5. ¿A dónde vas?

  Previo: Santo Grial

Lunes, 17 de febrero de 2014, 1:30 AM

Una vez más, estoy despertando en una cama extraña en una habitación extraña. La noche ha sido larga, yéndome a la cama a la 1:30 am (aunque en hora de Perth sólo era las 10:30 pm) y ahora siento la aspereza y el peso de muy poco sueño y demasiada adrenalina. Eso último me hace incorporarme aunque mi cuerpo protesta, queriendo volver a acostarse. (A fin de cuentas, son las 4:00 am, según mi reloj circadiano).

El dormitorio da al sur, por lo que la luz de la mañana es indirecta, de un amarillo casi otoñal, entra en ángulo agudo desde la izquierda y hace fulgurar al borde de doble ladrillo que enmarca las enormes ventanas industriales. Alejo a un Bugsy remolón  y soñoliento, me arrastro hasta salir de bajo las sábanas de seda y me dirijo hacia las puertas dobles de reja ornamental. Salgo al balcón donde me recibe el aire fresco de la mañana, la mezcla de olores de ozono y diesel, el ronroneo repentino y los ocasionales bocinazos del tráfico distante. La gran ciudad está cobrando vida.

Para quien no lo ha adivinado, estoy en el piso superior, dentro del dormitorio principal de lo que supongo es el apartamento de Frank en Melbourne. 

Tengo que volver sobre mis pasos para explicar cómo llegué aquí. A pesar de que no he 'viajado' lejos físicamente (es decir, no es como si hubiera tomado un avión y volado hasta aquí), ha sido un viaje increíble.

A ver, ¿por dónde empezo?

Después de que Kylie se fue al yoga, decidí ir a casa de Frank. No era algo que tenía muchas ganas de hacer: si por mi gusto hubiera sido, habría preferido olvidarme de todo el asunto. Sólo quería navegar un rato por el internet y quizás escuchar algo de música. Aparte de eso, estaba algo entusiasmado por ver 'Mis Reglas de Cocina' en la tele esa noche.

Pero a estas alturas estaba metido hasta las narices, sin poder dar marcha atrás. Como solía decir mi difunto abuelo Deda Zdravko:‘Zagrizo si govno – sada mora da progutaš.’ O sea, literalmente: 'Mordiste un mojón, no tienes otra que tragártelo.'

Es difícil poner en palabras la ansiedad– de hecho, el puro pánico – que me invadió ante la realidad de mis acciones hasta ahora y al rumbo futuro al que estaba comprometido.

Hay que pensar que en poco más de un mes he pasado de una vida predecible y monótona a una de abandono temerario. Donde mi existencia solía  caracterizarse por una rutina deprimente, ahora oscila entre extremos esquizofrénicos: momentos de sentirme ebrio de un poder impulsivo y confiado; al siguiente, inundado de una duda propia emasculante, contando las maneras en que mis planes, traídos por los pelos, podrían (y probablemente lograrían) desmoronarse.

Por ejemplo, mi última mentira a Kylie: puedo engañarme a mí mismo, pensando que todo va a salir bien, que ella no le contará a alguien del supuesto 'ascenso secreto'. Pero las probabilidades están por el cielo de que ya se lo ha contado a Yvonne y Leanne (seguramente se los dijo después del yoga) – también a su madre. En menos de lo que se pela un huevo mi propia madre lo sabrá (ya sea a través de Toula o directamente de Kylie) – y no es exagerado suponer que, en un mes, 'radio bemba' habrá difundido el cuento a los cuatro rincones del universo – incluyendo las oficinas de Dixon, Cox y Peters.

¿En qué carajo estaba pensando?

A su vez, hay que ser realista: ¿cómo más podría justificar el próximo incremento de nuestro saldo bancario? Kylie lo habría notado más temprano que tarde. Nada, tenía que inventar algo, y mi historia improvisada probablemente es lo mejor que soy capaz de concebir. Porque, entiéndase, no estoy acostumbrado a mentir. Claramente, tampoco soy diestro en ello (como sugiere mi última aventura de 'desmayo falso'). Los buenos mentirosos planifican las cosas con antelación. Tienen todas las bases cubiertas. ¡Yo ni siquiera sé dónde quedan, y cuáles son, las bases relevantes!

Con todo, recuerdo sentir algo de consuelo por el hecho de que, hasta el momento, siempre había logrado caer parado. Lo atribuí a una buena suerte innata. Mi esperanza era que perdurara.

Además, habiendo emprendido en firme este (desesperado) curso de acción, no tengo más opción que continuar; una mentira requiere otra que a su vez requiere otra. En ese momento en que Kylie se fue al yoga, sin duda mordí un gran trozo de mierda, al parecer hay poca esperanza de no tener que tragármelo.

Así que, con una determinación lúgubre, me cepillé los dientes rápidamente, me peiné (hacia la derecha, como siempre hago) y fui a empacar. Saqué mi maleta grande y metí mis trajes, todas mis camisas de oficina (excepto las que están por lavarse), mis corbatas, ropa interior, calcetines, artículos de afeitar… en fin, ¡el diablo y la capa!. Tenía que apurarme; Kylie volvería en menos de dos horas y todo tendría que estar de vuelta a su lugar antes de eso.

Si hubiera tenido más tiempo para pensarlo, sospecho que habría surgido la duda. Pero la indecisión se había convertido en el peor enemigo de mi nuevo yo, así que me apresuré aún más.

Agarré la maleta repleta y la metí en el maletero. Bugsy se dio cuenta que estaba tramando algo y se deslizaba entre mis piernas. Después de reflexiónar, lo recogí y lo puse en el asiento del pasajero. No había razón para que el 'nuevo yo' dejara atrás a su mejor amigo. (Al menos Bugsy estaría 'al derecho’ otra vez.)


Hablando de mejores amigos, mientras conducía no pude evitar pensar en la relación que tenía con Frank durante mis años de formación. Él fue más un padre para mí que tanto mamá como papá. Eso a pesar de sólo ser mi tío, y meramente quince años mayor que yo. Frank es casi omnisciente en mis recuerdos de infancia, incluso en los más tempranos, para la época que vivíamos en Tannup, en lo profundo del suroeste. (Mamá y papá estaban tratando de hacer prosperar una pequeña panadería allí, mientras que Deda Zdravko y Baba Vera cultivaban un huerto, embotellaban y vendían en una bodega de vino de frutas). Incluso después que Frank se fue a la universidad, venía casi todos los fines de semana a pasarse los ratos conmigo, en vez de con sus padres o su hermano mayor. (mi papá).

Mientras papá solía estar ausente (¡y algo distraído aún estando presente!) durante mi infancia (incluso cuando nos mudamos a Perth), Frank era todo lo contrario: él fue quien me enseñó a montar bicicleta, quien jugaba a atrapar la pelota conmigo y revisaba mis tareas. Éramos amigos.

Como todos los amigos, teníamos nuestros 'rituales': apretones de manos secretos y cosas así. Sospecho que Frank disfrutó de todo eso más que yo. Uno de esos rituales era la 'promesa de meñique'. Fue una idea que adopté en la escuela primaria. Frank inicialmente reaccionó con desdén, pero luego lo adoptó de todo corazón. La regla era que nunca se podía romper una 'promesa de meñique', sin importar por qué.

Por supuesto, para cuando llegué a la escuela secundaria, lo dejamos atrás.  Pero fue algo que jamás olvidamos. Cuando Kylie y yo nos casamos, noté que estaba decepcionado conmigo: tanto que sentí que podría estar perdiendo su amistad.

Así que, acabándose nuestra recepción de bodas, algo ebrio, me acerqué a Frank y le pedí que me hiciera una ‘promesa de meñique', de que nunca me abandonaría. Inicialmente, sólo rió y dijo: 'No hace falta decirlo, muchacho.' Pero al notar cuán en serio lo decía, añadió: ‘Está bien entonces, si tanto lo quieres. Ven aquí, grandísimo idiota.'

Ahí estábamos: dos hombres hechos y derechos entrelazando los dedos en un ritual de parque infantil. No me importaba que alguien nos viera. Total, en las recepciones de boda es bien sabido que ocurren toda clase de necedades.

Lo que me trae de vuelta a mi trayecto a casa de Frank: Estaba pensando en esa 'promesa de meñique' y me preguntaba si podría aplicarla a mí mismo.

Si todavía no está claro, mi 'gran plan' consistía en hacer una copia de mí mismo e imprimirla en Melbourne. ¿Por qué? Simplemente no podía/no puedo conciliarme con 'borrar' mi yo original. En cambio, parecía/se siente mucho mejor crear otro yo. Además, dos de nosotros podemos hacer mucho más que uno.

A medida que avanzaba con mi plan audaz, estaba consciente de lo vital que era tener siempre presente este hecho fundamental:

Ambos eramos yo.

Íbamos a ser una misma persona. Uno de nosotros simplemente tendría que reconciliarse a ser 'D2' en relación al 'D1' del otro. (‘¿Estás pensando lo mismo que yo, D1?’ ‘¡Creo que sí, D2!’)

Así que era inevitable que en algún momento me encontraría en una de dos situaciones posibles: saliendo del estudio en la casa de Frank en Wanneroo y conduciendo a casa donde Kylie (D1) – o estaría en un lugar totalmente diferente. (D2). Si alguna vez necesitara recordarme cuál soy, bastaría con mirarme en el espejo: la imagen invertida lo revelaría.

Así que, al detenerme frente a la casa de Frank, me dije lo siguiente:

D1 tiene la primacía en ser Dan. D2 está sólo para ayudar.

Esa iba a ser la regla. Ambos tendríamos el mismo recuerdo. Ambos estaríamos obligados por la misma 'promesa de meñique' a cumplir con la regla.

Habiéndome dicho esto, uní solemnemente mis dos dedos meñiques, espejos el uno del otro. Bugsy me observaba con curiosidad.

Después de eso, saqué la maleta del maletero y la llevé a la casa, la arrastré hasta el sótano y la metí en el estudio de grabación.

De vuelta en la consola, abrí 'Generador de Perfiles 3.2', hice clic en 'Grabar' (sin 'nulo'), seleccioné Melbourne como destino de impresión, entré en la cabina y dejé que la puerta se cerrara trás de mí. (Como se recordará, cierra sola).

Inhalé profundo y me quedé absolutamente quieto. (¿Importará si te mueves durante un proceso de 'transportador'?)

Como era de esperar, estaba sudando la gota gorda, mi corazón latía con fuerza en mi pecho y sentía pulsaciones en las sienes. Incluso me sentía mareado. Por supuesto, esa es mi reacción habitual al estrés.

Ahí estaba, esperando que algo sucediera. Pero nada. Esperé y esperé. Aún nada. Niente. Finalmente me di permiso para moverme, acercándome tímidamente a la ventana de la cabina para mirar fuera. Cuando llegué a ver, todo parecía idéntico. Entonces se me ocurrió:

¡Por supuesto que nada había cambiado! 

¡Yo era D1, no D2!

Hasta ahora, todo bien. ¡D2 ya debe estar en Melbourne (al menos, eso esperaba)! Parte de la promesa de los meñiques era que D2 enviara un correo electrónico a D1 al llegar. Dado el tiempo que había estado esperando en la cabina, decidí ir derecho a la computadora para buscarlo.

Abrí la puerta y salí hacia la consola de mezcla, preparándome para esquivar los pedestales de micrófono y los cables. Excepto que no tuve que hacerlo, alguien los había apilado meticulosamente a un lado. Entonces noté otras diferencias: la pila de revistas Rolling Stone había desaparecido; un póster de Bruce Springsteen colgaba en la pared frente a la puerta de la cabina que no estaba allí antes.

De hecho, todo el estudio, aunque seguía el mismo patrón, era bastante diferente: la escalera que lleva al estudio (que no se ve desde la ventana de la cabina de grabación) descendía desde la pared opuesta. Otros accesorios también fueron diseñados y construidos de manera diferente. Por ejemplo, el banco al que estaba montada la mesa de mezclaje era ligeramente más alto y estaba laminado con un color y un patrón diferentes. Las paredes detrás de los monitores eran rojas, no azules.

Parece que a fin de cuentas no era D1.

Yo era D2.

Corrí hacia la pantalla de la computadora y noté que estaba en modo de ahorro de energía. Después de darle un empujón al ratón para que cobrara vida, abrí Outlook e hice clic en el cuadro de 'destinatario'. Solo se necesitó la letra (P) para que la agenda encontrara la dirección de Perth. Quería componer un mensaje rápido, pero mis manos empezaron a teclear jerigonza. Tuve que recurrir a escribir con el índice de la mano izquierda.

Hola D1. 

Estoy aquí y todo está bien. Creo.Este tecleo es un fastidio. Apresúrate a ir a casa o llegarás tarde. Hablamos luego. ¿Quizás en Skype?

D2.


Lunes, 17 de febrero de 2014, 7:42 AM 

Estoy frente al espejo del baño, examinando mi rostro.

Es obvio que me tocó la peor parte: soy la imagen reflejada. Me veo raro, pero familiar. Sólo ahora es que me doy cuenta de lo diferente que es 'el hombre en el espejo' del 'hombre en la foto'.

Mi cabello ahora parte naturalmente hacia la izquierda, luego así es que tengo que peinarlo. Mis lunares no están donde deberían estar. De repente, mi nariz luce torcida. (Siempre lo estuvo. Pero uno se acostumbra tanto a que se vira hacia el lado usual que ahora sólo se nota por haber cambiado a la inversa.)

Además, instintivamente favorezco mi mano izquierda, no la derecha. Aparte de eso, me siento cómodo. A menos que me mire al espejo, o quiera hacer algo complejo – como escribir o teclear – no me siento diferente en lo absoluto.

Por otro lado, Bugsy se ve exactamente como su yo original. Se ha subido al banco y deambula, olfateándolo todo. Tomo mi afeitadora Braun y la conecto. Lo predecible, la escritura está al revés: nuarB. Me pregunto si funcionará, y por suerte lo hace (podría haber usado la de Frank, que también resulta estar al revés). Mi teléfono móvil, en cambio, se volvió una porquería.

Cosas como afeitarme resultan ser bastante fáciles; sólo tengo que acostumbrarme al hecho de que me he convertido en zurdo. Noto que si no pienso en ello, no resulta gran cosa.

He intentado escribir. Estaría bien, excepto por algo muy importante: ahora tengo una tendencia automática a escribir todo al revés. De primera intención, pareció que la escritura a mano iba a ser imposible. Pero después de unos intentos, siento que mi cerebro empieza a reajustarse; estoy comenzando a adaptarme.

Igual con la mecanografía. Anoche me senté en la cama a practicar ambas; para este viernes tienen que ser aceptables. Tengo un trecho por recorrer, pero empiezo a creer que lo lograré.

Entonces, ¿dónde me encuentro, geográficamente? El apartamento de Frank en Melbourne resulta ser un antiguo almacén convertido a vivienda en Princes Hill, un suburbio cerca de Carlton North. El edificio en su exterior es una construcción en art déco restaurada meticulosamente. El interior es de diseño abierto al estilo de loft neoyorquino: techos altos, suelos de concreto pulido alternando con vigas de madera de terminación áspera y secciones de ladrillo deliberadamente faltos de un acabado.

Gigantescas ventanas con marco de hierro se extienden casi desde el suelo hasta el techo, mientras que una escalera de mármol y acero lleva a una zona de entrepiso (donde hay una pequeña biblioteca), y luego al piso superior que cuenta con tres dormitorio, aparte del principal.

La casa se jacta de una cocina ultramoderna, y aunque los baños parecen rústicos, los accesorios 'antiguos' ocultan la funcionalidad y comodidad del siglo veintiuno.

Por lo demás, el edificio está amueblado con escaso mobiliario modernista de líneas limpias y uno que otro elemento o decoración de madera oscura al estilo asiático.

También hay un garaje, accesible desde la cocina, aunque no le tengo uso.

Y, por supuesto, está el estudio en el sótano.

Sin duda que el aposento es del tío Frank; he encontrado la misma clase de ropa que había en su casa de Wanneroo. (Eso me es  útil– no había empacado suficiente ropa casual. Y resulta que Frank tenía ropa más elegante aquí que en su casa en Wanneroo. Realmente tiene buen gusto – ¡y sus prendas me quedan bien!)

Cosa ya típica, tuve que pasar media hora o más limpiando su nevera, que tenía restos de esto y aquello mohoso. Es obvio que pasaba mucho más tiempo aquí que en Wanneroo. Me atrevería a decir que este podría haber sido su 'cuartel general' – al menos en Australia.

Mientras sacaba cosas al bote de la basura, me encontré con su vecina, la señora Chew, de Singapur. Es contable. Me encanta el efecto que ha tenido sobre el 'Singlish' la omisión de ciertas consonantes similar al Cockney. Sin duda, esto se debe en parte al dialecto hokkien de los muchos chinos que se asentaron aquí, pero sospecho que el Imperio Británico también tiene al menos algo de responsabilidad al respecto.

'¿Erej amigo de señol Pikkeljig, velda’?' Me pregunta mientras abro la tapa del bote.

'Sí, soy su sobrino.'

'¿Y pol dónde anda?'

'Está en el extranjero, por asuntos de negocio.'

'Debej estal de visita, ¿velda’?'

'En efecto, acabo de mudarme a Melbourne. Mi tío me dijo que le cuidara la casa mientras él está fuera.’

‘Ah. Está bien. Te palecej a él, ¿sabej? Sólo que él ej mucho mayol. Tu tío tiene mucho menoj pelo. ¿A qué te dedicaj, lah?'

'Soy abogado.'

'¿Un abogado, eh? ¿Tlabajaj en la ciudad?'

'Sí, lo estaré. Calle Bourke. Empiezo el viernes.'

'Qué bien, entoncej debej tomal el tranvía en la calle Lygon, ¿vale? Te llevalá dilecto al centlo. Muy fácil. Solo veinte minutoj, lah.‘

Después de mi charla con la señora Chew, desempaqué mi maleta, limpié un poco y pasé la aspiradora, luego intenté prepararme una taza de té. Al comprobar que no había y darme cuenta de que, al menos, necesitaba comida de gato para Bugsy, decidí explorar el vecindario.

Primero, necesitaba dinero. Y los billetes que tenía eran especulares. Así que me dirigí al estudio, hice una copia y la imprimí. Decidí dejar mi teléfono; no tengo idea qué sucede si dos tarjetas SIM idénticas operan en la misma red telefónica. Más vale prevenir que lamentar.

Brevemente jugué con la idea de reimprimirme para yo también estar 'al derecho', pero la deseché casi al instante; razoné que, aunque fuera 'solo una copia', estaba aquí ahora – no quería 'borrar' mi existencia para que otra copia adicional mía llegara al mundo.

Además, el plan original siempre había sido mantener el ‘copia, copia’ al mínimo. Noté que incluso Frank se adhería a esa política (aunque quedaba claro que le importaba un bledo ser un reflejo o no) – sin embargo, no compartía mis dudas filosóficas sobre el 'borrarse’.

De todos modos, Frank me dio considerable esperanza de que no sería tan difícil acostumbrarse a 'cambiar de lado'. La impresión que tengo es que es un poco como conducir por la derecha cuando estás acostumbrado a la izquierda y viceversa: toma unos días y en cierto momento te acostumbras.

Al salir de casa, la señora Chew todavía estaba en su jardín regando algunas plantas, así que pude preguntarle dónde estaba el supermercado más cercano.

'El lugaj máj celcano ej la tienda genelal Lathdowne,' dijo ella. 'Ej una caminata colta, lah. Puedej llegal fácilmente. Está justo al otlo la’o de la calle Lygon.’ Me dio la ruta, así que cerré con llave usando las que encontré colgando junto a la puerta. La alarma tenía el mismo código que la casa en Wanneroo. A veces me pregunto cómo Frank logra mantener sus secretos a salvo.

Después de unas vueltas equivocadas, logré dar con el área de mercado.  La calle Rathdowne es una majestuosa avenida flanqueada por elegantes, aunque algo dilapidados, edificios y una amplia isla central sembrada de robles palustres, que aún estan tupidos de hojas verdes veranales.  El edificio de la tienda de comestibles parece datar de finales de 1800 y cuenta con toldos de caja, techos de hojalata prensada y una tipografía victoriana antigua y descolorida en los ladrillos de la pared del callejón lateral, proclamando productos de una era ya desaparecida.

Agarré leche, comida para gato, un poco de cereal y algo para la cena: el carnicero de al lado tenía ternera que se veía bastante bien y pensé que una ensalada de pasta sencilla sería el complemento perfecto. Unos bizcochos harían bien de postre.

Fui a pagar la compra con mi tarjeta de crédito, pero reconsideré: ¿y si el banco detectaba la discrepancia en la ubicación y lo cuestionaba? Lo único que me faltaba era que Kylie congelara mi tarjeta sospechandome víctima de robo de identidad.

Por fin saqué mis $50 restantes y pagué con eso. Puede que tenga que recurrir a la falsificación después de todo, ya que no hay forma de que pueda sobrevivir así hasta mi primer día de pago.

Lo que me trae a la mente que tengo que acordarme de abrir una cuenta bancaria para mis nuevos ingresos. También será necesario un nuevo teléfono móvil. ¡Había tantas cosas que organizar!

De vuelta en casa, pasé una tarde relajante organizando aún más mi armario, preparando la cena, viendo la tele (sí, transmitieron ‘Mis reglas de cocina’) y luego practicando escritura y mecanografía. Finalmente, subí al baño privado donde me duché durante un buen rato, acostumbrándome a mi nuevo cuerpo: cicatrices, bultos, lunares, etc., todo eso invertido. Luego me deslicé en la cama king size de Frank bajo las sábanas de seda.

Y así, querido lector, es como llegué a estar donde estoy esta mañana. 


8:57 AM

Estoy de vuelta en el estudio. Tengo curiosidad por saber si D1 ha respondido. Lo hizo:

Hola D2

Esto da miedo. Sé que estás de acuerdo.

Estuve esperando una eternidad en la cabina de voces, luego decidí que nada había pasado. Salí y vi tu mensaje. Parece que te tocó la parte más difícil, hermano. Ánimo. Estoy seguro de que lo estás pasando mucho mejor que yo, aunque debo decir que tuve suerte anoche. La primera vez en buen rato, como ambos sabemos.

Te cuento, estuvo muy apretado mi regreso– creo que terminé de deshacer la maleta y guardar todo justo cuando Kylie entró en la vereda de la casa. De hecho, me pilló metiendo la maleta de vuelta en el armario y preguntó qué estaba haciendo. Le dije que estaba seguro de haber dejado mi pasador de corbata favorito allí cuando regresamos de Tailandia. Ella dijo que eso no tenía sentido, ya que no llevé corbatas a Tailandia. Murmuré algo sobre cómo TAilandés/corbaTA sonaban  similar. Esto de andar con embustes es el colmo de males. 

¿Y cómo resulta ser Melbourne? Déjame saber, ¿vale? Skype podría ser una buena alternativa si seguir correspondiendo persiste en ser un problema. Pero creo que es probable que resulte  espeluznante para ambos.

Nada, mi viejo, hablamos luego.

D1

Le escribo una breve respuesta a D1 diciéndole que la casa es muy bonita y que he hecho una pequeña compra. Le cuento que me he instalado y conocido a la vecina. Que todo está saliendo según lo planeado.

Estoy a punto de volver a subir cuando escucho el tono familiar de llamada de Skype. Respondo. De primera intención creí que debía ser D1, pero resultó ser Frank.

'¡Hey, sobrino! ¡Lo hiciste, cabrón!'

'Hola, Frank. Sí señor, lo hice.’ Frank está en Río, sentado en la misma silla de su terraza, excepto que ahora es de noche; el sol ya se ha puesto detrás de la colina boscosa y el Tío Frank está parcialmente silueteado. El ventilador sigue funcionando a toda velocidad y veo caracoles de repelente para mosquitos humeando sobre la mesa de centro. Sostiene un vaso de cerveza.

'¡Mira cómo estás!' Frank dice riendo. '¡Todo al revés! ¡Ja, ja!'

'Sí, lo sé, Frank. ¡Para morirse de risa. ¿Cómo supiste que estaba aquí?'

'Todos los archivos están en una red, ¿recuerdas? He estado registrando los tuyos. Te vi impreso en Melbourne, así que me arriesgué – ¡y en efecto! Bueno, tengo que admitir estar impresionado, Dan. ¡Estaba empezando a creer que nunca lo harías! ¿Cómo lograste escapar? ¿Qué le dijiste a la vieja ‘grillete de cuello y muñecas'?’

'Me fui hace poco. ¡Asómbrate!, tengo un trabajo aquí.'

‘¿Eh?’ Frank se inclina adelante. '¿Me estás tomando, el pelo?'

No. Es con tu antiguo bufete de abogados - McMahon. Anunciaron un puesto, me entrevistaron y me dieron el trabajo. Empiezo el viernes. Pensé llegarme un poco temprano y tener todo listo.’

'¿Qué cojones? ¿Y Kylie?'

'La dejé.' Sé que estoy mintiendo por omisión, pero hay algo de verdad en lo que digo: D2 la ha dejado, aunque D1 todavía esté allí.

'Vaya... ¡Te mueves rápido!' Frank alisa su cabello ralo hacia atrás, desconcertado. '¡La verdad que no esperaba esto! ¿Ella cómo lo tomó?'

'Al parecer, bien. De hecho, contenta… Mientras le envíe algo de dinero, lo cual voy a hacer.'

'Compa, sencillamente plantéale el divorcio. Dale todo lo que tengas en Perth. Ella nunca se enterará del resto.'

'¿Qué 'restó'?'

'¡Bueno, las casas de Wanneroo y Melbourne, para empezar

'¡Pero son tuyas!'

'¡No, so animal! Pertenecen a Fenyops Pikkeljig.'

'¿Y él no es sólo otro de tus alias?'

'¡Coño!, ¿de verdad que no entiendes?' Frank se ríe y sacude la cabeza. 'Yo era Fenyops Pikkeljig. Pero ya no soy. Ahora soy Samir de Souza.'

'¿Entonces quién es Fenyops Pikkeljig?' Frank ríe aún más.

'¡Tú! Puedo enviarte la documentación cuando quieras; tengo un amigo que los falsifica perfectamente. Hay ya una cuenta a nombre de Fenyops. La tarjeta bancaria está en la caja fuerte de mi – perdón, tu – dormitorio, en el vestidor. A la izquierda al entrar – nada difícil. La contraseña es la misma que la del estudio.'

'Pero Frank, ¡no puedo aceptar tu dinero – ni tus casas!'

'¡No seas bestia! Esa es tu herencia. No iba a dejar que Kylie se quedara con la mitad, ¿verdad? Así que opté por la mejor opción: te lo di, pero con otro nombre. Pensé que sería mejor decírtelo cuando dejaras a Kylie.'

‘Vaya… No sé qué decir...' Estoy desconcertado. También empiezo a sentir más que algo de preocupación; hasta ahora, mis mentiras a Frank no han tenido importancia.

'Nada queda por decir. Disfrútalo. Hazte de una nueva vida.'

'Eh – está bien. Es algo intimidante...'

'Mi socio, yo he estado en tu lugar. Confía en mí. ¿Recuerdas aquella vez que me corté la mano?'

'Sí, claro.'

'¿Recuerdas que te dije que estaba tratando de cambiar mi situación en ese momento? ¿Que no estaba contento con una relación?'

'Claro. Recuerdo.'

'Bueno, la chica en cuestión no era tan diferente a tu señora. Confía en mí, sé por lo que estás pasando. Sigue en esta senda que has escogido. Sé fuerte. No caigas en su telaraña de nuevo. Eres mejor que eso. ¿Sabes sobre el reflejo de prensión?'

'¿En los bebés?'

‘No, me refiero a los adultos… Mira, te lo explicaré en otra ocasión. Estoy tarde para la cena con mi nueva dama.' Sonríe y guiña un ojo. Me pregunto si su corazón está a la altura. Lo próximo que dice es como si hubiera leído mi pensamiento: 'Una cosa más: ¿ya te hiciste ese examen del corazón?'

'No, no he tenido el tiempo. Me ocuparé de eso.'

'Es importante. Podrías haber heredado mi condición. Es lo que mató a Deda Zdravko.'

'Ah, no sabía', digo. Sólo estoy escuchando a medias porque sigo preguntándome cómo franjear este lío; si Frank se entera de que le he mentido sobre Kylie, estoy en aprietos. Él es al único que no quiero decepcionar. No solo lo amo más que a nadie, también ha sido increíblemente generoso conmigo.

‘Sí, la misma cosa. Falleció bastante joven, apenas a los sesenta y ocho años. Sé que estás lejos de esa edad, pero estas cosas pueden ser como bombas de tiempo: no debes arriesgarte. Así que, por favor, haz una cita – preferiblemente esta semana. ¿Me estás escuchando, muchacho?'

‘Seguro, seguro.' Frank resopla, irritado. Nota que no estoy escuchando, pero probablemente cree que es porque no le veo uso a un examen médico.

'Mira, al menos, haz una copia de “por si acaso” de ti. No vas a dar viaje alguno, así que simplemente grábate. Es fácil, como sabes. Hazlo cada dos días, ¿de acuerdo? Así, de pasar algo, no perderás el hilo de los eventos por mucho.' Quiero preguntarle por qué eso es tan importante. Si vas a reimprimirte, ¿no querrías la versión más joven y saludable? ¿Por qué querría hacer una copia de mí más viejo y destartalado? Pero no alcanzo preguntarlo, al Frank decir: 'Bueno viejo, tengo que irme. ¡Enhorabuena por cambiar tu vida! Estoy orgulloso de ti. Más orgulloso que nunca.' Me sopla un beso.

'Gracias Frank. Oye...' Empiezo a preguntarle algo, pero por algún motivo no logro poner la pregunta en palabras. Y, como siempre, Frank se apresura en irse – esta vez a ver a una amiga nada menos. A fin de cuentas sólo digo: 'Te quiero, mi socio, ¿lo sabías?'

‘Lo sé.’ Me guiña un ojo y escucho el pitido de Skype desconectándose.

Tengo una sensación de vacío en el estómago, de que otra oportunidad para indagar más sobre las impresoras vino y se fue. Como de costumbre, Frank es tan hábil canalizando la conversación que nunca alcanzo a indagar más sobre cómo funcionan las cosas. En cambio, hay una buena posibilidad de que no lo entendiera ni siquiera si me lo explica en detalle. Estoy seguro de que lo sabe.


Viernes, 21 de febrero de 2014, 6:56 AM

Bueno, al fin ha llegado: mi primer día de trabajo en Melbourne.

Debo decir que he disfrutado mucho el tiempo libre. Cuando lo pienso, estas han sido las primeras 'vacaciones de verdad' que he tenido en años; incluso el viaje a Tailandia con Kylie involucró tener que estar constantemente revisando mis correos, llamando a clientes, redactando escritos en la laptop en nuestra villa y, en general, apagando varios pequeños incendios seguidos.

En contraste, estos últimos días han sido pura felicidad: he estado durmiendo hasta tarde, disfrutando de un desayuno tranquilo y luego tomando el tranvía por Lygon Street hacia el centro (como sugirió la sra. Chew). Entre las primeras cosas que he logrado es averiguar dónde está mi nuevo lugar de trabajo. Es en Bourke Street, que resulta típica del centro de Melbourne: una mezcla de edificios antiguos y nuevos, sicómoros altos con troncos moteados, coches casi empujándose unos a otros en la carretera delante de tranvías a la antigua con campanas tintineántes.

Las oficinas de McMahon están en uno de los modernos rascacielos de cristal. La recepción está en el trigésimo piso. He ido allí un par de veces ya, así que sé exactamente dónde debo estar un poco más tarde esta mañana.

De las primeras cosas que hice después de mi conversación con Frank por Skype fue ir a la caja fuerte en el vestidor y sacar la tarjeta Visa del Nationwide Bank. Al lado, garabateado en un post-it, estaban las palabras 'Tu nuevo apodo' (que supuse que era 'Fen'). Por supuesto, sabía que Fen era el código para 6514. (La misma combinación de la alarma). Y efectivamente, ese NIP funcionó cuando lo usé en un cajero automático.

Lo que me sorprendió aún más fue la cantidad de dinero en la cuenta: esperaba que hubiera unos pocos cientos, tal vez incluso un par de miles, de dólares. En cambio, descubrí que tenía $257,823,141. ¡Sin duda que el tío Frank tiene plata! Me corrijo: ¡Soy yo el que tengo plata! (Aunque sé que no tendría acceso a la mayor parte del dinero sin algún tipo de identificación como Fenyops Pikkeljig – que tendré que obtener através de Frank).

Por el momento, me he conformado con sacar lo suficiente para comprar víveres y algunos esenciales: como una tarjeta 'myki' para el transporte público en Melbourne, un maletín para el trabajo, un teléfono móvil nuevo y una tableta. (Vale, esa última fue darme un lujo.) Ah, y no pude resistir comprarme algunas prendas nuevas para el trabajo. A fin de cuentas, mis camisas y trajes estaban todos al revés.

Por supuesto, mientras estaba en la ciudad aproveché y pasé por Eastbanc, el principal competidor de Nationwide, y abrí una cuenta con ellos. Recibiré mi salario en ese, luego transferiré la mayor parte (aunque no todo) del dinero a la cuenta de D1. Creo que debo devolver el dinero que he tomado de 'Pikkeljig' –  todavía no alcanzo creer que sea mío. Hasta que esté seguro que todo está en orden, reemplazaré cualquier dinero que use y, en vez, viviré de mis ganancias en Melbourne. Tendré más que suficiente para satisfacer mis necesidades.

Aparte de eso, he pasado los días explorando: el barrio chino comienza un poco más abajo de Bourke, en las calles Little Bourke y Lonsdale. (Todas ellas corren paralelas). Allí he disfrutado de almuerzos de yum cha, tomado té verde y merendado con tartas de huevo estilo Macao, he recorrido tiendas asiáticas de mercancías exóticas y, en general, experimentado las vistas, sonidos y aromas: patos colgando de ganchos, grandes ollas virtiendo vapor sobre la acera, bocinas apurando a una multitud de peatones ajetreados, el olor fétido y empalagoso del incienso, las especias y basura descompuesta.

También he estado en el bullicioso y afanado Mercados de la reina Victoria (de hecho, al primer lugar que fui el martes) y en el Museo de Melbourne y Scienceworks (donde tenían exhibiciones de impresión 3D y 'teleportación', que me parecieron divertidas).

Me he llegado hasta Southbank, donde visité el Centro de Artes debMelbourne, comí perros calientes de bratwurst mientras paseaba por las orillas del Yarra, merendé té y cheesecake en un café junto al río y vi la nueva versión de 'La vida secreta de Walter Mitty' (el original era mucho mejor, especialmente porque contaba con mi héroe, Danny Kaye) en los cines Village del complejo Crown Casino.

Pero las vacaciones han terminado y estoy mirando mi reflejo en el espejo del baño. Admito estar casi completamente acostumbrado a lo que veo. No es del todo diferente a adaptarse a un corte de pelo radical: al principio te sorprendes cada vez que pasas junto a tu reflejo, pero después de un rato dejas de notarlo. Esta mañana estoy examinando un pequeño grano de acné en mi mandíbula como si nada.

Termino de afeitarme, voy a mi armario y saco un traje nuevo de Armani y una camisa de algodón, corbata de seda a juego y unos brillosos zapatos Loake de cordones. Después de vestirme, bajo a la cocina donde me siento en su comedor y desayuno cereal y tostadas mientras leo The Age en mi tableta. Bugsy está en la mesa junto a mí, hundiendo delicadamente su cara chata en un tazón lleno de galletas y pescado. Siento que hemos estado aquí durante años.



7:37 AM

Mientras termino de meter la vajilla al lavavaplatos, decido que debería bajar al sótano y revisar los correos electrónicos. He sabido de D1 esporádicamente y me pregunto si todo sigue bien. Además, querrá saber que todo está en orden aquí en Melbourne.

Por cierto, no le he dicho a D1 sobre el dinero en la cuenta de Pikkeljig; decidí que sería demasiado arriesgado hacer constar algo así por escrito (sabiendo que los correos de Wanneroo son enviados a su teléfono, y Kylie podría verlos), así que he sido deliberadamente vago, mencionando que “por suerte hay algo de dinero que se dejó aquí, suficiente hasta que cobre”.

Cuando llego a la computadora veo que hay un mensaje esperando por mí.

Hola D2

¡Buena suerte en tu primer día de trabajo, amigo! Debe ser un cambio comparado a este lugar!

Solo quería hacerte saber que todo está funcionando a la perfección en la antigua sede. Como sospechamos, Kylie fue y le contó a su mamá y a la nuestra sobre el 'ascenso secreto'. Dice que les hizo claro que debía mantenerse 'estrictamente confidencial', de lo contrario, estropearía la cosa. Narkis opino que me lo había inventado todo, pero Toula y mamá me creen.

Kylie jura que no se lo ha contado a Yvonne y Leanne, pero opino que es cuento, ¿no crees?

Aparte, ¡socio, tengo tremendas noticias!: la suerte está cambiando para los dos. ¿Sabes de la mina de potasio de CIQ en Malasia? Parece que las negociaciones están fracasando con los subcontratistas locales y quieren que alguien vaya y ayude con el aspecto legal. Dixon sugirió a Brad, pero tuvo que ser ingresado al hospital por la noche. Parece que está teniendo algún tipo de problema con su bazo; aún no saben qué es (le están haciendo muchas pruebas al momento). Se detectó casi por casualidad cuando fue a urgencias por el 'Síndrome de Eiffel'. (¿Sabes, esa extraña condición que parece atacarlo de vez en cuando? ¡Es de sospechar que tanto subió “la torre” esta vez que chocó con el bazo, lastimándolo!)

Bueno, pues Dixon ha accedido de mala gana a enviarme en su lugar. Salgo para Kuala Lumpur el lunes. ¡Estaré allí un par de semanas, tal vez incluso un mes! ¡Epa!

Por supuesto, le dije a Kylie y a mamá que todo es parte del  'ascenso secreto’. Dado que todo surgió justo cuando Brad estaba ingresando al hospital, ni siquiera sabe de ello. Resumiendo, ¡parece que ambos vamos a tener una aventura!

¡Déjame saber cómo te va hoy!

D1

Creo un nuevo mensaje y escribo - de manera vacilante, pero con una precisión razonable:

Hola D1

Estoy a punto de irme. Ya conozco el trayecto de memoria, así que todo irá bien – no te preocupes. Tengo un nuevo número de teléfono móvil que te enviaré por mensaje.

Me estoy adaptando a escribir así, pero aún no me es fácil. Un poco como conducir por la derecha después de haber conducido por la izquierda, sospecho.

¡Fantástica noticia sobre KL! ¡Hablando de tener suerte! ¿Hay alguna posibilidad de que Brad estire la pata por el problema del bazo? ¡Eso sería aún mejor suerte!

Te escribiré un mensaje después del trabajo.

D2

Presiono enviar y miro mi reloj analógico, que ahora está al revés (no me he molestado en volver a imprimirlo; tengo la sensación de que se convertirá en un buen tema de conversación). Son las 7:48 a.m. Tengo justo el tiempo suficiente para llegar al tranvía a las 8:00 a.m., así que es mejor que me apure.

Tomo mi maletín, mi chaqueta, las llaves de la casa y salgo por la puerta. Siento el fresquito de inmediato, al igual que el olor de lluvia inminente. Debería haber comprado un paraguas; el cielo es de un blanco lechoso. ¡Qué diferente a Perth! Hasta ahora, mi experiencia es que no tendré problema: creo que llegaré al tranvía sin ser ‘acribillado’. Melbourne tiende a dar justo el aviso suficiente de sus intenciones, incluso cuando, a menudo, ofrece 'cuatro estaciones en un día'.

Mi partida tiene un toque de El Show de Truman. Paso junto a la señora Chew que se está subiendo a su coche. Ella dice: ‘¡Buenos días, señoj Pikke’jig!’ ‘Gracias, señora Chew. ¡Y que tenga un buen día también!

Se despide con la mano, sale de su garaje en marcha atrás y se aleja por nuestra calle estrecha, el escape echando humo mientras cambia de velocidad.

Siento unas gotas de lluvia salpicarme, así que corro hacia Lygon Street donde, momentos después, estoy resguardado por el toldo de una tienda, protegido de una ligera llovizna, esperando. Son las 8:01 a.m. y el tranvía llegará en dos minutos. ¡Estoy perfectamente a tiempo!


8:29 AM

Estoy entrando al edificio de McMahon en la calle Bourke, pasando por una de esas puertas circulares donde siempre parece que si no se camina lo suficientemente rápido te van a arrancar los zapatos por los talones y a dar una nalgada.

No bien cruzo las puertas, mi mirada se posa en Justine, quien a las claras ha estado esperándome; está parada al centro del vestíbulo, sonriendo.

Me saluda con la mano. No me había sentido nada nervioso hasta ahora, pero de repente siento un martilleo en mi pecho (¡del lado equivocado!) y la presión en mi cabeza aumentando, de modo que el ruido de fondo es reemplazado por un pitido agudo en mis oídos.

'¡Justine! ¡Qué gusto verte otra vez!' Apenas puedo escuchar mi propia voz y estoy empezando a sentirme mareado. Si se da cuenta, no se registra.

'Ay Dan, ¡me alegró tanto saber que te unirías a nuestro bufete! ¡Qué maravillosa sorpresa!' Justine está extendiendo su larga y delgada mano hacia mí. Noto, una vez más, sus largos dedos y, en particular, sus pulgares inusualmente rectos. Empiezo a estirarle mi mano izquierda (¡esto del espejo parece tener las consecuencias más inesperadas!), entonces me doy cuenta de que me he quedado inmóvil, sosteniendo mi maletín. Justine parece ajena a mi torpeza mientras tomo su mano fresca y seca con mí derecha. Afortunadamente no he empezado a sudar. – todavía. '¡No tenía idea de que planeabas mudarte a Melbourne!' Dice.

Eh, bueno... Después que mi tío falleció, comencé a reevaluar algunas cosas. Ya sabes: hora de cambiar mi rumbo y todo eso. Por casualidad vi el anuncio del bufete y apliqué.'

'¡Y aquí estás!' Oigo mejor la voz de Justine ahora; el ruido en mis oídos ha disminuido.

'¡Aquí estoy!' Estremezco por dentro ante el extraño tono de mi voz. Y probablemente he sostenido su mano más de la cuenta, así que la suelto. Ella aprovecha para apartar un mechón invisible de cabello sedoso de su rostro y continúa hablando ininterrumpida. '¿Cuándo volaste acá?’

'Ah, el domingo. Estoy quedándome en la casa de un amigo en Princes Hill.' Gesticulo hacia lo que supuse ser el norte. (Pero resulta ser el oeste). Mientras digo esto, Justine me señala hacia los ascensores y comenzamos a caminar para allá. Se escuchan las pisadas de mis nuevos Loakes contra el suelo de mármol.

'¿Princes Hill? Vaya, eso es muy conveniente. ¿Y volaste el domingo? ¡Escuché que tu entrevista apenas fue la semana pasada!

'¡Evidentemente te mueves como relámpago!’ Me limito a sonreír – no se me ocurre que decir. Antes de alcanzar a murmurar algo, ella añade: ‘¿Entonces no has tenido oportunidad de conocer la ciudad?’ ‘Si supieras’, contesto, ‘he disfrutado de unas vacaciones regias esta semana. Ya sabes, ir a los museos, a los mercados y por el estilo.' Entramos en el ascensor; Justine utiliza la tarjeta que cuelga de su cuello y luego presiona ‘30’.

'¿Un poco de compras quizás?' Vuelve su cabeza con una mirada astuta mientras sus ojos almendrados otean brevemente mi traje, una sonrisa asomando en una esquina de sus labios carmín. Por primera vez desde que entré al edificio, siento un rubor.

'Sí. Traje nuevo. ¡No pude resistirme!' Me río nerviosamente.

'Armani, tienes gusto excelente. Me encantan los zapatos también.'

El ascensor se detiene y entran algunas personas, separándonos. Hay un silencio incómodo mientras suben tres pisos y la gente sale. Entonces Justine dice:  

'Espero que no te moleste que lo diga, pero te ves diferente desde la última vez que te vi. No atino en qué.'

‘¿Eh?’ Siento unas gotas de sudor acumulándose en mi frente y las seco con mi pañuelo. Justine se reclina contra la barandilla pulida, con las piernas y los brazos cruzados de manera casual, una mano en su mentón mientras me contempla. '¿Será que no estoy sudando tanto?' Pregunto, riendo.

‘No, no seas tonto…’ Cavila un poco más y, finalmente, levanta un dedo en señal de triunfo. '¡Ya sé! ¡Te has peinado el cabello al revés!' Respiro profundo ¿Cómo diantre se dio cuenta? Se ríe a carcajadas: 'No estés tan sorprendido. Nosotras las mujeres nos especializamos en los detalles, ¿no sabias?' El ascensor gruñe al detenerse y la puerta abre al trigésimo piso. 'Te diré algo más: también te ves mucho más... descansado. Es obvio que Melbourne te sienta bien', dice mientras salimos a la recepción de McMahon, Finkelstein y Braddock – Abogados.


8:52 AM

'Con permiso, todos, este es Dan.' Justine me indica con un ademán elegante de su brazo. 'Se unirá a nuestro equipo aquí en la división de propiedades.'

Estoy parado en el área de trabajo de los paralegales en el trigésimo segundo piso. Media docena de personas se acercan a darme la mano. Como ha sucedido durante los últimos veinte minutos, soy inundado de apretones de manos, saludos y nombres que no hay manera de lograr recordarlos todos. Se abre una puerta de oficina y reconozco a Branka, quien me sonríe cálidamente mientras se acerca.

Dobro došli!' Me dice. Sé lo suficiente del dialecto shtokaviano para entender '¡Bienvenido!' – y dicho de manera elegante y formal.

‘Hola Branka: es genial finalmente conocerle en persona.’

'Igualmente. ¿Te han mostrado ya tu oficina?'

'Estábamos a punto de llegar a eso,' dice Justine. 'Reservando lo mejor para el final.'

'Ah, bien. Justine querida, tienes una reunión comenzando pronto, así que deberías ponerte en marcha. Puedo encargarme de Dan. Además, Ian también estará bajando en cualquier momento a saludar.’ Eso último parece actuar como catalizador para un cambio abrupto de ánimo. 

‘Ay, gracias.’ Justine me toca el brazo y dice en voz baja: 'Nos pondremos al día más tarde', luego se apresura a irse antes que pueda responder. Branka ha dado vuelta y muestra el camino. Estoy confundido por la abrupta partida de Justine y me pregunto si he hecho algo para ofenderla. Branka se da vuelta y parece percibir mi incomodidad.

'Ven conmigo, Danilo – ¿puedo llamarte así, sí?' Asiento. Mi nombre de nacimiento no es realmente 'Danilo', pero estoy acostumbrado a que los eslavos me llamen por esta variante; es como si no pudieran aceptar la idea de que alguien con un apellido eslavo pudiera tener un nombre de pila anglosajón. Y para el caso, tiene algo de entrañable.

Al llegar a una puerta, se detiene y hace un gesto. 'Aquí estamos. Espero que te sea cómodo.’ Compruebo que será muy cómodo.Es algo estrecha, pero tiene un escritorio largo y muy funcional que se extiende a todo lo largo de la oficina los estantes sobre su tope ofrecen amplio espacio de almacenaje; hay un monitor enorme con un soporte de teclado ajustable ergonómicamente. Camino hacia la ventana donde dejo mi maletín y admiro la vista panorámica de la bulliciosa Bourke Street abajo. 'Esto es absolutamente impresionante, gracias.'

'Lo tienes merecido . Estamos muy contentos de tenerte con nosotros. Quiero que conozcas a alguien más.' Me vuelvo para ver a un joven a la expectativa, detrás de Branka. 'Este es Silvio y él será tu asistente profesional.' Silvio da un paso adelante y extiende su mano. Es un joven delgado, moreno, serio, con amplia  sonrisa y dientes aún más grandes. No tengo idea de lo que hace un asistente profesional. Como si me leyera la mente, Branka continúa:   

'Silvio se encargará de ti. Es parte del equipo, pero también tu mano derecha. Sabe hasta dónde se esconden los ratones, así que no dudes en preguntarle cualquier cosa.'

'Encantado de conocerlo, sr. Djurdjevic.'

'Ah, llámame Dan, compa.'  Su sonrisa crece.

'Claro, Dan.'


9:50 AM

Llevo un rato en mi escritorio, tamborileando con los dedos. He leído el paquete de inducción (que incluye unos artículos de oficina elegantes pero en general inútiles, como pisapapeles, abrecartas e incluso un reloj de escritorio, todos con el logo de McMahon).

Hasta la fecha me han dado un sólo archivo y se trata de una transferencia de propiedad y un acuerdo, lo cual nada tiene de reto. Sin embargo, para poder empezar a trabajar en ello, tengo que familiarizarme con los procedimientos para diligenciar transferencias de títulos locales, cosa que no tengo ganas de hacer. Imagino que Silvio puede ayudarme con eso.

Pero hay un problema más fundamental y, a la vez, nimio: no tengo idea de dónde debo guardar mis archivos. En Dixon, Cox y Peters, simplemente los apilaba a un lado de mi escritorio. Miro por la puerta de mi oficina y veo a Silvio en su pantalla.

'Hola Silvio. ¿Dónde debo guardar mis archivos? No hay armario, y las estanterías sobre mi escritorio son demasiado estrechas.' Silvio parece confundido.

'Yo me encargo de todo eso, Dan. Cuando quieras que te traigan un archivo o que se lo lleven, tan sólo llámame.'

'¡Ah! – bien. Genial...' Regreso a mi oficina y me siento. Esto me va a llevar algo de tiempo en acostumbrarme.

Un golpe en mi puerta me sobresalta, doy vuelta para encontrarme a Ian McCrae apoyado en el marco de la puerta, sonriendo.

'¿Qué tal el nuevo?' Con un movimiento lánguido, se inclina y extiende su mano. Esta vez la tomo con mi derecha de inmediato. Estoy aprendiendo. Ian no solo me da la mano, sino que cubre nuestras manos con su izquierda de manera afectuosa. ‘Tenía intención de bajar mucho antes, pero me acorraló un cliente. No hubo forma. ¿Cómo estás, viejo?¿Todo en regla?'

'Sí, Ian. Vamos llegando. Me gusta mucho la estructuración del bufete, por cierto. Y todos han sido muy acogedores.'

'Qué bien. Branka es una joya. Y veo que tienes al joven Silvio como ayuda. ¡Formidable! Tienes un equipo excelente.' Todavía sostiene mi mano y me siento algo embelesado por su mirada firme y las líneas elegantes de su mandíbula cuadrada. Ian McCrae me parece el tipo de hombre que toda chica querría como esposo y todo chico querría como mejor amigo. Parece increíblemente genial.

'Puedo decirte que va a llevarme tiempo acostumbrarse a lo... bien que se hacen las cosas aquí. Digamos que es muy diferente donde Dixon.' Ian ríe y sacude la cabeza.

‘Sin duda, te creo. Pobre de tí. ,' dice, bajando la voz casi a un susurro, 'nunca pude entender cómo Dixon logró conseguir a CIQ como cliente. Es realmente me asombrosoñ De hecho, nos asombra a todos.'

'Eh – fue por mi culpa', digo. Siento venir otro rubor. Me doy cuenta que estoy presumiendo. Intento mitigarlo añadiendo: 'Quiero decir, lo organicé con la ayuda de mi tío Frank. Era amigo de su cliente, Pikkeljig.' (Casi digo que el tío Frank era su cliente – ¡por poco!)

‘Ah… ¡conque así fue que sucedió! ¡Ahora hace sentido! ¿Sabías que representamos a Woodruff Industries? Hemos realizado algunos trabajos para ellos relacionados con proyectos en sociedad con CIQ. No recuerdo haber visto tu nombre en la documentación. Al único que puedo recordar es a un tal “Shit-rata-puto” o algo así. Un idiota total, según recuerdo.'

‘Brad Shiterateputis. Es la mascota de Dixon. Me quitaron al cliente y se lo dieron a él. Ha estado dando largas a los asuntos de CIQ durante los últimos años. Esa es una de las razones principales por las que quise irme: no podía soportar quedarme y ser testigo de cómo todo mi arduo trabajo se iba por el desagüe.'

'¡Dios mío! ¡Es un milagro que el bufete de Dixon se mantenga a flote!' Pausa un momento. 'Cambiando el tema: ¿te mostró Justine la oficina?'

'Sí, lo hizo. ¡No diré que logré  recordar todos los nombres, sin embargo!'

'Nadie tiene esa expectativa, tómate tu tiempo. Por cierto, ¿tienes idea dónde está Justine en este momento?'

'Dejó el recinto hace un rato. Alguien mencionó que tenía una reunion.' 

‘Ah. No hay tema entonces. Tendrá que esperar. Oye, tengo que irme. Cualquier cosa, llámame.' Hace el gesto de un teléfono usando su pulgar y meñique. 'Mi puerta está siempre abierta.' Me da otro doble apretón de manos y guiña el ojo afectuosamente.

No me decido si me he hecho de un mejor amigo o si he sido manipulado por un síquico. Algo me hace sospechar lo segundo, pero rehuso creerlo.

Supongo que el tiempo dirá.


5:50 PM

Silvio me ha ayudado a navegar el laberinto de idiosincrasias victorianas al respecto de acuerdos sobre títulos de propiedad; con eso debiera estar al corriente.

Al principio me sentí como si estuviera arrancando muelas. Pero siempre es así el primer día. Al menos he comenzado con un trabajo: envié las solicitudes pertinentes sobre tarifas y el agua, he redactado cartas para la otra parte y el cliente. He logrado algo, por así decirlo: siento que hoy me gané el sueldo.

Jennifer Caldwell también ha venido a visitarme y me trajo una tarjeta de seguridad, me ha reservado un estacionamiento (que no creo que utilizaré), me habló sobre mi salario, plan de retiro, compensación laboral y demás. Le he dado los datos de la cuenta de Eastbanc y todo se ve bien. En dos semanas debería recibir mi primer sueldo. Las cosas van sobre ruedas. No tengo intención de quedarme hasta tarde, así que empiezo a apagar mi computadora.

De hecho, he pasado la mayor parte del día tratando de no pensar sobre por qué Justine se marchó tan abruptamente. Por supuesto, no he dado pie con bola, así que me sigo reprendiendo por mi actitud inmadura.

Supongo que por eso me resultó tan difícil trabajar hoy: me siento como un adolescente enamorado a lo adivino. También estoy agudamente consciente que, como hombre casado (¿o no? – ¿ese no sería D1?), Justine (o cualquier otra mujer) debería estar fuera de alcance.

El gran problema es, por supuesto, que ella está claramente fuera de mi liga – y yo estoy fuera de mis casillas. Obviamente, Justine está siendo amable; ella es amable con todo mundo. Debería limitarme a aceptar la amabilidad y la amistad que ella ofrece.

Lo mejor que puedo hacer es irme a casa y tomar una ducha fría. Mientras esté en eso, debería acordarme que esta mañana ella se marchó sin decir palabra; si eso no muestra desinterés, no sé qué lo haría.

Justo mientras pienso esto, escucho su voz modulada de presentadora de noticias, en el área de los paralegales. Me inclino en mi silla para asegurarme, y la veo hablando con Branka y Silvio. Se ve relajada y contenta. Distinto a cuando se fue esta mañana, que lucía un tanto angustiada.

'¡Hola Dan! ¿Todavía aquí? ¡Ven a charlar!' Me pregunto si se siente presionada a invitarme a participar en la conversación. Decido unirme a ellos, pero solo por un minuto o dos (suficiente para ser cortés), y luego me iré. Seguro que será de su agrado.

Termino con la computadora, apago la pantalla de pared (como me ha pedido Jennifer, una iniciativa de ahorro energética), agarro mi chaqueta, el maletín y, a regañadientes, salgo.

'Entonces: ¿cómo fue tu primer día?' Justine parece genuinamente interesada, los ojos muy abiertos.

'Muy bien - muy diferente. Silvio resultó ser una enciclopedia.' Silvio se encoge de hombros con modestia.

'Dan aprende rápido. ¡Y no parece necesitar mi ayuda, sigue queriendo fotocopiar las cosas él mismo!'

'No teníamos ayudantes en Dixon’, respondo. 'Las viejas costumbres son difíciles de romper. ¿Cómo les fue hoy? ¿Qué tal tu reunión, Justine? ¿Productiva?'

‘¿La reunión…? Ah – sí. Sí, lo fue', contesta. Sacude la cabeza. 'Tantas cosas suceden en un día que puede resultar confuso. Estoy bastante agotada.'

'Asi es’, dice Branka. 'Mi esposo, él es médico. Voy a casa y ambos solo queremos sentarnos y hacer nada. ¡Estamos demasiado cansados para tener una vida ahora!' Se ríe.

'¿Dónde te estás quedando, Dan?' pregunta Silvio.

'Les estaba diciendo a Justine y Branka: estoy cuidando la casa de un amigo. Lo que no dije es que parece un palacio; nunca he vivido con tanto lujo. Y puedo quedarme todo el tiempo que quiera. Así que volveré a casa, me prepararé una buena pasta primavera, le daré de comer al gato y veré el programa Mis Reglas de Cocina.'

'Ja, ja – mi esposo y yo, nos encanta ese programa. No creo que esta noche lo pongan’, dice Branka.

'¡Ah caramba,¡qué mal! Nada, busco otra cosa.'

'¡Oigan! ¿Y si Dan se embulla a  venir al Espy el sábado?' Silvio alza su vista hacia Justine. En silencio empiezo a desear haberme ido antes.

'¡Qué idea maravillosa!' Justine me mira, los ojos muy abiertos otra vez. '¿Has oído hablar del Hotel Esplanade en St Kilda? Es uno de nuestros “pubs” icónicos.'

'¿No es ahí donde graban el programa Rockwiz?' pregunto. Por supuesto, sé que la respuesta es 'sí'. También sé que es donde los “Hunters and Collectors” tocaron muchos de sus conciertos en los primeros años. Nunca he estado allí, pero prácticamente puedo visualizar cada una de sus salas a partir de videos en YouTube.

‘El hermano de Justine, Zar, y yo fuimos compañeros de escuela. El caso es que está en una banda y van a tocar en The Basement el sábado por la noche. Vamos a ir para  apoyarlos. Deberías venir. Te sirve de introducción a la vida nocturna de Melbourne.

'Ah sí – 'The People'', digo, distraído.

'¿Cómo sabes que la banda de mi hermano se llama “The People”?' Se sorprende Justine. Me siento ruborizar otra vez. Ha sido un día demasiado largo para este tipo de cosas. Claro que no puedo admitir que la he acechado vía el internet a ella y su hermano.

'Bueno', improviso a toda marcha, 'resulta que soy un poco fanático de la música de pub. Así que revisé la página web de Espy para ver qué encontraba. Recuerdo haber leído que una banda llamada 'The People' iba a tocar en The Basement el sábado. Ahora resulta ser que son la banda de tu hermano. ¿Chiquito el mundo, no?'

'Ah, bueno, eso lo decide. Tienes que venir. Sin excusas', dice Justine. Estoy seguro que añadió lo último porque capta lo reacio de mi lenguaje corporal.

'Yo también voy,' dice Branka. 'Y algunos otros. Vamos, será divertido. No solemos hacer eventos de oficina, puede que no haya otro por buen rato.'

'Eres muy amable, pero...'

'Pero nada. Nos vemos allí a las 9:00, ¿vale?' Justine me da una sonrisa torcida, ladeando la cabeza otra vez.

'Está bien, acepto,' digo riendo. 'Espero el momento. Revisaré las rutas del tranvía.' Comienzo a retroceder hacia la salida, despidiéndome con la mano mientras lo hago.

'No te preocupes, es fácil, amigo', dice Silvio. 'Busca en la web. Varias rutas circulan por St Kilda Road.'

'Vale. Lo haré. ¡Hasta luego!'


7:05 PM

Manoseo distraído mi tarjeta de seguridad de la oficina, que me cuelga del cuello, mientras espero en la estación del tranvía.

Con el horario de verano, todavía hay mucha claridad. Sigo repasando esa última conversación, reprochándome por ser un idiota. Espero no haber sido una imposición–siempre he sido confianzudo– es una verdadera falla de carácter mía. 

Por otro lado, queda claro que meramente consiste en una  ocasión social de oficina. ¿Qué tan malo podría ser? ¿Incluso puede ser que se requiere que asista? En Dixon nunca socializábamos fuera del trabajo, así que es difícil distinguir.

En fin, me doy cuenta que la respuesta está en olvidar mis diversos traspiés, ayudado por un gran vaso de vino tinto. O dos. No puedo evitar ser un idiota.

Para distraerme, saco mi móvil y le escribo un mensaje rápido a D1:

Hola, aquí tienes mi número. Mándame un mensaje cuando puedas. Tuve un buen día. Mucho de qué hablar. Pensando en ti y preguntándome cómo estás. Acabo de recibir una invitación para ir a un pub el sábado. Qué pena que no puedas ir; te dará envidia cuando te cuente cuál. Borra mis mensajes de inmediato, no sea que la señora los vea, ¿vale? D2

Justo entonces se escucha al tranvía acercándose, así que presiono enviar, cierro la tapa de mi teléfono y subo a bordo, oliendo las décadas de aceite y grasa y sintiendo el traqueteo y temblor cuando arranca. Voy 'a casa' – lo que sea que eso signifique. En este momento, realmente no sé qué hago aquí, ni en este lugar ni, para el caso, en este mundo. No soy siquiera una persona de verdad: solo soy una copia de alguien, ¡y estoy metiendo la pata a dos manos!

Solo puedo anhelar que mañana traiga una perspectiva más clara y positiva.


Sábado, 22 de febrero de 2014, 8:56 PM

Es corto camino desde la estación hasta el Espy; paso por frente del hotel justo antes que el tranvía se detenga.

Al bajar a la acera, respiro el aire salado del mar en la que resulta ser una noche apacible. Un tenue resplandor rojo aún tiñe el horizonte mientras la costa de St Kilda brilla de luces.

Titubeo fuera de la entrada de deslucida elegancia del Hotel Esplanade y me pregunto si he cometido un error. Pero antes de que pueda dar vuelta y huir, una voz detrás de mí me saluda:  

¡Dobro veče!’ Es Branka. Lleva su habitual 'sonrisa tímida'.

'Y buenas noches para ti también, Branka.'

'Veo que llegaste aquí perfectamente a tiempo.'

'Sí, la puntualidad es lo mío, soy aburridamente predecíble al respecto.'

'¡Ja, ja! Yo también. ¡Debe ser un rasgo nacional! ¿Sabes llegar? ¡Por supuesto que no! Sólo he estado aquí una vez antes, pero aún puedo mostrarte. Sígueme.' Iba a subir las escaleras hacia las puertas principales, pero Branka me lleva por un costado hasta una entrada exterior.

Minutos después, estamos codo a codo con otros clientes, abriéndonos paso por el abarrotado pub The Basement (‘El Sótano’). Branka es bastante bajita y cuenta conmigo para dar con los demás. Me fijo que desde la última vez que entré a un pub, la altura promedio de la clientela parece haber aumentado: los chicos de hoy son realmente altos, así que no tengo mucha mejor suerte.

‘El Sótano’ es un nombre bastante apropiado: el espacio se siente oscuro y cavernoso, especialmente con su decorado en carmesí y negro: los tonos tradicionales del burlesco.

El piso cerca de la barra está compuesto por tablas desgastadas que parecen haber sido pintadas en algún momento, mientras que el cielo raso está revestido con estaño rojo prensado, moldeado en sucesivas pirámides poco profundas. Conductos viejos del aire acondicionado y los ventiladores de techo interrumpen el patrón, estos últimos batiendo el aire y parpadeando contra el alumbrado amarillo de luces tenues. Algunas mesas altas circulares, regadas al azar, proporcionan puntos focales para grupos bulliciosos, vertiéndose cerveza de jarras.

La música sale a todo volumen por los altavoces, el precursor obligatorio del concierto en vivo, y le grito al oído a Branka, preguntándole si le gustaría una bebida. Ella asiente y dice: ‘pivo’ (cerveza), así que me abro paso hacia el llamativo mostrador donde una gótica sombría me sirve dos cervezas medianas. Le paso una a Branka.

Puedo ver el escenario y nos dirigimos hacia él, pasando cerca de nichos a los costados, tapizados en cuero negro con botones y estirándonos para pasar entre grupos concentrados de personas bebiendo y coqueteando.

Branka ve a Justine primero y me toca en el hombro, luego me tira de la muñeca en su dirección. Justine nos saluda con una sonrisa entusiasta y un saludo de mano. Está vestida con una blusa negra holgada y unos jeans de diseñador. Me siento algo demasiado arreglado con la camisa Hugo Boss de mi tío Frank, idéntica a la que vestía  la mañana de la inquisición a mi regreso de Wanneroo aquel sábado (vaya, parece que fue hace una eternidad).

Justine está con un grupo que reconozco del trabajo: algunos de los abogados y asistentes legales. Silvio no aparece por ningún lado.

Me hago a un lado mientras Branka y Justine se gritan en el oído una a la otra; hace años que renuncié a tratar de conversar en sitios como este. Justine le da un beso en la mejilla a Branka, luego, sorprendentemente, se acerca a mí y hace lo mismo, tomándome cariñosamente del hombro mientras me besa. Siento la suavidad de su piel rozando la mía y huelo el ligero aroma de Chanel No. 19 mezclado con maquillaje y jabón.

'¡Qué bueno que pudiste venir!' grita ella. Al despegarse, asiento y sonrío.

De repente, la música se detiene y puedo ver que la banda ha salido al escenario. Reconozco instantáneamente al hermano de Justine, Balthazar, o 'Zar', como parece que se apoda. A mí juicio, parece a una versión joven y euroasiática de John Mayer; ingenuamente estoy a la expectativa de que toque la guitarra, pero me acuerdo cuál es su instrumento preferido al acercarse a la batería y ajustar su posición. Un bajista con rastas. de apariencia etíope (cara larga y delgada, pómulos altos, nariz fuerte y aguileña) está ocupado revisando su amplificador, mientras que el guitarrista (un clon de Pete Murray, con todo y la melena despeinada de surfista y mentón con barba de tres días) se está colocando la correa de su Fender Stratocaster sobre el hombro. Son geniales y lo saben.

Aprovechando la pausa en el bulla, me acerco a Justine.

'No veo a Silvio. ¿Está aquí?'

‘Oh sí. Él está con la banda.'

'¿Es músico?' Me doy cuenta de que ambos seguimos gritando por encima del vocerío; ya no hay que hacerlo directamente en los oídos del otro para entendernos.

‘No, no. Él es su ingeniero esta noche. Le encanta el lado tecnológico.'

‘Ah.’

En ese momento, Zar comienza a golpear sus baquetas para iniciar la primera canción. Las luces se atenúan y un acorde de guitarra junto con un deslizamiento de bajo dan inicio a una melodía bulliciosa que estalla en la sala como napalm en la jungla.


9:35 PM

La banda ha tomado un descanso. Silvio y los miembros de la banda se han agrupado alrededor de la mesa de mezclaje al lado del escenario, donde la cortina de terciopelo está parcialmente arrugada, revelando un empapelado de pared inspirado en art deco, con imágenes de gatos y perros sobre un fondo a rayas. Justine aprovecha la relativa calma para hablar con Branka y conmigo: ‘¿Qué les pareció?’ pregunta. 

Branka, que ha estado moviendo cabeza y cuerpo al ritmo durante toda la función, dice efusivamente: '¡Maravilloso!'

'Buenas canciones', añado. (Estoy siendo honesto. De hecho, reconozco las canciones, lo que las hace más fáciles de apreciar.) Más Justine advierte un  “pero” flotando en el aire y dice lo que es probable pasa por la mente de todos:

'Es una pena que no se puedan apreciar bien las voces.' Todos asentimos. 'No se pudo notar, pero Zar realmente tiene una gran voz.'

La verdad es que apenas se escuchaba; estaba casi ahogada por el sonido de los instrumentos. Incluso las voces de fondo se oían mejor. Mientras Branka se inclina para hablar con Justine, giro a mirar a la banda. La verdad que no tienen idea. De súbito, decido hacer algo al respecto.

Aprovechando que Branka está de espaldas, me acerco a la banda. Silvio me ve, sonríe y dice:  

'¡Hola Dan, me alegra que hayas podido venir! Chicos, este es mi nuevo jefe. Dan, conoce a Zar, Seb y Bart.'

Zar tiene tres dedos alrededor del cuello de una botella de cerveza y la está inclinando hacia atrás a medida que me acerco. Extiende su otra mano para estrechar la mía:  

‘Hola.’ Me está dando una mano floja, desganada. Los otros miembros de la banda meramente asienten.

'Me encanta su música, muchachos.'

'En realidad, el sonido fue una mierda', dice Zar. 'Me siento como si estuviera cantando en un vacío.' No me está hablando, sino que recorre la vista por la sala con una expresión que sugiere que preferiría estar en otra parte.

'¿Te importa si le echo un vistazo, Silvio?' Pregunto.

'¿Sabes algo de esto?'

'Un poco', digo mientras me acerco al panel.

El problema principal, como he dicho antes, es que Zar está cantando en la tonalidad equivocada; nunca conseguirá suficiente volumen y diferenciación de frecuencia para que su voz se destaque contra los instrumentos cuyo volumen es extremadamente alto. Eso no se arregla esta noche. Así que optó por la siguiente mejor alternativa: miro la configuración del ecualizador.

Hay dos cosas principales que se pueden hacer para que una señal se destaque en la mezcla: la primera (y más obvia) es que puedes aumentar el volumen. Puedo ver que Silvio ha subido el volumen de la voz de Zar tanto como le es posible. Silvio me lee el pensamiento y dice: 'Subirlo más alto no hace ninguna diferencia. Su voz sigue siendo ahogada.' Zar, que ha estado mirando por encima del hombro de Silvio, se da vuelta y exclama:  

‘Esta es nuestra oportunidad, compas, y la estamos cagando. La gente se está yendo. Tenemos que arreglar esto. Se supone que esta noche tendremos algunos representantes de Fungus Records aquí. Si oyeron ese primer set, estamos fritos.’

'Necesitas ajustar el ecualizador', le digo a Silvio. Me fijo que el ecualizador relevante para la voz de Zar está ajustado a la mitad, así que lo subio al máximo. Estando en eso, hago ajustes en la ecualización, ganancia y los niveles de fader de las otras voces/instrumentos. Silvio ha hecho un trabajo bastante bueno posicionando los micrófonos alrededor de la batería, así que no hay necesidad de cambio en ese aspecto. Levanto la vista del panel hacia Zar. Está sacudiendo la cabeza con desánimo. Lo llamo: 'Dime, ¿qué micrófono estás usando para cantar, Zar?' El hermano de Justine me mira, con los ojos entrecerrados.

'Creía que eras abogado, no ingeniero de sonido.'

'Parece a un Shure SM 57', digo, ignorando el comentario mordaz.

'Sí, lo es. ¿Y qué?'

'Intercámbialo con el de tu amigo', le señalo al de Bart. 'Un 58 dará un sonido ligeramente más agudo.'

‘No.’ Sacude la cabeza. 'Bart lo necesita para su voz de respaldo. Lo hemos probado en ensayos y sabemos qué es lo que nos funciona mejor.'

'Claro. Pero aquí y ahora, no está funcionando, ¿verdad?' Lo defensivo de su postura roza la hostilidad abierta. Me doy cuenta que estoy actuando confianzudo otra vez, pero no hay tiempo que perder. Me encojo de hombros y añado: 'Depende de ti. ¿Quieres que se repita lo que acaba de pasar u optas por probar a mí manera?'

'Haz lo que dice el hombre', aconseja 'Pete Murray' (es decir, el tipo al que llaman 'Seb'). Zar levanta las manos.

'Lo que sea.' Seb ya ha desconectado el SM 58 y lo lleva hacia la batería. Una vez cambiados, digo:  

'Está bien, probémoslo ahora, chicos.' Me doy cuenta que he dado de lado al pobre Silvio, pero no parece molestarse. De hecho, está observando lo que hago con gran interés.

Veo que el bajo está paneado completamente a la derecha, así que lo llevo al centro. Bajo un poco los faders de la batería. Zar toma un último sorbo de su cerveza, deja la botella a un lado y se sienta tras la batería.

'¡Vamos – y uno, dos, tres, cuatro!'

La guitarra de Seb lanza una nota sostenida, que ‘dobla’ con el brazo de trémolo, luego la batería y el bajo se unen con acordes punk entrecortados y contundentes. Conozco esta canción: se llama 'Yoda' y resulta ser mi favorita de su colección en SoundCloud. La audiencia se anima de nuevo con un grito de júbilo. (aunque menos entusiasta que al comienzo). Todo depende de lo que suceda a continuación:

La banda toca un compás completo antes de que Zar se acerque al micrófono. Es el momento de la verdad. De repente, él suelta la primera estrofa:  

You're such a great Jedi knight…’ suspiro aliviado: se escucha fuerte y claro. 

Zar espera hasta una pausa para él durante un riff de acordes para darme un rápido “pulgar arriba” (que podría haber usado para girar una baqueta) y vuelve a cantar. Bart y Seb se miran y sonríen.

A mi gusto, el sonido está lejos de ser genial; bajo algunos de los faders y ajusto otros. Pero al menos ahora está bien. No he manejado el sonido de un concierto en vivo antes, e imagino que hay muchas variables que he pasado por alto. Si tan solo Frank estuviera aquí, él tendría mejores ideas. Lo principal es que se salvó el concierto del fracaso. El sonido puede que no sea perfecto, pero basta.

Miro al público y veo a Justine mirándome con una expresión desconcertada. Le guiño y me sonríe. No creo que esperara que yo hiciera algo así. ¡Qué bien!


10:05 PM

La banda está tomando otro descanso, me reclinó en mi silla y suelto un suspiro. La ejecución se volvió aún más pulida a medida que avanzaba. Hice unos ajustes más refinados, especialmente en la configuración de las voces de fondo de Seb y Bart. La banda terminó entre un aplauso atronador y estampidos que habrían sido la envidia de “The Hunna”. Me siento bastante satisfecho por mi pequeña participación. Como bajo señal, Silvio me dice:  

‘Viejo, nos sacaste las castañas del fuego.’ También Zar se me acerca, con una botella de cerveza nueva en la mano. Se nota más joven que sus amigos, pero por algún motivo su apariencia física es peor.

'Socio, tenías razón. Ese set fue increíble. Lamento portarme como un idiota antes.’

'No hay problema. Estabas estresado. Y no tenías razón alguna para confiar en un extraño, apareciendo de entre el público a dar sugerencias.'

'No, compañero. Fuiste increíble.' Se inclina hacia mí, los codos sobre la mesa. 'Oye... ¿Sería mucho pedir que vinieras un día a ayudarnos a mezclar algunas canciones con mi aparato casero? Necesitamos ayuda para lograr nuestra grabación de presentación.'

'Claro. ¿Pero por qué no mezclas tu música en un estudio?'

'De ninguna manera', dice moviendo la cabeza. 'No puedo permitírmelo. Ya he sonsacado demasiado a mi hermana.'

'¿Quién habló de  dinero? Tengo un estudio completamente equipado en casa y nadie lo está utilizando. Podrías venir y grabar algo allí si te apetece.' El peso de lo que acabo de decir se siente sólo después de dicho. Efecto de la cerveza, debió ser.

‘¿Qué? ¿Tienes, como, un estudio de verdad?' Silvio me está mirando con asombro.

'Um sí... De hecho, sí.'

'¿Qué, como uno completamente equipado – con mesas de mezcla y todo eso?' pregunta Bart.

'Sí.' Puedo sentir cómo mi bravata se ensancha. Tan lejos he ido que más vale seguir. Además, estoy diciendo la verdad: la casa de Princes Hill tiene un estudio de sonido completamente equipado – ¿por qué no usarlo?

'¡Me tomas el pelo!' exclama Zar. Cuando niego con la cabeza, añade: '¿Y podríamos venir a grabar- gratis?'

'Claro. Solo necesitamos elegir un fin de semana en el que no estemos ocupados.'

'¡Coño, eso es... eso es tan genial, amigo!' Zar agarra mi mano en un apretón de lucha de pulso – ¡esta vez sí es firme! 'Eres un saco de sorpresas, ¿sabes?' Se vuelve hacia Silvio: '¿De dónde dijiste que sacaste a este tipo?

'Te dije, es mi nuevo jefe. Trabaja con tu hermana.'

Al mencionar a Justine, levanté la vista a ver qué está haciendo, pero ya no está con Branka y los demás. Reviso el recinto sin tener suerte. Al rato, la veo: está de pie al fondo, apoyada contra la pared cubierta de terciopelo. Mi presión arterial se eleva cuando veo a un hombre intentar rodearla con sus brazos mientras ella empuja para alejarlo. Están claramente discutiendo: puedo ver sus bocas moviéndose y hay mucha gesticulación.

'Silvio, ¿qué está pasando allá, hermano?' Apunto hacia la pared. Mi asistente profesional se tapa los ojos con la mano.

‘¡Ay no! ¡Diantre! No pensé que él anduviera por aquí. ¡Hablando de metidas de pata!’ Suspira.

'No entiendo. ¿La está agrediendo?'

'No, amigo. Sólo una pelea entre amantes. No debería tomar partido, pero te digo,  no me importa – en este caso estoy del lado de Juss. Ella merece algo mejor.' En ese momento, Zar también se ha dado la vuelta y observa cómo se desarrollan las cosas. Parece estar furioso. Antes que llegue a interceder, Justine parece haber cedido y la pareja se abraza. Seb extiende el brazo y detiene a Zar antes que se acerque.

'Déjalo, viejo. Ella lo tiene bajo control.'

El abrazo parece durar una eternidad. Pasan unos minutos antes que el hombre se de vuelta; una luz del techo ilumina su rostro. Mi estómago se revuelca, mi corazón y sienes martillean alarmantemente. El hombre es Ian McCrae.

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