3. Cuando el río se seca

Previo: 2. La forma en que vives 

Miércoles, 8 de enero de 2014, 12:45 PM

'¿Qu’ taj?', dice un hombre alto y tan delgado que me trae a la mente un galgo, mientras se acerca. Estoy sentado en el vestíbulo del Banco Nacional de St. Georges Terrace y me levanto para estrechar su larga mano extendida. Se eleva sobre mí como una antena de telecomunicaciones. Me fijo que lleva las mismas gafas de montura cuadrada a estilo de los ochenta que el tío Frank, con la diferencia de que los cristales son más gruesos que el culo de una botella de Coca-Cola.

'Dan Djurdjevic', le digo a modo de presentación.

'Encantado de conocerle, Sr. Gurdefish, me llamo Kal.' Sonríe cálidamente.

'Hola, Carl.'

'No. Kal.' Pronuncia su nombre con cuidado y despacio. Miro la placa del banco con su nombre. Dice: 'Kyle Verskriklik'. Debajo de la placa hay un prendedor de la bandera sudafricana 'Nación arcoiris'. '¿En qué puedo ayudarle, señor Gurdefish?'

'Bueno, parece que he colmado mis tarjetas de crédito y voy a necesitar un poco de ayuda', digo, sintiendo un rubor intenso en la cara y el cuello. En mi cuero cabelludo empiezan a brotar gotas de sudor.

'¡Ah!' Asiente como si en complicidad. 'Un poco 'e locura festiva'. No se ocupe, socio. Por aquí, vamos a ver qué podemos hacer', dice, señalando hacia un cubículo.

Entro y encuentro un pequeño escritorio con una computadora. Kyle contornea su cuerpo larguirucho detrás de el, casi como un pitón, y se inclina hacia delante, Kyle mueve su cuerpo larguirucho detrás de el, casi como una pitón, y se inclina hacia delante, frunciendo tanto el ceño que su labio superior se alza en una mueca. Sus ojos magnificados escrutan la pantalla a una distancia de apenas veinte centímetros. Sin apartar la mirada, dice: 'Tarjeta, por favor', y extiende el brazo con la palma hacia arriba, como una grúa con el brazo invertido. Me quedo un momento perplejo, saco rápidamente la cartera y le doy mi MasterCard. La introduce en una ranura del teclado y empieza a escribir. Al cabo de un rato, abre la boca. Mucho. Luego la cierra. Se inclina hacia atrás, pone las manos detrás de la cabeza y silba entre dientes. '¡’Ño! No lo puedo creer. Has gastado mucho dinero últimamente'. Respira hondo y exclama: '¡De ping…!’

'Sí, me temo que es mi mujer. Este año se ha dejado llevar un poco...'

Pero Kyle no está escuchando, está sacudiendo la cabeza.

'¡No me cabe en la cabeza!'. Suspira y deja caer visiblemente los hombros, como una carpa de circo a la que le han quitado su palo central. 'Échale el ojo...' Gira el monitor y señala con el dedo las cifras en la pantalla. 'No había visto cosa igual en toda mi vida. ¡De madre!'

Permanecimos quietos en este punto muerto durante lo que pareció una eternidad. Finalmente, Kyle dice: '¡Bue'! ¿Qué quieres hacer?'

'Eh... esperaba poder refinanciar mi hipoteca... Tal vez cubrir el monto del gasto.' Me mira con escepticismo.

'¿A qué te dedicas?'

'Soy abogado.'

'Mmm.' Vuelve a girar el monitor y empieza a teclear sin dejar de sacudir la cabeza. 'No sé. Deja ver...'

Unos minutos más tarde, empieza a preguntar detalles: el valor de nuestra casa, mi sueldo, mis diversos pagos (principalmente el BMW de Kylie) y un estimado de los gastos semanales. De súbito, vuelve a girar la pantalla hacia mí.

'Esto', dice enfáticamente, 'es lo mejor que podemos hacer por tí.’ Tardo un minuto en darme cuenta de que las condiciones no son nada atractivas. Pero también me doy cuenta de que el banco me tiene entre la espada y la pared. Unos minutos después estoy firmando los documentos pertinentes.

'Bueno, ¿y? ¿algo más?' Kyle vuelve a su sonrisa amistosa. 

'¿No piensas que te venga bien un consejo financiero gratuito?'

'¿Eh? Ah, ¡asesoramiento financiero gratuito! Sí, claro', le digo. Kyle se inclina hacia mí:

'Gasta menos, compai.'


1:30 PM

Estoy de pie en la acera frente a la sucursal central del Banco Nacional, azotado por ráfagas de viento que bien podrían ser de un huracán, esperando a que el hombrecito rojo del paso peatonal se ponga verde.

Es irónico: Kyle me dijo que provenía de la 'ciudad de los vientos ', Ciudad del Cabo. Nunca he estado allí, pero me pregunto si el nombre no es más apropiado para Perth. Hoy, como la mayoría de los días, las ventanas de la oficina de Brad (si no estuvieran bloqueadas con armarios) revelarían un río implacablemente agitado con pequeñas crestas blancas de espuma esparcidas uniformemente por la extensión de agua azul, la bandera gigante ondeando frenéticamente en lo alto del puente Narrows.

Llamamos a nuestra brisa marina el 'Doctor de Fremantle'. Algunos días llega tarde, en muy raras ocasiones se ausenta. Pero casi siempre aparece como reloj a media tarde. Hoy se presentó temprano y fuerte: me empuja como una multitud de 'hooligans' en el centro de Glasgow. Y vaya si hace frío: tanto que tiemblo incontrolablemente y se me eriza la piel de los brazos y espalda.

Que no se me malinterprete: me encanta. Por un lado, es un  bienvenido descanso del calor que hemos tenido. Por otro, me permite extender los brazos como alas para que se me sequen las axilas. Por último, el viento se siente tan animado, tan envolvente, que me ayuda a olvidarme de las cosas por un rato.

Pero no por mucho tiempo. Desde una galería de juegos próxima, las ráfagas de viento dejan caer fragmentos melódicos de 'Oliver's Army', por Elvis Costello, y me devuelven a la realidad:

Y hoy preferiría estar en cualquier otro lugar menos aquí...

¿Y qué tal esto? Kyle versus Kylie. No se me había ocurrido, pero los nombres son tan parecidos. Sin embargo, en este caso no se podría encontrar dos seres más opuestos. Uno es masculino, la otra femenina. Uno es alto, la otra bajita. Uno es amistoso, la otra no. Uno es cuidadoso con el dinero, La otra descuidada. Uno es brutalmente honesto, la otra brutalmente pérfida.

Anoche tuve bronca con Kylie. Brad había tardado media hora en aparecerse a la estación de servicio. Llegó con cara de bochorno (y quizá un poco borracho). Le dejé pagar la cuenta y volví a mi coche sin decir palabra. Me siguió, intentando 'charlar' afablemente, pero cerré la puerta cuando estaba a mitad de una frase y me marché.

Kylie estaba igual de 'alegre' cuando llegué a casa. Cosa sospechosa. Estaba silbando sin ton ni son cuando abrí la puerta, cargando el lavaplatos (cosa que nunca la había visto hacer).

'Hola, cariño. ¿Qué tal en casa de tus padres?'. No contesté, colgué las llaves del coche en el gancho junto a la puerta y entré en la cocina. Kylie se acercó para darme un beso en la mejilla, pero yo retrocedí. '¿Qué pasa?', preguntó con los ojos desorbitados.

'¿Qué coño hacía Brad aquí?'

'Oh, ¡eso!' Kylie agitó la mano con despreocupación. 'Sólo vino a charlar contigo, tonto. Se olvidó de que ibas a cenar a casa de tus padres.' Me miró a la cara y se dio cuenta de que no me lo creía. '¿No creerás que Brad y yo...?'. Se echó a reír. 'Ya te lo he dicho: somos como hermanos.'

'No sonó así por el teléfono.'

Kylie abruptamente se hizo 'la dolida'. 'Bueno si te vas a poner estúpido, ese es tu problema, no el mío. Vino a visitarte. No veo por qué estás enfadado conmigo.'

'Si vino a verme, y se dio cuenta que no estaba, ¿por qué no se fue?' Hubo un silencio durante el cual Kylie me miró fijamente, con las manos en las caderas.

'¿Qué te pasa, Dan? Nunca te habías puesto tan paranoico. Sabes que hago cosas con Brad. Cosas como... tenis.'

'Sí, y yoga, y 'noches de chicas'... y sabrá Dios qué más.'

¡Estás haciendo un perfecto ridículo!' resopló Kylie. 'Brad es como 'una de las chicas. No entiendo por qué de repente le das tanta importancia.' Se dio la vuelta para seguir apilando vajilla en el lavaplatos su 'buen humor' había desaparecido hacía rato.

'Veo que se quedó a cenar, dije examinando la mesa. Quedaban dos copas de vino vacías, una marcada con lápiz labial. 'Y que fue a luz de velas.'

Al instante, Kylie se volvió hacia mí y lanzó la cuchara que sostenía contra el piso, con tanta fuerza que rebotó, me golpeó una rodilla y desapareció bajo la nevera. Bugsy, que estaba cerca, huyó despavorido.

'Eso...', siseó (muy a lo Gollum), señalando las velas de la mesa, '¡era para USTED, señor!'. Luego se fue a nuestro dormitorio dando un portazo.

Confieso que el comentario me tomó desprevenido. Imbecil que soy, empecé a avergonzarme. Pero casi enseguida me di cuenta que no había razón para planear una cena a luz de velas conmigo: sabía (al menos con tres días de antelación) que esa noche cenaría en casa de mis padres. Su alegato era aún más inverosímil teniendo en cuenta que nunca antes había tenido un gesto remotamente 'romántico'.

Me quedé un rato en la cocina, la casa toda en silencio salvo por el zumbido de la nevera. Mi enfrentamiento con Kylie no había producido ningún 'resultado' concreto. No obstante, me sentí mucho mejor sabiendo que, al menos, había trazado algún tipo de línea en la arena.

Sabía que necesitaba desesperadamente hablar con Kylie sobre nuestro 'presupuesto'. Evidentemente, tendría que esperar hasta otro momento. Por supuesto, hacía tiempo sospechaba que nuestros problemas económicos se tornaban graves, que teníamos que hacer algo para frenar nuestros gastos (o, mejor dicho, los de ella). Desgraciadamente, mi política de 'hacer la vista gorda' me impedía darme cuenta de lo mal que andaban las cosas.

Así que me fui a mi 'cuarto de desahogo', encendí la computadora y conecté con la página de banca electrónica del Banco Nacional. Confirmé lo que más temía (de hecho, no conocería el alcance del problema hasta que llamara al banco al día siguiente).

Suspiré profundamente y cerré la página. Por vez primera, decidí no dormir en nuestro dormitorio. En su lugar, me dirigí al armario, alcancé el estante superior y saqué el bolso de dormir que el tío Frank me había regalado hacía una década (pero que nunca había utilizado). Lo desenrollé, lo sacudí para desenpolvarlo, me quedé en calzoncillos, me puse una camiseta limpia y me metí dentro.


1.35 PM

He estado pensando en todo esto mientras esperaba en el paso de peatones a la salida del Banco Nacional. Me doy cuenta de que he esperado más de tres cambios de semáforo. Algunas personas me miran raro porque estoy con los brazos extendidos como la estatua del Cristo Redentor en Río.

De repente me doy cuenta de que ahí es donde vive ahora el tío Frank/Samir. Me pregunto si la operación habrá ido bien. Quiero ir a la casa de Wanneroo y revisar los correos electrónicos. Lamentablemente, no podré hacerlo hasta el viernes por la noche.

En fin, ya estoy seco, el 'hombrecito' rojo se ha puesto verde y cruzo la Terraza bajo el sol radiante de Perth, virando contra el viento como un velero.

Espero que sean vientos de cambio. Puede que haya ganado un poco de tiempo, pero el tío Frank tenía razón: tengo que cambiar el statu quo. Y tengo que hacerlo pronto.


Viernes, 10 de enero de 2014, 10:16 AM

Había oído venir a Brad a un kilómetro de distancia (es difícil no hacerlo), pero opté por ignorarlo el mayor tiempo posible. Ahora está mirandome fijamente por encima de mi cubículo, con el ceño profundamente fruncido y preocupación en su cara regordeta que se inclina sobre mi tabique. No he hablado con él desde el miércoles por la noche y me doy cuenta de que está empezando a inquietarse. '¿Estás listo, amigo?'

'Sí, sólo tengo que ir rápido al baño.' Brad asiente y me dirijo a los aseos.

Entro en un cubículo, cierro la puerta y me siento. No necesito usar el baño, sólo quiero respirar hondo. En casa, he llegado a considerar el baño como uno de mis pocos santuarios, un lugar al que puedo ir para escapar de las quejas de Kylie. En este caso me doy cuenta de que sólo estoy aplazando lo inevitable.

El Sr. Dixon ha insistido en que acompañe a Brad a una reunión con CIQ Hierro, nuestro cliente más importante. Antes eran clientes míos, los conseguí através de unos contactos del tío Frank. Pero poco después de contratar los servicios de nuestro bufete, el Sr. Dixon me quitó el caso.

'Me parece que necesitan... un toque más sensitivo. ¡Con un cliente tan importante, no hay tal cosa como ser demasiado cuidadosos Djurdjevic! Brad sabe mucho de derecho comercial, así que creo que es mejor que se haga cargo de ellos. Deberías acompañarlo de vez en cuando para aprender cómo se hace,' dijo el sr. Dixon.

Eso es precisamente lo que se supone que voy a hacer: acompañarle para 'aprender cómo se hace'. El hecho de que Brad no tenga la más remota idea de derecho contractual básico (sigue viniendo regularmente a hacerME preguntas banales como: '¿Qué es eso del 'acuerdo de voluntades?') pasa completamente desapercibido ante las narices de Dixon.

'Amigo, ¿estás bien?' Brad está hablando através de la rendija de la puerta, tratando de atisbar. 'No queremos llegar tarde. Lana y Sonja ya están esperando en el estacionamiento.'

'Sí, ahora salgo', digo, poniéndome de pie y pulsando el botón de la cisterna. Cuando abro la puerta, Brad me espera con una sonrisa nerviosa:

'Cagalera, ¿eh? Sí, a veces me dan antes de una reunión importante. Pero hoy sé que los voy a deslumbrar - ja, ja.'

'Siempre lo haces', digo, lavándome las manos.

Las reuniones son el modus operandi de Brad. Hace más de un año que le encargaron prepararar los documentos para una de las empresas conjuntas de CIQ. Es una propuesta bastante sencilla, casi idéntica a muchos otros acuerdos contractuales que nuestro cliente ha negociado en los últimos años. Y sé que en este caso hay un amplio consenso de todas las partes sobre los términos fundamentales. Los documentos podrían, y deberían, haber estado listos en una semana o quizás dos.

Sin embargo, Brad nunca ha conseguido empezar a redactar el papeleo necesario, sino que prepara interminables diagramas de flujo: gráficas desplegables, con interminables líneas que van y vienen, conectando varias casillas con preguntas. Los presenta al cliente en la pizarra, donde plantea 'cuestiones complejas' que nadie habría pensado que existieran: 'Vale, la empresa existe desde 1962, pero ¿está usted seguro de que CIQ está debidamente constituida? Creo que he encontrado una irregularidad que podría afectar a mi organigrama.'

Hasta la fecha todavía no ha redactado una sola palabra. Supongo que la reunión de esta mañana se ha convocado para calmar las preocupaciones del cliente, ya que la documentación está retrasando el inicio de proyectos mucho mayores. Y estoy casi seguro de que Brad logrará su objetivo. Realmente es un maestro en lo suyo.

Me echo agua en la cara y me enderezo. A la luz fluorescente del cuarto de baño, de repente luzco envejecido. El reflejo de Brad al fondo me mira nervioso.

'¿Sabes, amigo? La otra noche no pasó nada. No estoy intentando ligarme a tu mujer. Sólo somos buenos amigos. Como tú y yo, ¿eh? Quiero decir, yo nunca haría algo así. Lo sabes, ¿verdad? Cojo una toalla de papel, me seco la cara y las manos y la tiro a la papelera rebosante.'

'Sí, lo sé, Brad', digo hastiado.

En realidad, estoy bastante seguro de que me está diciendo la verdad. Para empezar, nunca ha tenido novia (que yo sepa). Si tuviera que hacer una conjetura, diría que es demasiado cobarde como para intentar ligar a alguien. Aparte de eso, creo que está claro que la mayoría de las mujeres lo encuentran física y socialmente repulsivo.

Digo 'la mayoría de las mujeres' porque estoy dispuesto a apostar que Kylie lo estaba coqueteando bastante esa noche. Supongo que Brad le resulta cada día más atractivo, teniendo en cuenta nuestras dificultades económicas y sus ascensos recientes.

No me cabe duda de que, si se hubiera dejado que la naturaleza siguiera su curso, esa noche podría haber pasado algo. Así que el hecho de que nada pasara no me llena precisamente de alegría y optimismo.

Respecto a eso, me parece interesante que los dos últimos días haya recibido varias llamadas de intercesión de mamá y Toula. El tema común es que había juzgado mal la situación:

Mamá: 'Sólo estaban haciendo tonterías como lo han hecho durante años.'

Toula: 'No pasa nada.'

Mamá: 'Kylie está tan angustiada. Sigue llorando incontrolablemente.'

Toula: 'Se siente herida y sin amor de ti.'

Mamá: 'Kylie dice que no has sido tú mismo desde que murió el tío Frank.'

Toula: 'Se siente sola y necesita alguien con quien hablar.'

Mamá: 'Deberías calmarte y tratar de verlo desde su perspectiva.'

Toula: 'Le digo: “Vale Kyri, pero no deberías haber estado sola en casa con ese hombre”. Lo siente mucho. Debes perdonarla.'

Sorprendentemente, tanto Toula como mamá coincidieron en el último punto: aunque 'nada había pasado', la cena de Kylie y Brad se había 'pasado de la raya' (según los códigos morales de ambas madres). En consecuencia, se le habían exigido las correspondientes promesas como parte del 'tratado de paz' que se estaba negociando.

Sigo a Brad hasta el estacionamiento que hay debajo de nuestro edificio. Según lo acordado, Lana y Sonja esperan junto al coche del bufete asignado a Brad (un Ford Territory que apenas cabe en su minúsculo espacio de estacionamiento).

Su conversación se interrumpe abruptamente en cuanto nos ven acercarnos. Me consta que ambas tienen una montaña de documentos evidenciarios por examinar para un complejo litigio comercial que lleva Sylvester Cox. Así que, bastante resentidas, las dos mujeres también nos siguen, sabiendo que pronto empezarán a cabecear de sueño por las ofuscaciones de Brad en la pizarra, mientras un montón de trabajo serio espera su atención (gran parte del cual tendrán que completar fuera de horas de trabajo).


9:15 PM

Estoy llegando a la casa de Frank en Wanneroo. He parado en Nando's y comprado un cuarto de pollo. Ya no me molesto en decirle a Kylie lo que estoy haciendo. Supongo que al menos me queda un poco de margen con mamá y Toula que estoy decidido a aprovechar al máximo.

Después de apagar la alarma de la casa, me dirijo directamente al estudio del sótano y enciendo la pantalla de la computadora. Reviso los correos electrónicos y encuentro copias de los que Frank/Samir había enviado a mi trabajo, junto con algunos anteriores con más o menos la misma información. Pero nada se sabe aún de su operación. Me doy cuenta que sólo ha pasado un día, así que intento no preocuparme.

El olor del pollo de Nando's me hace recordar que mi comida se está enfriando, así que vuelvo a subir, y ceno en un silencio tan profundo que parece dar ecos de sí, en el comedor amueblado por IKEA, sofocándome con el persistente tufo a albañilería reciente.

Una vez que he terminado y fregado, paso a la sala y enciendo la televisión. Pero pronto descubro que el viejo televisor analógico de Frank no funciona: nunca se molestó en comprar un de codificador digital. Bueno, si el tal Pikkeljig se parece en algo al tío Frank, probablemente no mire la tele.

Subo al baño, me ducho, me pongo algo de ropa de Frank y me meto en su cama. Me pasa por la mente que Kylie se preguntará dónde ando, pero estoy tan agotado que no me importa, solo quiero dormir. Tampoco creo que Pikkeljig vaya a aparecer en mitad de la noche.

Justo antes de dormirme, me pregunto qué clase de nombre es ese. Si Brad tenía razón en algo, era en esto: 'Fenyops Pikkeljig' suena a broma. Entonces recuerdo la conversación con Justine en el Peking Palace: las semejanzas entre Frank y Pikkeljig. Y me doy cuenta de lo obvio:

Fenyops Pikkeljig no existe.

El nombre no es más que otro alias de Frank. Pero si eso es cierto, ¿por qué Frank no lo utilizó después de su muerte? ¿Por qué 'Samir de Souza'? ¿Es 'Pikkeljig' su 'Plan C' (el que planea utilizar si no sobrevive a la operación)? ¿Cuántos aliases más tiene?

Las preguntas sin respuesta persisten en mi mente mientras caigo en un dormir profundo, salpicado de sueños con el Sr. Dixon comiendo de Nando's y reprendiéndome por mis modales de mesa, con Brad conduciendo como un loco por las calles de Río. Y con Justine, esa curiosa yuxtaposición de líneas elegantes y risa a carcajadas.


Sábado, 11 de enero de 2014, 7:03 AM

Me despierto de repente. Una luz blanca entra por la ventana de una habitación desconocida y por un momento estoy totalmente desorientado. La canción 'Imagine' de John Lennon aún perdura de mi sueño y me siento como si estuviera en el videoclip (ya sabes, ese en el que John toca el piano de cola blanco mientras Yoko abre las cortinas).

Mi pánico disminuye al recordar dónde estoy, pero vuelve a acrecentar mientras manoteo por mi reloj. Son las 7:04 de la mañana. Kylie estará furiosa.

Cojo el móvil (que suelo mantener enmudecido) y lo examino: Tengo quince llamadas perdidas: dos de mamá, dos de Brad, cuatro del móvil de Kylie y siete de casa. Hay trece mensajes de voz (que tengo miedo de escuchar).

Me pregunto si debería llamar a Kylie, pero decido no hacerlo. En vez de eso, le envío un breve mensaje de texto en el que le digo que vine a casa de Frank a ultimar unos asuntos relacionados con el testamento y que luego me quedé dormido. Es la mejor de las historias que podría contar, pero sé que a nadie va a convencer. Tengo la fuerte corazonada de haber agotado toda la simpatía/buena voluntad que me quedaba del 'Cenagate'.

Habiendo enviado el mensaje, siento cierto alivio. Regreso el móvil a la mesa de noche, entro al cuarto de baño de Frank y enciendo el interruptor. Un ventilador empieza a zumbar y prende una luz. Tengo barba incipiente y el pelo hecho un desastre, pero me veo descansado - por primera vez en mucho tiempo. Incluso mis ojeras han desaparecido, más o menos. Y sorprendentemente, me siento relativamente animado, en gran parte debido al recuerdo cálido de un sueño agradable. Más una sensación que un recuerdo: los detalles del sueño se han desvanecido casi por completo. Lo más destacado es que Justine ponía su mano sobre la mía, como había hecho en el Palacio de Pekín.

Es de maravillar cómo una actividad cerebral nocturna incoherente puede cambiarle a uno la perspectiva sobre el día. En mi caso, me deja casi eufórico, sintiendo una osadía que debe ser de corto plazo. En este instante no quiero pensar en Kylie, voy a saborear el momento.

Así que me tomo mi tiempo. Me ducho, me cepillo los dientes con el cepillo y la pasta de dientes de Frank, me afeito con su afeitadora Braun y termino con su aftershave 'Chanel Bleu para hombres'. Luego me pongo una de las camisas recién planchadas de Frank (una de sus mejores camisas, una clásica ‘Hugo Boss’ blanca) y uno de sus pantalones (un ‘Dolce and Gabbana’ muy elegante y fino). Parece que a fin de cuentas sí tenía buen gusto. Afortunádamente nuestras tallas son idénticas. Me siento (y parezco) un hombre nuevo.

Tengo hambre, pero sé que la nevera de Frank está vacía. Entonces me acuerdo de los productos imperecederos que había dejado en la despensa para 'Pikkeljig', de acuerdo con las instrucciones en el testamento. De immediato encuentro una lata de atún. Buscando un poco más encuentro fideos vermicelli de arroz y sopa de miso en polvo. No es un desayuno convencional, ¡pero estoy de suerte!

Para cuando termino, son las 8:06 de la mañana. Sé que tengo que preparamente para regresar a dar la cara. Hay cosas que no se pueden aplazar indefinidamente.

Pero antes de eso, recuerdo que debo ver si Frank me ha enviado algún correo electrónico, así que me dirijo de nuevo al sótano.

En la computadora del estudio, abro Outlook y espero a que cargue. Me doy cuenta de que está  transmitiendo un nuevo mensaje: '1 de 1, 807 kB'. Se me acelera el corazón. Cuando termina, veo que es de 'Samir de Souza'. Lo abro.

Todo bien, sobrino. Ya me estoy recuperando. Parece que el Plan C no será necesario por el momento. Las desgraciadas enfermeras no me dejaban usar mi teléfono hasta hace unos momentos. Te adjunto un selfie por si te interesa. No estaré en contacto por un rato. Pásala bien.

Samir

Abro el archivo .jpg adjunto y veo a un tío Frank cansado, sin afeitar, pero sonriente, tumbado de espaldas en una cama de hospital ligeramente inclinada y conectado a un gotero. Lleva una bata de hospital mal ajustada y los pocos mechones de pelo canoso que le caen por encima de la cabeza están erizados. Frank está usando la mano izquierda obviamente para sostener el teléfono y tomar el selfie: su mano derecha descansa sobre su estómago, la cicatriz púrpura claramente visible. Parece tener unos vendajes gruesos sobre el pecho, más abultados al centro y la derecha, sin duda debido a la operación.

Se me ocurre una idea: si guardo la imagen en la carpeta 'Mis imágenes' y luego la abro en 'Paint', puedo darle la vuelta horizontalmente.

Al hacerlo, la imagen instantáneamente se parece 'más a Frank' que antes. De hecho, parecería idéntico a Frank, si la pantallita led del gotero no estuviera invertido. Y si Frank no estuviera muerto...

Me doy cuenta de que la diferencia entre 'Samir' y 'Frank' es sutil, pero profunda: 'Samir' parece más un 'gemelo' de Frank que el Frank original (ya había leído algo sobre los 'gemelos espejo' en Wikipedia).

Aprieto 'Responder' y escribo:

Me alegro. ¿Qué hay en el gotero? Espero que sea de buena cosecha. Sí, me divierto mientras exploro. Aunque tengo algunas preguntas. Avísame cuando estés mejor y hablamos.

João

(P.D. Notarás que he suprimido el segundo nombre).

Miro el reloj y veo que son las 8.35 de la mañana. Con la diferencia de horario de siete horas, es casi seguro que Frank esté profundamente dormido. De todos modos, dudo que esté de humor para intercambiar correos electrónicos: lucía bastante débil (como era de esperar).

También me doy cuenta de que, dada la hora, debería irme a casa, pero la inercia de 'no moverme' me abruma. Así que, en lugar de recoger mis cosas, vuelvo a echarle un vistazo al 'Generador de perfiles 3.2'.

Por supuesto, ahora sé que los intentos iniciales de crear 'perfiles' no habían fracasado. Al contrario, todos habían tenido éxito. Había grabado una docena de copias de lo mismo: el micrófono y el pedestal que todavía están en la cabina de grabación. Sólo la última copia era un poco diferente, porque incluía a Bugsy.

Un poco impulsivamente (¡algo que al parecer hago con frecuencia últimamente!), voy a la cabina de grabación, saco el micrófono y el pedestal, después cierro la puerta. Luego vuelvo a la computadora y ejecuto el penúltimo perfil. Aparece el siguiente cuadro de diálogo

Imprimiendo perfil 045805012014 al puerto local. Por favor, espere...

Miro hacia la cabina pero nada hay que ver. Mi corazón ahora late fuerte. Cuando vuelvo a mirar la pantalla dice: 

Impresión finalizada. Pulse cualquier tecla para continuar.

Mientras vuelvo a la cabina, veo através de la ventana que he 'impreso' otra copia del micrófono y el pedestal. Al abrir la puerta se confirma. Oteo nerviosamente la pequeña habitación, a ver si también he impreso un gato, pero resulta que no. Un examen más minucioso de la etiqueta del micrófono revela 'edøR': como era de esperar, ya que se esta copia es una imagen especular.

Salgo de la cabina y echo un vistazo a los demás pedestales de micrófono. La mitad de ellos también tienen el texto invertido en sus etiquetas, lo que significa que también son 'copias especulares' creadas por el aparato de Frank.

De repente se me ocurre algo:

Si copio una copia en espejo, ¡debería volver a la versión 'al derecho'!

Se me ocurre que esta podría ser la solución a mis problemas financieros. Con el corazón acelerado, saco el micrófono y el pedestal extra, los pongo junto a los otros y saco la cartera.

Anoche saqué dos billetes de 50 dólares en un cajero automático antes de comprar en Nando's. Todavía tengo uno de ellos. Antes de haber reflexionado, he grabado el billete e imprimido una imagen especular.

Permanezco en la habitación silenciosa manoseando el billete que, a primera vista, parece totalmente normal. Pero visto por segunda vez, está claramente 'mal'.

A un lado está Edith Cowan, la primera mujer parlamentaria Australiana. En el otro, David Unaipon, el 'Leonardo da Vinci negro' de Australia (Frank me habló en una ocasión de sus inventos increíbles). Pero ambos son claramente imágenes invertidas, al igual que todas las letras y números. Parece surrealista, porque por lo demás el billete de polímero parece -y se siente- totalmente auténtico.

Pero no me dilato en esto. En unos minutos he copiado la copia y la he impreso.

Ahora obtengo otro billete de 50 dólares, pero esta vez parece estar absolutamente correcto en todos los detalles. Hasta el número de serie...

Es aquí cuando empiezo a sudar la gota gorda por nerviosismo. Acabo de crear un billete falso. Como abogado, sé que los delitos de falsificación y fraude no podrían ser más graves. También sé que no estaré en paz hasta haber 'borrado' estos billetes falsos, tanto el correcto como su imagen de espejo.

¿Pero cómo? 

La respuesta parece obvia: del mismo modo que borré a Bugsy.

Vuelvo corriendo a la computadora e intento volver sobre mis pasos. Recuerdo haber usado el botón 'Grabar y anular'. Lo de 'anular' debe haber sido la parte de 'borrar'.

Pero por más que lo intento, no encuentro el botón.

Dichosas computadoras, ¿por qué diantre hacen estas cosas tan difíciles?

Cuando vuelvo a encontrarlo (está en la pestaña 'Opciones'), veo en el reloj de la computadora que son las 9:42 de la mañana. Cuando llegue a casa, voy a tener problemones.

Me apresuro a llegar a la cabina y meto los dos billetes falsos. Me acuerdo del micrófono y el pedestal que había impreso, así que los meto también. Luego vuelvo corriendo a la computadora mientras la puerta de la cabina se cierra lentamente y hago clic en 'Grabar y anular'. Un cuadro de diálogo me pregunta:

¿Desea imprimir en una ubicación de red? Sí/No.

Hago clic en 'No'. Veo que la puerta se cierra justo cuando hago esto. Tras una nerviosa espera, aparece otro cuadro de diálogo:

Grabación finalizada. Pulse cualquier tecla para continuar.

Un examen rápido confirma que la cabina está vacía: He borrado lo que había creado 'de la nada'. suspiro aliviado y me regocijo haber cesado de ser un delincuente.


10:55 AM

Conduzco por la rampa de salida de la autopista hacia Reid Highway, no muy lejos de casa, temiéndo lo peor.

Intento ocupar mi mente con la agradable idea de que ya puedo manejar la 'impresora 3D' de Frank, aunque todavía ni idea tenga de cómo funciona (y probablemente nunca lo sabré). Tampoco tengo idea de para qué podría utilizarla. A la vez, parece un instrumento demasiado potente como para no ser capaz de 'cambiar mi status quo', como diría mi tío.

Está claro que Frank lo utiliza como una especie de 'transpórtame, Scotty', que le permite viajar a lugares lejanos. La diferencia, por supuesto, es que en Star Trek te 'desensamblan' en átomos y moléculas que luego 'transportan' de un lugar a otro para que puedas volver a ensamblarte a partir de la misma materia. Está claro que eso no ocurre aquí. Te 'borran' ('anulan', si se prefiere) y te 'reimprimen'. Lo sé con certeza porque cada impresión es algo nuevo: es imposible que esté hecha de la misma materia que el original. Si así fuera, Frank no estaría enterrado mientras simultáneamente descansa en un hospital de Suiza. Bugsy no estaría en mi casa y en Río al mismo tiempo.

La impresión y el original ni siquiera son idénticos: cada vez que se imprime, obtienes una imagen especular de la última que se ha copiado.

Pero al menos ahora entiendo exactamente lo que le ha pasado a Frank: era una imagen especular cuando lo imprimí aquí, en Perth; luego envió una copia de sí mismo a Río (donde resulto una 'imagen especular' de su ‘imagen especular’; o sea: al derecho); luego se imprimió a sí mismo en Zúrich (donde vuelve a ser una imagen especular).

El hecho de que Frank no parezca muy preocupado por esto, o en términos generales por la idea de 'borrarse' a sí mismo, me desconcierta enormemente. Quedan tantas preguntas sin responder...

Sin embargo, un misterio parece haber sido esclarecido: Ahora tengo idea de cómo Frank ha podido financiar este gigantesco proyecto (fabricación de los equipos, compra de los inmuebles y construcción de los 'estudios' necesarios en cada lugar, etc.). Todo esto es posible cuando un hombre tiene 'licencia para imprimir dinero'.

No obstante, eso tampoco cuadra. Frank puede ser bastante excéntrico, a menudo rebelde sobre muchos temas (¿se nota que ya no hablo de él en el pasado?), pero siempre ha sido muy recto respecto a la ley. ¡Recórcholis!, ¡él fue quien me inculcó a nunca cruzar en contra de una luz roja!

Así que, aunque mi teoría hace todo el sentido del mundo, es intuitivamente errónea. Estaciono a la entrada de mi casa y descubro que mis peores temores se han hecho realidad: no sólo me está esperando Kylie, cruzada de brazos, alternando su peso de un pie al otro (una vez mas el ‘cartucho de dinamita saltarín'), sino que también están mi madre y mi padre, Toula y Narkis y, en medio del gentío, Brad. Incluso mi vecino Jim está esperando con ellos. Están todos parados junto al garaje, como una especie de turba de linchamiento, con los coches estorbando por toda la calle.

No es que tengo problemas, es que estoy hasta el cuello.

Me fijo que la hierba de perro está casi completamente seca. Bueno, algo es algo.


Martes, Enero 21, 2014, 7:01 PM

Ha sido un día largo en la oficina y he estado bajo el yugo durante la mayor parte. Pero aquí sigo. ¿Y por qué? No porque esté pensando trabajar más, sino porque estoy esperando a que todos los demás se vayan para poder escaparme a casa del tío Frank en Wanneroo. Mi familia me ha 'vedado' ir allí. ('Bueno, ya has terminado todas esas estupideces de Frank, lo que significa que no hay motivo alguno para volver a su casa jamás’, dijo mi madre.)

Así que ahora tengo que ir a escondidas, en horas y en días que no causen sospechas. La semana pasada sólo he vuelto una vez (el jueves pasado) a ver si había algún mensaje de él. Lamentablemente, no. Espero mejor suerte esta noche: tengo muchas ganas de saber de él y de conversar juntos, son muchas las preguntas que se arremolinan en mi mente. Si todo va según lo previsto (y estoy razonablemente seguro de que así será), Kylie pensará que estoy trabajando hasta tarde. Suele llamarme al móvil en vez de a mi línea de oficina, así que lo silenciaré y le contesto en cuanto pueda, si es que llama

Para hacer todo claro, tengo que volver atrás:

Como era de esperarse, cuando bajé del auto el sábado pasado, abrieron fuego, Kylie con la primera andanada:

'¡Eres un descarado, caballerito! ¿Dónde demonios has estado? Y no me vengas con más mentiras: llamé a casa de Frank y no contestó nadie.' (sucede que me consta que Frank desconectó el teléfono de su casa hace más de cinco años).

'Creo que estaba en putibar', aventuró Narkis.

'¡Aman!', lamentó Toula, llevándose las manos al pecho y persignándose a lo ortodoxo, mirando al cielo.

'¿Eso es cierto?' Kylie se me había acercado, apretando los dientes y con el labio inferior tembloroso. '¿Te has... acostado con... una prostituta?' Acentuó la última palabra con el asco que se reserva para cuando se tiene que recoger un condón usado.

'¡Basta ya!' Oí la voz de papá llegando desde el fondo. 'Eso es algo que Dan jamás haría. ¿Verdad que no, hijo...?'

'Sea lo que sea lo que estaba haciendo', vociferó mi madre, interrumpiendo perentoriamente a papá, 'la cuestión es por qué no nos llamó.' Le dio un codazo a papá para abrise paso, pero apartó a Kylie con delicadeza. 'Deja que me ocupe de él, Kylie querida. En casos como éste, la madre sigue teniendo cierta autoridad, sobre todo con un chico como Daniel.' Repentinamente casi me ensarta el pectoral derecho con su dedo índice regordeto, provocándome un respingo. '¡Bueno, suelta! ¿En qué demonios estabas pensando? Todos estábamos muy preocupados. Tu padre incluso llamó a la policía para informar tu desaparición.'

'Sí, y yo voy a Smith Street, en Highgate, a buscar tu coche por si lo veo fuera del putibar', dijo Narkis. (Para los que no saben, Highgate es famoso por su comercio sexual. Quedé preguntándome cómo sabía Narkis que debería ir a buscarme precisamente a Smith Street, si quería confirmar sus sospechas sobre dónde andaba).

En algún punto trás la 'vanguardia’ oí a Kylie estallar en llanto, seguida de cerca por los resoplidos moquillosos de Toula. Con creciente desesperación miré a mi alrededor con la esperanza de ver al menos una cara amiga, pero incluso Jim se limitó a sacudir la cabeza tristamente, darse la vuelta y alejarse. Mi padre tenía una expresión más dolida que nunca.

'¡NO HE IDO A UN PUTIBAR!' Mi repentina explosión hizo que todos retrocedieran. Debo confesar que me sentí algo envalentonado por su reacción, así que continué gritando: '¡estuve en casa del tío Frank! ¿ENTENDIDO?'

'¡NO HABLARME ASÍ A TU SUEGRO!' me gritó Narkis.

'¿Cómo te ATREVES, Daniel? ¡Madre mía! ¡Qué vergüenza!' Diciendo esto, su voz subió un par de octavos hasta llegar a soprano y empezó a tambalearse, levantando la mano teatralmente hacia la frente. Una Kylie aún llorosa y un Narkis repentinamente preocupado acudieron en su auxilio y la ayudaron a sentarse en el pavimento irregular entre los manojos de hierba amarillenta.

'Basta de gritar, hijo. Dinos la verdad, por favor', dijo papá. Bajé la voz.

'Estoy diciendo la verdad, papá. Miren', dije señalando a todos, 'lo siento mucho, de verdad.  Lo único que pasó fue esto: me llegué hasta casa de Frank en Wanneroo porque me quedaban un par de detalles por arreglar de su testamento. Me sentía cansado, muy cansado así que me tumbé en su cama y me dormí. Tenía el teléfono enmudecido. Cuando me vine a dar cuenta, ya era la mañana y tenía un diluvio de mensajes acumulados.' Por supuesto, todo esto era cierto, hasta un punto.

'Ajá, sí, ¿entoces dónde es que te escabullas constantemente?' Kylie había levantado la vista de estar pendiente de mamá, la cara mojada de lágrimas manchadas con maquillaje. 'No me digas que es sólo donde tu 'tío Frank'. Eso es mentira. Brad me dijo que no faltaba nada legal que hacer. Y me contó todo sobre tu flirteo con esa fulana de pelo negro en el restaurante.' Me volví a fulminar a Brad con la mirada, quien de repente se interesó en examinar minuciosamente las copas frondosas de las gomeras fantasma que bordean el camino de entrada. 'Me acusas de tener una aventura y te la pasas yendo a algún lugar secreto.' Parece captar mi reacción de sorpresa. '¡Ja! Creías que no me había dado cuenta, ¡pero lo capto todo!' dijo Kylie, sacudiéndome el índice. 'Por ejemplo, ¿de dónde has sacado esa ropita tan elegante?' Tenía la voz espesa como el almíbar y me señalaba con una mano flácida, desde la punta de la cabeza hasta los pies y de regreso.

'¿Esto?' Miré la camisa de mi tío, ahora tan mojada que se pegaba a cada uno de mis contornos y revelaba la piel rosada que había debajo. 'Son de Frank. No, en serio. Necesitaba algo para cambiarme esta mañana y los encontré en su armario.' Noté que nadie parecía creerme.

'Creía que todo lo que había en esa casa pertenecía a Pikkeljig...', murmuró Brad. 'Así que... si coges sus cosas...', continuó, con los brazos cruzados y una mano apoyada en la barbilla, profundamente concentrado, 'eso es como... robar.' Entonces Brad se volvió hacia mí para corroborar su análisis jurídico (seguramente por costumbre): '¿No es así?'

'Personalmente, creo que va de juerga. Compró ropa nueva para impresionar algunas chicas', dijo Narkis. 'Compró con tarjeta de crédito porque ya no tenía efectivo. Entonces, culpa a mi hija porque no puede mantenerla como un hombre de verdad.' Sin duda se refería a mi único y breve intento de discutir con Kylie la disminución de los gastos domésticos.

'¡Todo esto es una locura!' rugí.

'¡Si, cómo no!' gritó Kylie. 'Todo el mundo sabe que tu tío no vestía así. Sólo usaba ese estúpido cárdigan azul.'

Quedé sin saber cómo responder a esto último. A fin de cuentas me limité a decir: 'Saben, no he tenido ayuda para ordenar las cosas de Frank. Es un poco como mudarse. He tenido que ir a su casa y hacerlo poco a poco. Anoche estaba cansado después de un largo día en la oficina, y luego me cansé aún más trabajando con lo del tío Frank.'

'Tu dichoso tío', dijo Kylie, levantando el labio superior en una mueca digna de una serpiente. '¡LO ODIO!'

‘Hijo, deberías habernos llamado', dijo mi padre con delicadeza. 'A cualquiera de nosotros.'

'Lo siento. Estaba cansado...' Pero ya nadie parecía escucharme. Empezaban a dispersarse de forma abrupta y uniforme, como si se tratara de una señal silenciosa al estilo de los ‘flash mobs’. A Toula, que se llevaba un pañuelo de papel a la nariz con mano temblorosa, Narkis la tomó por el codo y se la llevó al coche, mientras papá y Kylie ayudaban a mamá a ponerse en pie. Brad, parado al fondo del grupo, con su característica expresión de ‘canguro en los faros', dijo con voz alegre:

‘¡Bueno! Si nadie me necesita, me voy...'

Al cabo de unos minutos, Brad, Narkis y Toula se habían marchado, mientras Kylie, mamá y papá habían desaparecido. Me quedé en el camino de entrada, con el sol abrasador ya casi en lo alto del típico cielo despejado de Perth, y el calor subiendo hasta hacer temblar el asfalto con un zumbido sordo. Extendí los brazos (una vez más, como el Cristo Redentor de Río). Pero sin un soplo de viento nada había que secara el sudor que me brotaba por todos los poros. A pesar de todo, me quedé allí un rato. A fin de cuentas, tenía motivo para creer que dentro de casa la cosa estaba aún más caliente.


7:06 PM

Aquí estoy, esperando a que Lana y Sonja se vayan. Oigo sus voces malhumoradas, apagadas através de las paredes de la sala de conferencias, donde han estado en 'confinamiento solitario', procesando papeles para una extensa investigación e inspección mañana. Si no se van pronto, no podré ir a casa de Frank y perderé otra oportunidad. Pero no puedo arriesgarme a que alguien esté aquí y responda a una llamada de Kylie diciéndole que ya me he ido.

Por fin oigo abrirse la puerta de la sala de conferencias. Lana se ríe, sacude la cabeza y su pelo oscuro se agita. La cara de Sonja lleva una expresión que parece ser algo irónica. Observo que, para ser gente jóven, ya parecen desgastadas: la abogacía puede tener ese efecto.

Sonja se fija que las observo y dice: 'Hola, Dan, que tengas buenas noches.'

'Sí, no te quedes hasta muy tarde', añade Lana. Siempre me dicen lo mismo. Sonrío, les doy un saludo leve con la mano y vuelvo a mirar mi pantalla que, no pueden ver, está apagada.


7.22 PM

Conduzco por la autopista Mitchell, me acerco a la salida de Burns Beach Road y pienso en el tío Frank y en su uso de la impresora 3D para 'viajar'.

Simplemente no he sido capaz de entender por qué lo haría - me parece claro que básicamente se está suicidando cada vez - a pesar de que otra persona con sus recuerdos consigue seguir viviendo.

Por alguna razón, mi mente sigue volviendo atras a la ocasión que fui a la isla Rottnest con él en su pequeño yate motorizado. Fue poco después del incidente en que se cortó la mano.

Recuerdo que estábamos en su camarote por la noche, amarrados en Geordie Bay, jugando Monopolio. Frank cogió uno de los dados.

'Dime, Dan. Cuando lance este dado, ¿qué número saldrá?'

'Seis', adiviné.

'No, no es correcto.'

'¿Cómo lo sabes?'

'Lo sé.'

'No, no lo sabes. No existe tal cosa como ser síquico. Ya me lo has dicho.'

'No necesito ser vidente para saber qué número va a salir.'

'¡Claro que sí!'

'No.' Frank me sonrió con su curioso estilo a lo 'Mona Lisa' y yo le devolví una mirada fija, desconcertado y más que un poco molesto. Frank se la pasaba con ese tipo de cosas, marañas mentales: hacía sutiles distinciones para enredarme (o 'enseñarme', como decía él).

Para entonces tenía un poco más de pelo y se lo alisaba hacia un lado con la mano, la cicatriz en su dorso aún fresca y algo rosada. Al rato le solté:

'Vale, sabihondo, dime qué va a salir. Dale.'

Escuchame.' Se inclinó más cerca y me susurró en tono conspirativo: 'Voy a sacar todos los números.'

'¿Qué quieres decir?'

'Quiero decir exactamente eso: Voy a sacar uno, dos, tres, cuatro, cinco y seis.'

'¿Qué? ¿En fila?'

'¡No, idiota Al mismo tiempo!' Se hizo el silencio mientras le miraba. El bote se balanceaba suavemente de un lado a otro, incluso en las tranquilas aguas de la bahía, y podía oír uno que otro chapoteo del agua al chocar contra el casco. Frank seguía sonriendo. De repente, lanzó el dado al tablero. Salió un tres.

'¡Ja! Sólo un tres.'

'Claro, en este universo.'

'¡Ay, no fastidies!’, lamenté.  '¿Qué otro universo existe?' Me pareció un jueguito mental particularmente soso el que estaba planteando.

'¿Qué otro universo? ¿Qué tal uno en el que aparezca un uno, un dos, un cuatro, un cinco o un seis? Y eso sólo para empezar.' Supongo que en ese momento le dirigí una mirada ‘fulminante’ típica de adolescentes. Recuerdo que me sentía cansado, con ganas de terminar pronto la partida e irme a la cama ('las actividades al aire libre' siempre me cansan y me dan sueño).

Lo único que alcancé decir fue: '¿Hablas en serio?'

'Muy en serio, sobrino', dijo. 'Imagínate que realizara un experimento en este bote con el mismo instrumento, lanzando el mismo dado desde la misma posición de salida, con la misma velocidad de escape, superficie de aterrizaje, etc., nunca podría garantizar el mismo resultado. ¿Por qué crees que es así?'

'Porque el bote se mece en el agua y eso complicaría las cosas.'

'Claro. El balanceo del agua hace que el resultado sea impredecible. ¿Y si hiciera lo mismo en tierra firme? ¿Obtendría siempre el mismo número?'

'Supongo que podrías...'

'¡Baarp!' Frank siempre hacía el mismo 'timbre de programa de concurso’ con la garganta cuando me equivocaba en la respuesta. 'No, no lo haría. ¿Recuerdas que te hablé de la Teoría del Caos?'

'Sí. Vagamente. Algo sobre una mariposa agitando sus alas y un tornado en América.'

'¡Eso mismo! Pues resulta que, incluso en tierra firme, hasta en las circunstancias más controladas, no podemos estar seguros de lograr tal cosa, por motivo de la expansión de la corteza terrestre, el movimiento de la Tierra através del espacio, incluso la expansión del tiempo y espacio, todos ejercen un efecto. Afectan las cosas del mismo modo que las olas afectan a este bote, pero de modo menos evidente. Esto se debe a que el universo no es estático: está en un constante estado de flujo. Esto es lo que da lugar a la Teoría del Caos.'

'Vale, entonces ¿por qué dices que vas a obtener seis números en vez de uno?'

'¡Ah - una pregunta interesante! Cuando lanzo el dado, el resultado que voy a obtener se convierte en una cuestión de probabilidad estadística, de azar. Todo lo que podemos decir es que hay 'una posibilidad entre seis' de obtener un número concreto.'

'¿Y qué?'

'¿Te has preguntado alguna vez qué significa eso? Por ejemplo, si lanzo un dado al menos seis veces, ¿obtendré el número que quiero?'

'Puede que sí, puede que no. Puede que incluso tengas que hacerlo rodar veinte veces antes de que eso ocurra.'

'Exacto. Entonces, ¿qué significa 'una de cada seis?'

'No sé.'

'Te diré: muy poco. La 'probabilidad estadística' es la herramienta de datos menos comprendida que tenemos. Claro, los corredores de apuestas la utilizan para ganarse la vida, los psicólogos para examinar nuestra forma de pensar y actuar, los meteorólogos para intentar predecir el tiempo y los estadísticos del gobierno para justificar cómo se reparte el dinero de los contribuyentes. Pero todo ello son intentos de imponer algún tipo de 'certeza' en un universo que es intrínsecamente incierto. Cuando nos encontramos con el azar en la mecánica cuántica, nos saca de quicio. No nos tiene sentido decir que sólo existe una 'probabilidad estadística' de que una partícula atómica se encuentre en un lugar determinado en un momento determinado. Nada de eso es intuitivo.'

A estas alturas me estoy frotando los ojos, totalmente confundido. 'Vamos al grano, tío. ¿Qué quieres decir?' Frank se inclina hacia mí y sonríe con aire complícito.

'El azar sólo empieza a tener sentido si hay múltiples universos coexistiendo simultáneamente, universos que sólo podemos experimentar uno a la vez. Así que cuando lanzo este dado no obtenemos un único resultado. Más bien, en ese instante, el universo se fractura en seis diferentes. Pero sólo podemos experimentar uno. En ese momento hay seis 'Franks' y seis 'Dans' diferentes, cada uno experimentando su propio universo y pensando que es el único.'

'¿Y cuál es el verdadero Dan o el verdadero Frank?'

Frank suspiró profundamente y empezó a recoger el tablero. 'Todos, sobrino. Todos ellos.'


7.42 PM

Estoy llegando a la vereda de entrada de Frank y veo su casa siluetada contra la puesta de sol que colorea el horizonte. Sigo dándole vueltas a nuestra conversación de hace tantos años. ¿Es por eso que a Frank no le importa 'borrarse'? ¿Porque cada 'copia' es en cierto modo tan 'Frank' como el 'original', así que no es asunto de importancia? Dudo que tal análisis me reconforte, al menos no lo suficiente como para hacer lo que parece que él hace.

Al salir del coche, me veo algo consternado al comprobar que el calor digno de un horno persiste en el aire inmóvil de la noche. La última brisa fresca que recuerdo fue aquel día fuera del Nationwide Bank; nunca había visto una ola de calor tan larga en todos mis años en Perth. Hasta ahí llega la veracidad de las lamentaciones de Dixon sobre el calentamiento global siendo una farsa.

Después de la rutina de lidiar con el sistema de seguridad, entro en la casa, bajo al sótano y activo la computadora. La pantalla se enciende. He dejado Outlook activado y veo un mensaje en negrita. ¡Es de Frank/Samir!

Entra en Skype. Hay un enlace en la barra de tareas. Estaré conectado durante la próxima hora. - Samir

Me fijo que el correo electrónico fue enviado a las 9.15 horas. Me pregunto: ¿es hora de Zúrich (siete horas menos, en cuyo caso he perdido la oportunidad) o la hora de Río (diez horas menos, en cuyo caso tengo una cuestión de minutos de margen)? No lo sé. Sintiendo el pulso martillarme las sienes, encuentro el acceso directo en Skype, hago clic en él y encuentro una dirección para Samir de Souza. Llamo y oigo el familiar tono de apertura de Skype ('¡bop bi bop bi bup bap!') seguido de un tono largo ('biiiiiip - biiiiiip'). Uno o dos segundos después, oigo el sonido de una gota de agua al caer ('blip') y el tío Frank aparece en pantalla. 

Está sentado en una silla en lo que parece ser una terraza de madera soleada, vestido con una ligera camisa de verano. Detrás de él veo una colina tupida de árboles, de un verde intenso. Supongo que está en Río. La iluminación es extrañamente tenue, como la de una fotografía de los años setenta en la que los colores se han desvanecido a un tono sepia. Detrás de él, un ventilador hace crujir una palmera en una maceta que baila como Peter Garrett. Tiene una bebida en la mano que parece un gin-tonic, pero probablemente sea sólo agua tónica: Frank casi no bebe y, desde luego, no lo haría después de una operación.

'Hola sobrino, ¿cómo van las cosas?' Sonríe de oreja a oreja, obviamente contento de verme. De repente, siento que se me llenan los ojos de lágrimas, aunque no sé por qué ahora. Quizá tenga algo que ver con los acontecimientos de las últimas semanas. Tal vez sea porque por fin me doy cuenta de que mi tío ha vuelto; siento una especie de duelo y alivio a la vez.

Como permanezco callado, Frank continúa: '¿Estás bien, muchacho? Pareces emocionado.'

'Supongo que sí', tartamudeo. 'Me alegro de verte, Frank. De verdad que me alegro. ¿Cómo estás? ¿Qué tal la operación?'

'Sí, todo ha ido bien. Me pusieron un stent, una angioplastia coronaria, según me dijeron. A partir de ahora todo irá bien. Al parecer, es algo hereditario, no mi estilo de vida; ya sabes que me gusta mantenerme activo y cuido mi dieta. Creo que tengo arritmia desde hace tiempo, pero no hice caso a las señales de alarma. Por cierto, tú también deberías hacerte un chequeo en algún momento.'

'Lo haré Frank, te lo prometo. Oye... quería disculparme por lo de antes. No sabía lo que estaba pasando y...''

'No te preocupes, socio’, me interrumpe Frank. 'No pasa nada. Quería que lo descubrieras por tí mismo. La gente no cambia su estilo de vida si no es por cuenta propia, cuando está lista.'

'Bueno, supongo que estoy listo. Sólo que no sé exactamente lo próximo qué debo hacer.’

'Has estado experimentando, ¿no? Por algo se empieza. Me enviaste ese micrófono y tu gato. Aquí está, por cierto.' Frank sale de la cámara y le oigo decir: '¡Bugsy!'. Un momento después vuelve con un gato en el regazo: un gato con un ojo caído. Veo que está al inverso, como mi 'nuevo Bugsy'.

'Frank, hazme un favor. Enséñame la mano izquierda.' Frank estalla en carcajadas ante mi petición. 

'¿Has resuelto lo de la imagen de espejo?' Sigue riéndose mientras levanta la mano izquierda para que pueda ver la cicatriz morada. (De regreso en Rio, está a derechas, como sospeché que estaría.) Parece que Frank sabe adivinar los pensamientos porque inquiere: '¿Hay algo que me quieres preguntar?’

'No sé. Sólo que... ¿No te molesta estar al derecho en algunos momentos y al revés en otros?'

'Trato de mantener el intercambio al mínimo, así que no. No me molesta. También me ayuda a saber quién soy y dónde estoy. Puede ser muy desconcertante al salir de una de las cabinas, un poco como despertarse de la anestesia: hay una confusión momentánea. Lo del espejo me ayuda a llevar cuenta.' Hace una pausa para acariciar a Bugsy, que ronronea. Veo al gato volverse distraídamente hacia la pantalla; parece que me está mirando, pero no estoy seguro. 'Y te acostumbras al cambia, cambia. Naturalmente, utilizas la otra mano. Al principio, escribir se siente un poco raro, pero se aprende enseguida. Gracias a Dios ya no hace falta escribir mucho, hoy en día todo es con computadores y teléfonos.' Hace una pausa. '¿Te apetece venirte acá? Hay mucho espacio para ti. También hay unos bombones de chicas.' Guiña un ojo.

'No sé, Frank. Me gustaría. Supongo que no logro conciliarme a la idea de que estaría... no sé... 'borrándome' a mí mismo. ¿Son esas las palabras correctas? Eso es lo que parece que estás haciendo: 'borrar' y 'reimprimir'.'

'Supongo que no es una mala analogía. Pero, ¿qué tiene de malo?'

'Bueno... ¿no es como suicidarse?'

'¿Te parezco muerto?'

'No...'

'¡Pues ahí lo tienes!'

'Pero no es como si te hubieras 'transportado' allí, átomo a átomo, eres una... copia. Espero que no te importe que lo diga...'

'Sí, tienes razón. Físicamente soy una copia. Pero tú también lo eres.' Vuelve a darme su sonrisa de Mona Lisa. Por un momento vuelvo a mi adolescencia: Frank está entreteniéndose otra vez con acertijos. Hay algo en todo esto que me reconforta y me resulta entrañable. Pero mi antiguo yo adolescente también empieza a molestarse. No tengo idea de lo que dice. Me pregunto si Frank llegará algún día a hablarme como a un adulto y como su igual, en lugar de como a un alumno/apadrinado. 

Aquí mi tío pareció leerme el pensamiento de nuevo y cambió de dirección:

'Te lo pongo de esta manera: no te obsesiones demasiado con la materia que te compone en este preciso momento. Es efímero. ¿Te he hablado mi 'analogía de la secundaria'?'

'No, no me la has contado.'

'Bien, escucha. Fuiste a la escuela Hale, ese estirado establecimiento sólo para chicos.'

'Claro, pero...'

'Espera, déjame terminar. ¿Dirías que tu colegio todavía existe?'

'Sí, existe.'

'¿Y existía antes de que fueras allí?'

'Sí, existía. Existe desde hace unos 150 años'.

'Excelente. Sin embargo, cada año, un grupo de estudiantes de primer año se une y otro grupo de estudiantes de último año se gradúa. La población cambia lentamente. En cinco años no queda un solo alumno de los que ingresaron un lustro antes (bueno, a no ser algún pobre chico que le hagan repetir un año). En fin, ya entiendes. Y el personal también cambia. Dentro de treinta años, más o menos, tendrás suerte si encuentras un solo profesor de los de antes en la escuela. Entonces, ¿por qué decir que es 'la misma escuela' cuando todos los que conocías probablemente se han ido?'

'¿Y los edificios? Son los mismos. Los terrenos...'

'Ah, buen punto. Excepto que Hale comenzó en Cloisters on the Terrace, en el centro de Perth. Si no me falla la memoria, eso fue en la década de 1850. Luego, a principios de 1900 se trasladó a West Perth. Fue en los años sesenta cuando se trasladó a Wembley Downs, donde tú fuiste a la escuela. ¿Sigues pensando que es el mismo lugar?'

'Supongo que no, al menos físicamente.'

'Bien. Vamos llegando. Ahora considera que el cuerpo humano es más o menos lo mismo. Es como tu secundaria. Ya sabes el viejo cuento: cada átomo de tu cuerpo cambia al cabo de entre siete y diez años.' Frank pausa para que lo asimile. 'Si es así, ¿por qué te aferras a tu yo físico en un punto fijo del tiempo? No eres una roca, mi querido sobrino. Pareces más un río: las moléculas fluyen a través de ti, pero no son tú. Un río cambia constantemente.'

'Recuerdo que una vez dijiste lo mismo del universo.'

'Tienes buena memoria. Si mal no recuerdo, estábamos en mi bote en Rottnest.'

‘Correcto' le respondo. Frank me está mirando fijamente. Me resulta enervante porque, de algun modo, se las arregla para mirarme directamente a los ojos (mientras que, según mi propia imagen en la esquina inferior, me doy cuenta de que, debido al montaje de mi cámara, estoy mirando ligeramente hacia abajo y hacia un lado mientras le hablo).

'¿Qué te parece?' pregunta al fin, palmeando una silla vacía que hay a su lado.

'No sé, Frank... Me parece un paso agigantado. Creo seguir tu lógica, pero... no logro darle de lado a la idea de que me estaría borrando a mí mismo...' Frank respira hondo.

'Bueno, eso es algo que tienes que resolver tú. No voy a intentar convencerte.' 

'Tío, cambiando el tema... ¿Qué está pasando aquí? ¿Cómo funciona? ¿Cómo se logran los 'impresos'? ¿Y por qué salen reflejados?' Mi tío estalla a carcajadas.

'¡Dejaste las preguntas serias para un poco tarde! En otra ocasión, querido. Tengo una cita en cinco minutos, así que tengo que irme. Mi médico aquí cree que acabo de llegar de Europa en avión y está horrorizada. Digamos que no es una 'impresora'. Es más bien un 'portal', si me permites usar esa  palabra horrible. 'Uf'. Frank se estremece de asco. ¿Recuerdas que hace años te hablé de universos paralelos?'

'Sí, me acuerdo.'

'¿Y si, en un momento dado, esos universos paralelos existieran juntos en  forma de ondaa fuera de fasa? ¿Y si pudieras abrir la puerta entre ellos? Eso es lo que hace la cabina de grabación. Has estado dentro, ¿verdad? ¿En la que copiaste al gato y el micrófono?'

'Sí, claro.'

'¿Has imprimido algo para ti?'

'Sí, un micrófono...'

'¿Y algún otro gato? ¡Por Dios, chico! ¡No hagas eso!'

'¿Por qué no?'

'Porque desgarraría el tejido del tiempo-espacio. Sólo Dios sabe lo podría pasar.'

'¿En serio?'

'No, estoy jodiendo contigo.' Frank echa la cabeza hacia atrás y se ríe. 'Eso es un 'cuento chino' de ciencia ficción. Claro que puedes hacer copias extra de una mascota o incluso de ti mismo, pero no creo que sea una buena idea. Ya hablaremos del por qué en otro momento. Pero escucha', se pone serio y se inclina hacia la pantalla. 'Porque esto es importante: cuando imprimes en la cabina, no estás imprimiendo una 'cosa'. Imprimes un instante en el tiempo. En otras palabras, no imprimes cosas en la cabina. Imprimes la cabina tal y como era precisamente cuando pulsaste el botón de 'grabar': estás reproduciendo las paredes, el suelo, el techo y todo lo que hay entre medias. Y cuando imprimes lo que has grabado, estás imprimiendo todo eso, porque estás imprimiendo ese momento exacto. ¿Por qué es tan importante? Porque si llenas la cabina de chachivaches y luego imprimes, no sólo estarás añadiendo algo, sino que también estarás 'borrando' (por llamarlo de alguna manera) todo eso que metiste antes de imprimir. Estarás obliterando esos cachivaches con que acababas de llenar la cabina.'

'Ah... Entonces, cuando usé 'grabar y anular', ¿grabé la cabina, la obliteré y la sustituí por una versión previa que estaba vacía?' pregunto.

'Más o menos. Tenlo en cuenta cuando hagas experimentos.' Frank mira su Rolex GMT Master II. 'Bueno, será mejor que me vaya. Recuerda, Dan, mi oferta estará siempre sobre la mesa.'

'Lo pensaré...'

'Hazlo.' Levanta la vista. 'Sabes, te convencería de que te imprimieras en, por ejemplo, Tombuctú, si sirviera de algo. Pero si no has cambiado por dentro, serviría de nada. Al cabo de un tiempo, acabarías teniendo más o menos las mismas barajas que tienes ahora: los mismos problemas, pero en un tiempo y un lugar distintos, con una mujer, unos amigos, un trabajo e incluso tu imagen en el espejo diferentes pero en esencia iguales. La gente lo hace constantemente. Por eso algunas mujeres siguen saliendo con 'chicos malos' y algunos hombres mangoneados se quedan con esposas dominantes. (Esa última parte , estoy seguro, va dirigida a mí.) 'También es la razón por la que la mayoría de los abogados siguen ejerciendo su profesión.' Frank se ríe, pero enseguida vuelve a ponerse serio. 'Es difícil cambiar tu status quo.' 

Puedes cambiar cada átomo de tu cuerpo y no cambiar nada. El verdadero cambio viene de dentro, no por alguien o algo. Bueno, que te vaya bien, sobrino.'

'¡Espera Frank!' Tengo tantas otras preguntas. Pero a fin de cuentas, lo único que alcanzo decir es: '¿Cuándo volveré a verte?'

'Espero que pronto. Sigue pendiente de la computadora.' Se despide con la mano, oigo un 'blip' y la pantalla se oscurece.


Viernes, 24 de enero de 2014, 10:25

Estoy navegando en Facebook sentado en mi escritorio.

Se supone que no pueda hacerlo, ya que el señor Dixon le ha encargado a Percy - que hace las veces de nuestro 'informático' - instalar los bloqueos pertinentes en las redes sociales. Sin embargo, me las he arreglado para poder entrar cambiando los servidores DNS. Percy es demasiado lerdo como para saber algo de esto. Y tengo una tecla de acceso directo que cambia mi pantalla a una aburrida hoja estadística de Excel en caso de que él, o cualquier otra persona, me pase cerca inadvertido.

Que conste que no estoy perdiendo el tiempo simplemente por perezoso. Más bien, es que estoy demasiado nervioso para concentrarme en el trabajo. De hecho, estoy luchando contra las náuseas y sudando profusamente (incluso más de lo que lo haría normalmente mientras navego disimuladamente por el Internet en mi computadora de trabajo). ¿Por qué? Estoy esperando a que el Sr. Dixon me llame a su despacho para mi 'evaluación anual'.

En realidad, no es una revisión 'anual' en absoluto - a pesar de los términos de mi contrato de trabajo, esta será la primera revisión de mi vida- y solo se produce porque me acerqué a Dixon en el vestíbulo de la recepción el miércoles por la mañana y se lo pedí directamente, como le había prometido a Kylie que haría. 

Dixon se quedó tan sorprendido que no supo qué decir. Durante al menos un minuto se quedó allí immovil, con un brazo rígido sujetando su maletín de piel de gamuza y su mirada alternando rápidamente de un lado al otro (como suele hacer, sobre todo cuando está procesando información). Al final suspiró, sacudió la cabeza sin entusiasmo y le dijo a Lucy: 'Prográmalo para esta semana, por la mañana si posible', y entró en su despacho, dando un portazo. Tengo la fuerte impresión de que Lucy hubiera querido arrancarme la lengua, pero consiguió contenerse.

Puede ser de interés que los últimos días han traído una especie de tregua a mi hogar. Por un lado, he vuelto al lecho conyugal. Me apresuro a añadir que esto no significa lo que probablemente se piense: hasta ahora la única ventaja real es que puedo dormir en un lecho en lugar de en una colcha en el suelo. Ah, y la otra ventaja es que nuestro dormitorio tiene aire acondicionado (a diferencia del resto de la casa, incluida la calurosa y sofocante 'habitación de invitados' donde he estado estirando mi bolsa de dormir).

La parte negativa es que también tengo que tratar de dormir con los ronquidos de Kylie (que esporádicamente estallan a volumen de motosierra), sus ataques relámpago sonambulares a braceadas, su avariciosa  usurpación de las frazadas (provocado, sin duda, por su insistencia en graduar el termostato del aire acondicionado a la temperatura más fría) y su perniciosa confiscación del territorio del colchón (que recuerda a las acciones de Hitler en Renania, los Sudetes y el Corredor Polaco).

Este 'feliz' estado de las cosas se ha producido porque he accedido a las 'condiciones de alto al fuego' de Kylie, siendo la principal que, tan pronto como fuera posible, me dirigiría al sr. Dixon y exigiría una 'evaluación'. Fuera cual fuera el resultado, Kylie dijo que se conformaría conque 'al menos lo intentaste'. A cambio, se ofreció a ser 'aún más frugal' con sus gastos... 

Ahora tengo idea de cómo debió sentirse Chamberlain cuando volvió de Munich declarando 'la paz en nuestro tiempo'.

10:31 AM


Echo un vistazo a mi reloj. Aún no hay señales de movimiento por parte de Dixon. Así que sigo navegando en mi Facebook.

Probablemente es señal de que estoy emparentado con el tío Frank, porque mi perfil en las redes sociales es anónimo: allí, y en otros lugares deL Internet, se me conoce como 'Darren Bobobic' y mi perfil es una foto del escritor romántico francés del siglo XIX Victor Hugo (por ninguna razón particular aparte de que me siento uno de 'Los Miserables').

(Mi anonimato contrasta con el de otro 'Dan Djurdjevic', un fulano artista marcial que parece diseminar su jeta y sus entradas de blog constantemente por todos los rincones deL Internet. Eso es bueno, porque cualquiera que me busque se topa invariablemente con una barrera de información irrelevante más densa e impenetrable que la Zona Desmilitarizada de Corea.)

De repente, aparece en mi feed un post de Mark Seymour, cantante y compositor de los ‘Hunters and Collectors’ (me he suscrito a su página de fans, naturalmente).

Veo que los ‘Hunnas’ se han reunido por fin al cabo de quince años. Parece que anoche dieron un concierto secreto en Melbourne antes de iniciar una gira nacional, con otro concierto especial en Geelong dentro de unos días. ¡Cómo me gustaría ir! Con el corazón acelerado, me pasa por la mente la idea de utilizar la impresora 3D de Frank, pero la descarto casi de inmediato. Incluso si pudiera superar mi objeción filosófica a destruir mi cuerpo para continuar en forma de varios 'clones', estoy bastante seguro de que Kylie nunca soltaría las riendas lo suficiente como para poderme 'escabullir'.

Suspiro y regreso a los otros posts: no tiene sentido anhelar imposibles.

Hablando de anhelos, se me ocurre una idea algo descabellada: Escribo 'Justine Shelley' en la barra de búsqueda de Facebook. Aparecen media docena de resultados con avatares demasiado pequeños para verlos. Entonces me da un vuelco el corazón al ver uno con el subtítulo 'McMahon, Finkelstein y Braddock - Abogados'. Es el bufete de Justine. Hago clic en el enlace.

Vale, sé que es 'acoso virtual', pero no puedo evitarlo. Tal vez sea una ilusión, tal vez las constantes insinuaciones de Brad, o tal vez el sueño que tuve aquella noche cuando dormí en casa del tío Frank. Sea lo que fuera, siento la misma sensación que el Jorobado de Notre Dame de Hugo: '¡Me ha dado agua!'.

En su foto de perfil, Justine es, según esperaba, tan preciosa como para robarme el aliento: los mismos pómulos altos, piel perfecta, ojos almendrados y pelo sedoso. En la foto está abrazando a un hombre que, a juzgar por el parecido, debe de ser su hermano menor. (Al menos, espero que sea su hermano, pero, ¿qué estoy pensando? ¡Esa es una actitud estúpida!). 

Ambos parecen estar a mitad de una carcajada, con los brazos de Justine rodeando al joven desde atrás (con un aire de estarlo cobijando).

Aparte de eso, la página no muestra información alguna: sólo sus amigos pueden ver su perfil completo. Mi dedo se detiene sobre el botón 'Añadir amigo', duda y se retira: no hay razón alguna para 'agregarla' en Facebook. Probablemente ni siquiera se acuerde de mí.

Así que, tras echar un vistazo nervioso por la oficina (Percy está hablando con Lana en su cubículo, así que tengo que tener cuidado), hago clic en su lista de 'amigos' A ver si conozco alguno. Nadie resulta conocido, pero al menos confirmo la identidad del hombre al que abraza: Balthazar Shelley, su hermano. 

Hay algo muy alusivo (en un sentido literario) en sus nombres, tanto en el apellido como en los nombres de pila, pero no puedo precisar dónde he visto estos últimos.

'¡DJURDJEVIC!'

Me sobresalto y dejo caer mi lapicero, cuyo contenido se esparce ruidosamente. El sobresalto también hace que me aparte del escritorio y que mi silla pase por encima de uno de los lápices, aplastando la madera y el carbón como si fuera un trozo de carne masticada.

Por suerte, mi respingo reflexivo también me hace pulsar la tecla de acceso rápido y la hoja de estadísticas Excel aparece en pantalla.

'¿Y bien? ¿Qué esperas?' El Sr. Dixon está en la puerta haciéndome señas irritablemente con una mano, sus ojos me escanean horizontalmente como lo haría un 'cyborg'.


10:38 AM

Abraham Dixon bien podría ser un cyborg. Tiene una inhabilidad total para relacionarse con los seres humanos.

A menudo me pregunto si es por eso que Dixon se lleva tan bien con Brad (que también tiene un notable déficit de habilidades sociales, aunque de un tipo aparentemente diferente).

Cuando Dixon se sienta frente a mí, me doy cuenta de que está inquieto. Es un hombre bajo y corpulento, con la cara muy roja e hinchada y unas pequeñas gafas redondas através de las cuales sus ojos robóticos se mueven a menudo de un lado a otro. Tiene el pelo ralo, sorprendentemente blanco y peinado de alante hacia atrás. Deja que sus patillas le lleguen hasta la punta de los lóbulos de las orejas. Es un aspecto muy a lo 'predicador del siglo XIX'.

'Eh.' Se peina con la mano hacia atrás, mostrando desconcierto. Nunca es buena señal. 'Entonces... ¿de qué querías hablar?'

'¿De mi evaluación?' pregunto esperanzado.

'Ah sí - Tu revisión. Sí. Bueno...' Tose en su puño cerrado. Luego carraspea. Finalmente dice: ‘Eres un hombre muy afortunado Djurdjevic, ¿sabes?’

'¿Eh? Mejor dicho, sí señor. Lo soy, señor.' No le entiendo. ¿Será que Dixon me tiene buenas noticias?

'Sí. Eres abogado en un bufete prestigioso. Y todo eso. Por supuesto, he tenido que mantenerte un poco a raya, corregir tu comportamiento de vez en cuando. Motivarte. No ha sido fácil. Pero últimamente parece que te esfuerzas más. Así que la buena noticia es que no tengo motivos para despedirte.'

'Ah...'

'¿Algo más?' Tiene la mano apoyada en el escritorio de madera jarrah pulida, con los dedos corazón y anular alternando en repiquetear sobre el tope, como un pianista haciendo un ejercicio de Hanon. 

'Sr. Dixon, pues vera... Esperaba preguntarle por mis posibilidades de ascenso...'

'¿Eh?’ Dixon deja de tamborilear, sus ojos empiezan a escudriñarme furiosamente, se endereza y su ceño se frunce profundamente. ‘¿De qué posibilidades estás hablando?'

'Me refiero... quería dejarle saber que no soy falto de ambición. Y...', digo, empezando a tartamudear, 'tampoco me falta experiencia... a alto nivel. Cuando trabajaba en mi bufete anterior, gestioné con éxito más de 250 expedientes de abogados mientras era su abogado interno... Como sabe, estaba a punto de colegiarme...'

'Mm. Sí, bueno, tu antiguo bufete no se parecía en nada a este, ¿verdad? ¿Eh?' Dixon se acomoda en su silla, pero el ceño sigue fruncido. Empieza a revolver LOS papeles SOBRE su escritorio. Inicialmente creí que estaba buscando algo para enseñarme, pero luego me di cuenta de que ha reanudado su trabajo. Al cabo de un rato levanta la vista, aparentemente sorprendido de que siguiera allí. '¡Ah! Djurdjevic, ¿qué quieres exactamente?'

'Esperaba que me tuviera en cuenta para algún tipo de... ascenso... ¿quizá...?'

Dixon resopla tan fuerte que siento su saliva darme en la frente. '¡Eso es.. imposible!'

'No estaba pensando en este momento, necesariamente. Pero tal vez en un... año... o algo así... si doy prueba de mí mismo...'

Dixon niega con la cabeza ante cada opción. 'Ya te dije Djurdjevic. Eres un hombre con suerte. Considera un momento: ¿te has planteado alguna vez que ya podrías haber alcanzado todo tu potencial? No todo mundo tiene lo necesario para llegar más alto.'

'Con todo el respeto, Sr. Dixon, yo no soy 'todo el mundo'', le digo, lanzando lo último de mi entusiasmo moribundo. 

'Sí, bueno... Pero no puedes compararte con Brad, por ejemplo, ¿no? Después de todo, se le tiene en muy alta estima.'


7:25 PM

'Hola cariño, ya estoy en casa.'

Entro en casa, engancho las llaves en el perchero y miro a mi alrededor en busca de mi mujer. '¿Kylie? ¿Estás aquí?'

'Sí, me estoy arreglando.' Kylie sale del dormitorio. Se está poniendo los pendientes, otra vez.

'¿Vas a salir esta noche?'

'Sí, tonto. ¿NO te acuerdas? Yvonne organizó un evento de Thermomix. Estoy pensando en comprar una porque es muy útil y sabes que la necesitamos. Aunque con todos los recortes que he tenido que hacer en el presupuesto familiar, no sé bien para qué la vamos a utilizar.' Me mira como si fuera culpa mía.

Sé lo que es una Thermomix. También sé que no podemos permitirnos una. Pero callo, no tendría sentido objetar.

Estoy mirando dentro de la nevera casi vacía, preguntándome qué comer, cuando Kylie parece leerme el pensamiento. Me dice: 'Recuerda: el fin de semana de forrajear empieza esta noche, cariño. No hagas la compra hasta el martes. Ni siquiera leche y pan.'

El 'fin de semana de fortajear' es una medida de ahorro que Kylie ha instituido para controlar el presupuesto familiar. No está permitido hacer compra alguna el último fin de semana de cada mes. Es una idea que Yvonne leyó en un libro titulado 'Salve su dinero y su cintura', del famoso autor de autoayuda Dr. Dwayne Sharlat Tan como el lunes es el festivo del Día de Australia, Kylie lo añade para hacer un 'sÚper fin de semana de forrajear’.

'¿A qué hora vuelves, mi rayito de sol?' pregunto desde dentro de la nevera. Hay un poco de yogur, pero está caducado. Kylie dice:

'No muy tarde, sólo un par de horas.'

Me doy cuenta de que es una táctica. Se está asegurando de que no me escape a ‘algún lugar 'secreto''. Probablemente llegará a casa cerca de medianoche, un poco borracha, con tufo a tabaco y con una Thermomix bajo el brazo. Pero no puedo estar seguro, lo que significa que estoy clavado en casa. La oigo coger las llaves: 'Ah, ¿y cómo te ha ido hoy con el Sr. Dixon? ¿Has hablado con él?'

'Sí, todo bien. Dice que me tendrá en cuenta para cualquier próximo ascenso', miento, cerrando la nevera.

Kylie me mira fijamente, intentando adivinar si le estoy diciendo la verdad o no. Al final mira el reloj y se limita a decir (con voz cantarina): 'Bueno, tengo que volar. Hasta luego. ¡Muaj!'


11.15 PM

Estoy frente a la computadora en mi cuarto 'de desahogo' y el ventilador de techo gira a toda velocidad, desparramando aire caliente mientras oscila y chirría peligrosamente. Estoy en el internet, practicando el 'Google-acecho'.

Bugsy y yo compartimos más fideos instantáneos y atún, pero era la última lata y el último paquete de fideos. Probé el yogur, pero estaba estropeado. Mañana por la mañana me espera Weetbix seco para desayunar. Creo que me lo comeré con Vegemite y un poco de la margarina baja en grasa que le queda a Kylie (queda lo suficiente como para cubrir dos cuchillos de pan). Bugsy estará bien: aún tiene una caja llena de sus galletas para gatos y algunas latas de su pescado (que probablemente mañana resultará tentador incluso a mí).

Me pregunto si Kylie insistirá en su idea del 'fin de semana de forrajear”. Sospecho que, al menos en esta ocasión, insistirá - por orgullo y obstinación - pero que pronto seguirá el derrotero de todas sus caprichos.

Por otro lado, no estoy teniendo suerte con mi “Google-acecho”, no doy con una sola fotografía de Justine, ni siquiera en la página de su hermano (que es pública en su mayor parte). Queda claro que lleva una vida muy privada.

En cambio, su hermano Balthazar parece cortejar la publicidad, quizá porque forma parte de una banda de Melbourne (de nombre 'The People') o porque es el típico joven de la Generación Y al que no le importa que su información personal se haga pública.

En último instancia, recurro a buscar sobre 'McMahon, Finkelstein y Braddock' y encuentro una foto: es de Justine en una función para la clientela, con una copa de vino en la mano, junto a alguien que se parece a Richard Branson. Después de un segundo vistazo, confirmo: ¡es Richard Branson!

Por lo demás, mi búsqueda en Google no da resultado. Entonces, de repente, encuentro algo. Esta vez no es una foto. Es un anuncio: McMahon, Finkelstein y Braddock buscan un abogado en mis áreas de especialización (derecho inmobiliario y contractual) y aproximadamente con mi nivel de experiencia. Sospecho que tendría muchas posibilidades de conseguir la plaza. Ojalá se ubicaran en Perth y no en Melbourne.

Justo en ese momento oigo la entrada tambaleante de Kylie, bullicio de tropezones alcohólicos, amortiguados por mi puerta cerrada:

'¿Dan? Daniel, ¿Estás despierto? Necesito ayuda para sacar la Thermomix del coche.'

'Sí, cariño. ¡Ya voy!' grito. Me levanto y mi mano se acerca al ratón para cerrar el navegador, pero mi vista se desvía distraida a la fecha de cierre para las solicitudes: Martes a las 17:00, hora de verano del Este. Tendría el tiempo justo para preparar algo. Es una pena lo de la ubicación. Entonces se me ocurre una idea.

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