingeniería de sonido.
Como esperaba, encuentro Acid Pro 7 y Soundforge Pro 11 (vaya, no somos los que éramos desde los días de la máquina Windows 98 de Frank) y coloco accesos directos a ellos en la pantalla. Por fin, después de echar un vistazo rápido para asegurarme que todo corre sobre ruedas, subo por la escalera a la planta baja a través de la trampilla (la cual está oculta en el lavadero, como en la casa de Wanneroo). No hay duda, ¡el tío es consistente!
7:35 PM
Escucho sonar el timbre y reviso el videoportero: hay tres siluetas agrupadas en la entrada. El más cercano (presionando el botón) se ve como luciría Silvio si fuera un pececito rojo distorsionado por el borde grueso de una pecera.
Bugsy salta sobre el tope del mostrador de cocina y maúlla silenciosamente; al parecer se olía que me traía algo entre manos todo este rato, sin duda sospecha que sus peores temores se han confirmado. En general le tiene fobia a la gente. (Bueno, al menos odia a la mayoría de las amistades de Kylie. Opino que los blancos mayores de su desdén son Yvonne, Leanne y Brad, seguidos de Toula, Narkis y mamá. Sin embargo, a papá lo tolera.)
‘Lo siento, Bugster’, le digo fútilmente. Lo rasco bajo la barbilla (para lo cual pausa un momento), luego sale como alma que se lleva el diablo escaleras arriba mientras voy a abrir la puerta.
Silvio esperaba con una botella de vino que empuja a mis manos. ‘¡Hola, patrón!’
‘¡Buenas, chicos! ¡Bienvenidos!’ Digo mientras tomo la botella. Silvio se precipita a entrar, curioso por ver el interior, pero Justine ha retrocedido y está admirando la fachada del edificio, con la boca ligeramente abierta. Lleva un vestido cheongsam rojo – también conocido como qí páo – con una bufanda de seda que combina perfectamente. Zar está apoyado contra la pared y me extiende la mano.
‘¿Y qué, tío?’
‘¡Hola, Zar!’
‘Dan, esto es precioso. No estabas bromeando cuando dijiste que vivías en un palacio.’
‘Sí, bastante especial, ¿verdad? ¡Tengo que disfrutarlo mientras me dure!’
En ese momento veo a la sra. Chew llegando a su entrada y le ondeo la mano. Justine sigue admirando la casa, en particular el balcón de mi dormitorio.
‘Mucho me temo que vas a odiar dejar este lugar.’
‘Sospecho que sí,’ contesto. ‘¡Buenas noches, sra. Chew!’ La vecina está cerrando la puerta de su coche. Sonríe, saluda y responde:
‘Ah – buenah nocheh, señol Pikiyig. ¿Tieneh invitadoh pala cenal, eh?’
‘Así es, sra. Chew.’
‘Que lo disfruten, ¿sí?’
‘¡Lo que usted mande!’
Me hago a un lado para dejar entrar a Justine.
‘¿Cómo te acaba de llamar tu vecina?’
‘Está tratando de pronunciar ‘Djurdjevic’, pobrecita. Debería cambiarme mi el apellido a ‘Jones’ y darle fin al asunto.’
‘Sonó como si te llamara ‘Pikkeljig’.’
‘¡Sí, supongo que sí!’ Rio. ‘¿Gracioso, no? Es contable. Parece ser tremenda vecina. Cuando nos juntamos nos volvemos un par de cotorras.’
Justine luce todavía un tanto desconcertada mientras enlaza su brazo con el mío, y la hago pasar dentro. No estoy seguro de dónde saqué eso último; estoy improvisando a dos manos. Además, parecío como si ambos lo hicimos intuitivamente. A pesar del ‘por poco’ con la sra. Chew, otra vez me siento flotar de brío: ¡estoy que me como a Supermán por la capa!
‘La cena estará lista en diez minutos. ¿Por qué no les muestro la casa primero?’
8:40 PM
Creo que sé cuál es la fuente de mi confianza: nada de lo que diga o haga viene con consecuencias. Ya he descartado la idea de juntarme con Justine, así que no hay presión. Puedo serenarme y disfrutar la ocasión. Y eso es precisamente lo que estoy haciendo.
Todos seguimos en la mesa escuchando a Silvio. ¡Cuánto me alegro de haberlo invitado!; habla hasta por los codos y debería haberse dedicado a la comedia en vivo, no a ser asistente legal. Vislumbro que el mayor problema que voy a tener con él es establecer límites profesionales en el trabajo, porque una vez que se da cuerda, parece no tener fin.
Silvio había traído una botella de Shadowfax Shiraz (cosecha del 2010), pero la terminamos hace rato. Resultó el acompañamiento perfecto para mis pimientos, que también parecen haber desaparecido (excepto por el medio pimiento que queda en el plato de Zar). Así que fui a la cava de vino del tío Frank en el lavadero y agarré una botella de The Bridge Shiraz (cosecha del 2006) y casi la hemos terminado también.
‘¿Más vino?’ Le pregunto a Justine.
‘Gracias, pero no’, dice con los labios mudamente, mientras tapa su copa con la mano.
Silvio extiende su copa sin pausar en su monólogo. ‘Probablemente intentaré patear la pelota – ¡y me romperé varios dedos del pie!’ Vierto el resto de la botella y él toma un sorbo grande. ‘¡Pobre del que me toque de pareja! Probablemente tú, Dan. ¡Todos sabemos a quién quiere el sr. McCrae consigo!’
Justine se nota incómoda; a las claras no le hace gracia el tema. ‘Esos pimientos realmente estaban deliciosos, Dan’, dice ella. ‘¿Es receta de tu ‘madre patria’?’
‘Sí. Esa es mi variante de lo que solía hacer mi abuela – Baba Vera. O lo que logro recordar. Ella falleció hace algunos años. Probablemente poco después que naciste, Zar.’
Zar ha estado sentado en silencio toda la cena, bebiendo vino y jugando con su comida como un niño. Lo que ha hablado, ha sido en un tono ligeramente sarcástico. Parece divertirle lanzarle una que otra indirecta a Silvio quien, muy a su favor, lo ignora.
Por mis tiempos en Asistencia Legal, tengo una idea de por qué se está comportando así: como algunos de mis clientes más ‘nebulosos’, sus pupilas se han reducido a casi nada. También se rasca a menudo, a veces con furia.
‘Zar, cariño, no has comido gran cosa.’ Justine me da una mirada de disculpa: ‘Tengo que cuidar de él; se desvanecería si no lo hiciera.’ De repente, Zar exabrupta:
‘¡Ay, no jodas más, Juss! Ya te lo dije. ¡Simplemente no tengo hambre!’
‘¡Zar! ¡No seas grosero!’
‘Tío, no hagas esto’, suplica Silvio.
Zar se vuelve hacia mí con sus ojos sin pupilas, parpadea, muy lentamente y dice, usando una pronunciación altisonante: ‘Disculpe, buen señor, se me olvidan mis modales. La comida fue excelente. Mi inapetencia no es reflejo de la pericia culinaria de su merced.’ Intenta levantarse, casi desplomándose mientras. Me habla fijado antes que estaba algo tambaleante, el poco de vino que tomó lo ha empeorado. Queda claro que se ha ‘metido’ algo más también. ‘Te diré algo’, dice en su voz habitual, ‘al menos sabes cocinar. No como el otro tipo, tu jefe, don Ian Gran Mierda McCrae. Estoy bastante seguro de que no sabe hervir un huevo. Eso sí, sabe ordenar en un restaurante elegante. Y de seguro tiene mucho dinero. Creo que esa es la parte que voy a echarle de menos. De hecho, es la única parte que voy a extrañar, pero parte importante.’ Vuelve a la voz rimbombante: ‘¿Podría alguien indicarme dónde está el excusado de caballeros más cercano? Necesito hacer uso de sus facilidades.’
Silvio detiene a Justine de levantare. ‘Déjalo conmígo, Juss.’
Mientras se alejan, escucho a Zar decir: ‘Quítame las manos de encima, so maricón.’
‘¡Coge un buche, Zar, y agárrate bien! ¿Qué coño has tomado?’
8:50 PM
Justine ha pasado los últimos cinco minutos disculpándose. De primera intención, había tomado su bufanda y bolso, esperando pacientemente en el pasillo a que Zar regresara. Obviamente, estaba decidida a escapar en cuanto pudiera para poner fin a su vergüenza. Pero Zar y Silvio aún no han regresado del baño de abajo.
‘¿Debería ir a ver?’
‘No – yo voy.’ ‘Por favor, no... Has sido demasiado amable.’ Justine abruptamente se dirige hacia el baño adyacente a la lavandería. Contra su voluntad, la sigo.
Vemos a Silvio frente a la puerta, tocando suavemente. Cuando nos ve, se encoge de hombros y dice: ‘No sé. No contesta.’
‘¡Ay, por el amor de Dios!’ dice Justine. Rebusca en su bolso, saca de su cartera una moneda de diez centavos y la usa para abrir la cerradura de la puerta del baño desde fuera. Admito quedar impresionado.
Cuando se abre la puerta, vemos que Zar ha caído al suelo y está acurrucado en posición fetal, con el pantalón en los tobillos. Justine y yo lo revisamos, está respirando. De hecho, roncando.
‘¿Alguna idea de lo que podría haber tomado?’ Pregunto.
‘Sí’, dice Silvio. ‘Tomó un par de tabletas de codeína muy fuertes y un par de Valium antes que nos fuéramos.También tenía algo más en su bolsillo. Creo que podría haberlo tomado en la cena.’
‘¿Sabes qué fue?’ pregunto.
‘La envoltura todavía está en el coche. Iré a comprobar.’ Silvio sale corriendo.
‘Lo siento tanto, Dan’, dice Justine por enésima vez.
‘No te preocupes por eso. Concentrémonos en Zar.’
En ese momento, Zar se mueve y abre los ojos débilmente. ‘Lo siento. Debo haberme quedado dormido. Es que estoy tan cabronamente cansado, hermano...’ murmura.
Silvio corre de vuelta, sin aliento. ‘Es algo llamado ‘Avanza’ - 30 mg.’
Lo recuerdo de mis archivos de negligencia médica: es un medicamento comúnmente recetado como antidepresivo, aunque también se utiliza porque tiene un efecto sedante. ‘Hm. Así que son dos codeínas, dos Valium, alcohol y un Avanza. ¿Estás seguro de que no ha tomado nada más?’
‘Claro que estoy cabronamente seguro’, murmura Zar. ‘No puedo conseguir lo bueno, ¿verdad? Esta cama es una mierda. ¿No tienes algo mejor?’
‘¿Me ayudas, Silvio?’ Lo levantamos (yo tomo su torso superior, Silvio las piernas) y lo llevamos a la habitación de abajo, donde lo acomodamos en la cama. Justine le quita los zapatos y el pantalón.
‘Tendrá que dormir la mona. Al parecer, debería estar bien; no ha tomado una dosis enorme de algo en particular. Mi preocupación es que la combinación podría tener resultados impredecibles. Quizás quieras llevarlo al hospital por precaución’, digo.
‘No maldito hospital’, murmura Zar mientras se da la vuelta. Justine toma la mitad de la manta y la tira sobre él.
‘No quiere que le laven el estómago. No lo culpo’, dice Justine. ‘Es horrible.’
‘Entonces, tendrá que ser monitoreado cuidadosamente. Si hay algún cambio, tendremos que llamar a una ambulancia de inmediato.’ Justine asiente.
‘Odió hacerte la imposición, Dan, pero ¿podemos quedarnos aquí esta noche?’
‘¡Por supuesto!’
‘Gracias... No quiero imaginarme el intentar moverlo. Necesito… ¡Ay, Dios mío, no sé qué hacer!’ Se cubre la cara con las manos, exasperada.
‘Okey, este es el plan’, digo con voz calma, poniendo mi mano suavemente sobre su hombro. ‘Lleva a Silvio a casa, ve a la tuya, recoge lo que necesites y vuelve. Podrás acostarte junto a tu hermano y asegurarte de que esté bien.’
‘Pero no puedo dejarlo ahora.’
‘Estaremos bien. Lo vigilaré mientras tú estés fuera. Pan comido.’
‘No puedo pedirte que hagas eso.’
‘No me lo pides. Yo insisto. Dale. Estaré aquí – lo prometo.’
Justine, a regañadientes, toma su bolso, se envuelve la bufanda alrededor del cuello y toma a Silvio del codo. Me siento en el borde de la cama y los veo salir. Ella se detiene en la puerta y dice: ‘Arruinamos tu cena.’
‘Digámoslo de otra manera: la hicieron interesante. Para variar, no se trataba tan sólo de mí. Eso está lejos de ser algo malo.’
‘¿Siempre eres tan amable?’
‘No. Me gustaría serlo. Por lo general soy un egoísta.’
Esas fueron probablemente las palabras más sinceras que he dicho en mucho tiempo.
‘Lo dudo’, la oigo decir, y se ha ido.
Sábado, 1 de marzo de 2014, 3:16 AM
Despierto de golpe por el leve susurro de una conversación. Justine y Zar deben estar despiertos. Resulta un poco sorprendente, pienso mientras miro mi reloj LED en la mesita de noche. Pensé que el cóctel que tomó Zar tardaría mucho más en pasar.
Antes, mientras Justine estaba fuera, me había sentado al borde de la cama observando a Zar roncar. (Bueno, más bien jadear.) En fin, a las claras estaba vivo, y eso era lo único que importaba. No tardé en aburrirme; de hecho, en quince minutos ya había sacado mi teléfono y estaba navegando el internet usando el wifi de la casa.
Decidí revisar mis correos electrónicos en mi portátil (configurado para recibir los mismos que la computadora del sótano). No me gusta hacerlo porque el texto pequeño se me hace cada vez más difícil de leer: estoy bastante seguro de que me estoy volviendo presbiope. Al menos los teléfonos inteligentes modernos permiten aumentar el tamaño del texto.
Vi que había un nuevo mensaje de D1:
Hola D2
Pensé que te gustaría un poco de vacilón, cortesía de Lana, quien me envió este correo desde la computadora de su casa (todas nuestras computadoras de trabajo ahora están siendo monitoreadas):
Hola Danno
¡Qué suerte tienes de no estar aquí! ¡Qué clase de ladilla ha resultado ser Dixon! Ahora que su chivo expiatorio favorito está ausente, tiene más tiempo para jodernos la vida al resto de nosotros.
¿Te acuerdas que prohibió las charlas y los correos electrónicos? Aquí la parte divertida. He contado tres ocasiones en los últimos 2 días en las que Dixon ha estado recostado contra el marco de la puerta de Justin o de Sylvester, chachareando por más de media hora. En cada caso, me acerqué lo suficiente para escuchar el tema. Y en cada caso sonaba algo como:
‘... al fondo del hoyo nueve... un ‘birdie’... lo corté... hice mi tiro de aproximación... ¡albatros!’Sabes cómo a Dixon, Justin (y últimamente a Brad) les encanta el golf.
Una pila de hipócritas. Sonja y yo estamos buscando otros trabajos cada semana, pero simplemente no se encuentran. Casi el único que hemos visto fue en esa firma de Melbourne con la que trataste en relación con la herencia de tu tío. Estaban buscando a alguien con bastante experiencia. Pensamos en ti, pero desafortunadamente la fecha límite para las solicitudes pasó hace semanas.Nada, espero que te estés divirtiendo, suertudo. Tómate un cóctel con sombrillita a la salud de nosotras dos.
Lana (y Sonja)
Como puedes ver, compa, nada cambia.
¡Intentaré por Skype de nuevo mañana!
D1
Me di cuenta de lo sorprendentemente precisa que era la última frase. Nada había cambiado para D1: independientemente de cuán enredadas se hubieran vuelto las cosas, sus problemas y asuntos fundamentales seguían siendo los mismos.
En contraste, heme aquí observando a un extraño durmiendo profundamente, con la boca abierta contra una almohada, una mancha húmeda de saliva expandiendo en la funda. Esta fue una dinámica completamente nueva para mí: una desventura en la que no fui ni la causa ni un contribuyente. Para variar, solo fui un espectador.
Cierto, visto de forma aislada, este evento en particular fue sólo una tormenta en un vaso de agua; Zar básicamente se durmió con una mezcla de medicamentos bajo receta bastante comunes y un poco de vino. Pero tenía que preguntarme por qué. insinuaban un problema mucho más grande: era obviamente un joven con problemas. Y la cantidad que al parecer consumió antes de desmayarse sugería una cierta habituación a las sustancias.
También reflexioné que los eventos de la noche habían arrojado una luz completamente diferente sobre mi panorama actual. Nada había salido como esperaba: ningún músico entusiasta había tratado de sonsacarme información, ni intentado obtener promesas sobre grabaciones. Ni siquiera habíamos bajado al estudio. Más bien, estas expectativas habían sido perturbadas por un subtexto que anteriormente había escapado (por completo) a mi atención.
A fin de cuentas, Justine tardó casi dos horas en regresar. Eran las 10:54 de la noche en ese momento. Supongo que tuvo que andar un buen trecho; recuerdo que Silvio dijo que vivía en Craigieburn, un suburbio periférico a unos cuarenta minutos por Hume Highway.
Justine entró falta de aliento, sosteniendo una mochila para Zar y un bolso de fin de semana para sí. Se detuvo a mirar a Zar y apartarle el cabello de la cara, me dió las gracias apuradas y dijo que se prepararía para ir a la cama. Le mostré dónde estaba el baño de abajo y la dejé sola; cerró la puerta mientras yo subía las escaleras.
Bugsy me estaba esperando en la cama cuando entré en mi habitación. Me desvestí, apagué las luces y me quedé en la oscuridad mirando las luces brillantes de la ciudad a través de mis ventanas. Luego me cepillé y usé hilo dental, fui al baño y me metí en la cama junto a Bugsy, que se estiró y me dio una patada en la cara al mismo tiempo.
3:23 AM
Sigo acostado en la oscuridad, escuchando el sordo retumbar del tráfico distante mezclándose con los sonidos dispersos de conversaciones indistintas: vocales ocasionales y consonantes apagadas que de alguna manera se abren camino por la escalera hasta el piso de arriba. Decido investigar.
El sonido proviene del área del comedor, que está al final de la escalera a la izquierda. Bugsy y yo apenas estamos comenzando el descenso hacia el primer descanso cuando veo a Justine: de espaldas a mí y hablando con alguien en su iPhone usando FaceTime. Me detengo en seco, al igual que Bugsy. Sé que no debería fisgonear, pero no puedo evitarlo. Bugsy y yo nos agachamos y escuchamos:
‘No tiene sentido intentar cambiar cosas que no se pueden cambiar. Tú debes cambiar. Shān bù zhuǎn lù zhuǎn. Una montaña no puede doblarse, pero un camino sí’, dice una voz. Pertenece a una mujer mayor; el acento suena chino pero con una notable influencia norteamericana.
‘Lo sé’, dice Justine.
‘Debes labrar tu propia senda. Todavía eres lo suficientemente joven. No como yo. Soy una mujer anciana y enferma. Mi tiempo ha llegado y se ha ido. Ahora es demasiado tarde. ¿Sabes qué es lo que más lamentan las personas de mi edad?’
‘No, Amá.’
‘Nunca son las cosas que hicimos. Siempre son las cosas que no hicimos. Cuando yo tenía tu edad, no había tantas oportunidades para una chica. En Taiwán, la vida era dura. Pero aún así tuve algunas oportunidades. Lamentablemente, no las tomé. Siempre lo lamentaré. ¿Sabes que una vez trabajé con Loretta Hui-shan Yang? En aquellos días, ambas éramos actrices jóvenes. Quería ser una estrella de cine, ya ves. Pero mi padre y mi madre dijeron que no, y mi hermano dijo que no. Más tarde, tu Agōng dijo que no. Y fui estúpida. Los escuché. Les dejé hacer trazar mi trayectoria. Jìng Yí, no debes hacer lo mismo.’
‘Hay tantas cosas sucediendo ahora. Tengo tantas responsabilidades. No puedo simplemente abandonarlas.’
‘¿Por qué siempre estás tan agobiada por el deber? ¿Sabes qué significa el nombre de tu hermano? ‘Bǎo Jiā’ significa ‘proteger a la familia’. ¡Pero no lo hace! ¡Y ya es un hombre hecho y derecho! No: debes estar a la altura de tu propio nombre. ¿Sabes lo que significa? ‘Armonía Serena’.’
‘¡No puedo simplemente hacer lo que me da la gana, Amà!’
‘¿Por qué no? Y si no ahora, ¿cuándo? ¡Cuando seas vieja será demasiado tarde! ¿Qué es lo que siempre me dijiste que querías hacer? Vete a ver el mundo. Pinta tus cuadros, ¿eh? Pero te niegas a seguir tus sueños, aferrada al zé rèn. Eso es estúpido.’
‘Eso no es todo.’
‘¿Por dinero? Tu Agōng me habría matado si alguna vez me hubiera oído decir esto: hay más en la vida que el dinero. Sé que trabajas duro. Y que ganas buen dinero. Con todo y eso no eres feliz. Fēngchuī jīdàn kécái sànrén ānlè. El dinero no lo es todo. Es como una cáscara de huevo pintada, está vacía. Es hermosa, pero igual se la puede llevar el viento.’
‘Lo sé.’ Justine permanece en silencio por un momento. Miro a través de las rendijas de la barandilla. Todavía está de espalda hacia mí, sosteniendo el teléfono a la altura del pecho frente a sí.
‘Te ves cansado, dice la voz. ¿Qué hora es allí?’
‘Alrededor de las 3:35 a.m.’
‘Ay Dios mío. ¿Y no has dormido? Debes irte a dormir, Jìng Yí.’
‘Lo haré, Amà.’
‘¿Qué día es hoy? ¿Viernes?’
‘No – sábado. Estás diecinueve horas detrás de nosotros.’
‘¡Ay, menos mal! Puedes dormir la mañana. No trabajas.’
‘No, no voy a poder. Estamos en casa de una amistad.’
‘Un buen amigo te dejaría dormir lo necesario.’
‘Es un colega, Amà. Apenas nos conocemos.’
‘Ah, entiendo. Pues duerme todo lo que puedas. Después, en casa, debes descansar adecuadamente.’ Hay una pausa breve. ‘Te diré, si estuviera allí, ¡le daría pai ji a tu hermano!
Justine ríe. ‘Se lo diré, Amà. Wǒ guānxīn nǐ. Zàijiàn.’
Desde el teléfono se oye un beso. ‘Zàijiàn.’
Justine baja el teléfono y comienza a darse vuelta. Bugsy y yo retrocedemos fuera de vista justo a tiempo y esperamos en la oscuridad hasta que veo sus piernas pasar más allá de la escalera y dirigirse al dormitorio. Segundos después escuchamos la puerta cerrar.
Bugsy y yo nos miramos, luego retrocedemos escalera arriba.
Mientras me acomodo en la cama, reflexiono sobre mi fisgoneo: estoy asqueado. No tengo justificación alguna. Cosa propia de otro de mis fallas de carácter. Me hago el propósito firme de no repetirlo.
6:32 AM
Despierto otra vez. Por un momento me pregunto si lo de anoche no fue solamente un sueño- incluso la conversación en Face Time de Justine durante la madrugada en la que la espié. Entonces oigo ruido de vajilla. Me dirijo a la planta baja y me sorprende ver a Zar en la cocina.
Ha limpiado la mesa y casi ha llenado la lavaplatos. ¡Mirabile dictu! Bugsy está junto a él en una banqueta y está dejando que lo rasque bajo el mentón.‘
‘¡Mira quién resucitó!’
‘Ah, hola compa. No quise despertarte. Sólo trataba de enderezar el reguero de anoche. Medio me acuerdo de como terminó la cosa, y me pareció que era lo menos que podía hacer.’
‘Pareces caerle bien a Bugsy’, comentó, señalando al gato.
‘Tardé un rato en caerle en gracia. Pero ya somos socios.’
'¿Cómo amaneciste?’
‘Pues nada mal. Todavía un poco ofuscado. No es como si fuera una resaca, ¿tú sabes?’
‘¿Gustas un café o té?’
‘Eh, sí. Café me caería bien.’ Pongo la tetera a hervir. Quiero indagar sobre lo de anoche, pero me cohibo.
‘¿Qué estudias en el TAFE?’ (N. Dell T.: Refiérese a los institutos gubernamentales ‘Técnicos y de educación continuada’ [‘Technical and Further Education’], enfocados en preparación para carreras técnicas y vocacionales.)
‘Estoy completando una Certificación IV en estudios mediáticos.’
‘¿Cuándo empezaste?’
‘Justo este año. Estoy en mi primer semestre.’ Como si me leyera la mente, continúa: ‘Los últimos dos años he tenido la cabeza hecha mierda. Estoy tratando de enderezarme, pero de cuando en cuando la vuelvo a cagar. Siento que anoche fuera una de ellas.’ No comento mientras echo el agua hirviendo por el colador de café.
‘¿Leche y azúcar?’
‘Un toque de leche, para cortarlo. Nada de azúcar.’
‘Debe haber sido un coctel potente, el que te metiste anoche,’ le comento.
‘Sí, bue’, es que ya nada me surte efecto. Esta vez supongo que fue la combinación. Y fue la primera vez.
‘Hmm. Aquí está tu café. Ojalá no se me haya ido la mano en lo cargado.’ Ya no lo tomo. Por motivos desconocidos desistí de tomarlo hace años. Desde entonces tomo té. Así que ojalá haya quedado siquiera decente. Zar se lo toma sin quejas.
‘Oye, ¿quieres ver mi estudio?’
‘¡Sí, claro! Estuve husmeando cuando desperté, pero no di con él.’
‘¡Ah, colega, esta casa es una caja de sorpresas! Se encuentra en un sótano oculto. ¡Sígueme!’